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Arrastré mi mano hacia el despertador y lo tiré a cien metros más allá. No sentía ánimo para nada. Ni si quiera para levantarme. Estaba devastada.

Hundí mi cabeza dentro del cojín como si fuera mi vía de escape perfecta para desaparecer de la faz de la tierra. Me di media vuelta y miré al techo donde colgaban unas mariposas color caqui con la palabra:

«Soy una mariposa mariposeadora que se la pasa mariposeando» con una letra redonda, y microscópica.

Aún recordaba mi primer trabajo en Artes cuando estaba en jardín de infantes. Mamá lo había atesorado hasta cuando cumplí los quince y a esa edad comencé a escarbar cosas mías. Como mi primer diploma por buena conducta, respetuosa y responsable niña. O mi primer babero, biberón y esas cosas de los bebé.

Era estúpido, o así lo consideraba. Mamá aún mantenía mi primer pañal guardado en una caja que decía «Frágil»

Como si se tratase de oro dentro de una caja fuerte. Aunque ciertamente me causaba conmoción y orgullo de tener una madre como la mía. Aunque estaba segura de que ese pañal estaba podrido y para nada agradable para preservarlo. Sentía un vacío tan enorme dentro de mi pecho que no podía seguir durmiendo. Eran las seis con cuarenta y cinco minutos, la característica hora rutinaria que me levantaba los días de semana. Pero ahora yo no pensaba ir. ¡Claro que no!

No con este dolor incrementando en mi pecho, sentía ganas de llorar como una verdadera Magdalena. Oh cielos, era patética.

Recordé entonces el día en que Barry había terminado conmigo frente a todo el instituto dejándome en humillación. Yo había estado sola en mi casillero, cuando de pronto una chica llamada Kellie Closbayt, que ahora no permanecía aquí, me hizo voltearme y vi como Barry Valdoth se comía con su repugnante hocico a la más zorra de Well's Greg.

Annie Hoffman.

Una chica de cabellos negros cortos que le llegaba hasta el mentón recto y refinado de sus facciones ásperas y femeninas. Ojos verdes tan llamativos y piel aceitunada. Con un extraño parecido a Megan Fox o Alicia Silverstone.

Ese día mi corazón fue rompido en dos por primera vez, todos cuchicheaban a nuestro alrededor y enseguida las risas de las demás personas se escucharon, burlándose de mí. Barry, que tocaba los pechos de la pelinegra se volteó sorprendido. Me vio y le susurró algo a su acompañante, le hizo que quedase estática y con un chasquido de dedos todos le habían concedido el espacio hacia mí como esos famosos en alfombra roja. Una sonrisa maquiavelista se dibujó en su perfecto y detallado rostro susurrando un: -Oh Chloe, qué sorpresa. Verás... ¿Viste todo, verdad?

Yo no podía responder.

Nada salía de mi boca más que suspiros de tristeza y melancolía. Mi corazón estaba hecho añicos, una rabia tremenda se había acumulado en mis venas actuando impulsivamente y golpeándolo con fuerza en su mejilla izquierda.

Todos se quedaron en silencio boquiabiertos y Barry estaba incendiado en furia.

-¡¿Qué cojones te pasa?!

-¡Eres un maldito cretino! ¿Cómo puedes ser tan cínico de tener el valor de reírte en mi propia cara?

Escupí con hostilidad. Barry no volvió a sonreír, porque estaba enfadadísimo.

-Lo hice. Y no me importa. ¿Ves algún signo de aflicción sobre mi cara, Chloe?

-Como puedes...

-¡Puedo! Porque estoy aburrido de ti, y tus malditas niñerías patéticas. ¿Entiendes? ¡No necesito a una niña a mi lado! Quiero a alguien de verdad. Alguien con experiencia. No alguien como tú. Se acabo. ¿Escuchaste?

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now