viii. fool around

745 84 1
                                    

Abrí la puerta de la clase decidida a entrar puesto que Freddie optaba por no hacerlo, según él lo mejor era esperar a que se acabase la clase para entrar. Pero yo no pensaba perderme otra clase de literatura puesto que en caso de hacerlo me llevaría una buena paliza de mis padres, y prefería ahorrármela.

— Hola —saludé cuando toda la clase se volteó hacia nosotros—. Se me ha hecho tarde.

— Se nos ha hecho tarde —me corrigió el moreno.

La profesora, a quién le faltaban unos cuántos cables, nos miró con el ceño fruncido mientras que con su mano derecha imitaba a una marioneta.

— Lorelai llega tarde —suspiró dramáticamente—. Y Freddie... Freddie no tiene remedio.

— Lo siento —nos disculpamos ambos.

— Sentaros, por favor.

Observé los sitios que había libres. Cook le hizo una seña a su amigo para que se sentará a su lado, lo que me dejaba a mí el sitio cercano a Effy, y el que pensaba coger porque por nada del mundo quería sentarme al lado del rubio. Sin embargo, para cuando me adelanté hacia la castaña, Freddie paso por delante de mí dejando claro dónde tendría que ir yo.

Será hijo de puta.

Con los nervios a flor de piel, me dirigí hacia Cook sin mirarlo ya que no creo que pudiese aguantarle la mirada. Porque sí, sabía perfectamente que él me estaba viendo a mí.

Tomé asiento a su lado oyendo cómo Panda comenzaba a hablar sobre el libro que tendríamos que haber leído para hoy, pero apenas la escuchaba. 

Estaba cabreada con ella. Sabía que era una tontería molestarse por lo que había hecho con Cook, y más sabiendo que yo había hecho exactamente lo mismo, pero aún así no podía evitarlo. Me cabreaba pensar que el chico había intentado lo mismo con ella que conmigo, y más que lo hubiese conseguido.

Salí de mi ensoñación cuando la rodilla de Cook rozó con la mía con suavidad. Fueron tan solo unos segundos pero los suficientes para que los nervios volviesen a atacarme. Tanto que tenía ganas de vomitar.

— ¿Alguien más? —preguntó entonces la profesora, refiriéndose al libro que estábamos comentando.

Naomi, quién se encontraba en frente de mí, comenzó a hablar sin quitarme la mirada de encima— Es como un adolescente. Tiene deseos pero no consigue alcanzarlos hasta que enloquece y se pajea pensando en Ophelia. Se pone tan pesado que alguien tiene que matarlo.

— No estoy segura de que eso sea cierto —dudó la profesora—. Creo que no hay pajas en Hamlet.

— Oh, sí las hay. Muchas. Pero las llaman soliloquios.

A mi lado Cook soltó una carcajada— Muy bien, rubia. Que graciosa.

— Sí. Que risa —comenté irónicamente, y aunque mi intención no era que lo escuchase fue lo que sucedió.

El rubio levantó las cejas y se giró en mi dirección— Que humor tenemos hoy, ¿eh bonita?

Resoplé con fuerza— El que tú me provocas, cariño —exageré el apodo de forma sarcástica.

Cook rió ligeramente acercándose más a mí para que no nos escuchasen— Cualquiera que te hubiese visto el otro día no pensaría igual.

No pude evitar enrojecer drásticamente al escucharlo. ¿Pero cómo se atrevía a decir eso en un lugar dónde cualquiera podía escucharle? Apreté la mandíbula con fuerza tratando de acallar el improperio que amenazaba con salir de mi boca. No quería que nadie se enterara de lo sucedido entre nosotros y si al rubio le daba por mencionarlo en medio de clase, ¿a quién se lo habría contado?

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃   ─skinsWhere stories live. Discover now