vii. fuck off

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Llevábamos más de media hora sentadas en un banco que adornaba el pequeño jardín de la casa de Freddie y ya estaba comenzando a cansarme de la situación.

Había venido aquí porque Effy me había insistido en hacerlo y aunque seguía sin saber el motivo de esto, no le pregunté en ningún momento. Estos años de amistad me habían mostrado lo reservada que ella era para hablar de sus asuntos, por lo que no insistí.

— Sigo sin entender qué hacemos aquí —me quejé exasperada.

— Ten paciencia —pidió.

La suave brisa agitó mi cabello. A pesar de no hacer frío no pude evitar taparme las piernas con la sudadera que traía puesta.

Por Dios, me quería ir a casa.

— Él no va a salir.

— Sí, lo va a hacer.

Como si alguien allí arriba nos hubiese escuchado, Freddie salió de su casa pegando un portazo. Por ese acto y la clara expresión en su rostro podía confirmar que estaba de malhumor. Pero nada más vernos allí sentadas su expresión cambió a una de sorpresa acompañada con confusión.

Frunció el ceño acercándose a nosotras— Estáis en mi jardín.

Muy listo, Sherlock.

— Sí.

— Ya, ¿y por qué?

Le di un codazo a la castaña para que tomase la palabra, pues cómo ya había dicho anteriormente todavía no estaba enterada de la razón por la que habíamos venido hasta su casa.

— Mmm... —vaciló—, nosotras... queríamos ver tu... cobertizo.

Hice una mueca.

Ni sabía que tenía un cobertizo.

— ¿El mío?

Ambas asentimos haciendo que el chico se encogiese de hombros. Sin decir nada más se dirigió hacia la caseta que había justo en frente de nosotros, en la cual no había reparado hasta ese momento.

— Pues es este.

Entré tras mi amiga cuando Freddie abrió la puerta dejándonos pasar. Desde el interior era bastante más grande de lo que parecía por fuera, y eso que tenía todo desorganizado.

Pero a pesar de eso, no podía evitar el verlo acogedor. Se notaba que tanto él cómo JJ y Cook se habían encargado de dar su propio toque personal.

— ¿Y qué se supone qué hacéis aquí? ¿Haceros trenzas y pajas en grupo? —bromeé.

— No, hace siglos de eso —rió ligeramente.

Effy asintió sacando el mechero— Bueno, ¿unos porros?

El chico se adelantó a enrolar el canuto por lo que yo me dediqué a seguir analizando el lugar con curiosidad. Estaba segura de que encontraría algo interesante en estos lares.

Agarré una revista cualquiera del suelo la cual contenía imágenes de chicas desnudas que no quería saber para que las usaban.

Súper educativo.

— ¿Por qué no ves porno en internet como lo hace la gente?

No le dio tiempo a responder pues Effy tenía en su mano una botella con un líquido de dudosa procedencia en las manos.

— No creo que quieras tocar eso —le advirtió.

— ¿Por?

— Verás, a veces cuando estamos colocados y no queremos salir afuera...

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃   ─skinsOnde histórias criam vida. Descubra agora