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Ya anda, despierta. Abre tus ojos, sé que estás consciente porque tus ojos están titubeando.
Su voz era divertida, abrí un ojo y luego el otro. Le sonreí débil, escuché el ruido de una maquina sonar.
-Ya es segunda vez en el hospital, he Chloe. Espero no se te haga una costumbre.
-Hola... -susurré tratando de sentarme, pero me lo impidió un fuerte dolor en la nuca.
-No intentes moverte. Estás anestesiada.
Le miré que estaba sentado en el borde de mi cama con sus brazos en la baranda de ésta. Traía una remera negra con un bolsillo pequeño en su pecho, el cabello desordenado como siempre lo traía y con una sonrisa juguetona. Que desapareció.
-¿Cómo puedes caerte de un árbol Chloe?
-No me lo preguntes. -cerré mis ojos unos segundos y enseguida los volví a abrir, temiéndome si papá estaba acá-. ¿Papá... está acá?
-No. No le hemos avisado a nadie, pero el doctor está por llamarlos obligatoriamente. Deben de estar en camino, todos conocen a la hija del sheriff, ¿No es así?
Por un demonio. Joder, joder, joder.
-Vete ahora mismo Suga, te pido que te vayas ahora mismo. -hablé con un dije de afliges.
-¿Qué? No, no seas estúpida. Me quedaré hasta que te den de alta, ¿Vale?
A pesar de que la idea se me hacía tan hermosa, no podía ser así. Estaba en serios problemas aunque Suga se fuera. Pero prefería mentirle a papá.
-¡Te digo que te vayas ahora Suga! -exclamé enfadada, y sobre todo, desesperada. Sentía miedo a que papá pudiera llegar y vernos juntos. Le vi que fruncía el ceño-. ¡Largate!
Los colores se le subieron al rostro.
-¡No me grites Chloe! Sabes que no me gusta.
-¡Entonces vete!
-¿Qué mierda te pasa ahora, jodida loca? -se bajó de la cama con la vena en su frente y con la mandíbula cuadrada. Me dolía verlo enfadado por mí culpa, pero necesitaba que se fuera ahora mismo si no quería pagarlas.
-No me pasada nada. Sólo quiero que te vayas. No te quiero ver. nunca más -mi voz, extrañamente era fría. Como si en verdad lo estuviese pidiendo.
-No puedo creer que seas tan malagradecida, si no hubiera sido por mí te hubieras quedado desangrada en ese jodido bosque.
-Nadie te ha pedido que lo hicieras. Ahora vete, por favor, vete.
Hubo un silencio entre ambos, vi su expresión, quería asesinarme. Lo sabía.
-Ojalá Elizabeth no te haya encontrado y te hubieras muerto desangrada en ese bosque.
Se marchó hacia trancadas del hospital, mientras que mi corazón se quebrantaba con sus palabras. Sollocé, odié ser tan dura con él pero todo era la culpa de papá. Era por bien de su libertad.
Permanecí intacta en la cama tratando de quitarme las lágrimas, pero no podía porque cables rodeaban mis muñecas. Podía sentir su perfume masculino aún sobre el aire que me rodeaba, y eso me hizo apetecerlo más de la cuenta. Quería que me abrazara, y que me besara.
Al cabo de unos diez minutos mis padres estuvieron frente a mí esparciéndome besos por todo el rostro, aunque papá traía un semblante muy serio.
-Oh Chloe, lamento tanto que te haya ocurrido esto. Nunca nos imaginamos que estuvieras en el bosque, te buscamos por todos los alrededores con la policía de Fort Worth pero nadie logró encontrarte. Nos preocupamos tanto por ti, pensamos que algo malo te había ocurrido. Y así fue, gracias al chico que te trajo estás a salvo.
-Sí, gracias al chico. Al parecer era uno castaño claro con ojos mieles, ¿No se te hace conocido, cariño?
Papá le preguntó a mamá sin apartar la vista de mis ojos. «Niégalo todo» me dije. Mamá negó con la cabeza juntando sus labios en una fina línea.
-Pues sí, ahora que me acuerdo. Tiene un parecido al chico que una vez saliste. ¿Jimin, no es así?
Mis ojos brillaron de una manera sobrenatural con el foco encendiéndose, una sonrisa se alumbró en mi rostro.
-Sí, sí. Por supuesto, Jimin me trajo hacia acá. Es lo que recuerdo.
-¿Quién es Jimin? -ahora papá no traía su seriedad, se veía confundido.
-Un chico del instituto. Es tan guapo y educado, deberías de verlo. -asintió mamá como si tuviera razón.
-¿Enserio Chloe?
-Sí. -murmuré-, Estoy cansada, ¿Saben? ¿Cuándo me darán de alta?
-Mañana, tuviste intolerantes golpes en la cabeza. Te harán radiografías, exámenes, y tendrás reposo. No podrás ir al colegio hasta el martes.
-Está bien. -asentí, aunque el hecho de no volver a la rutina diaria no me gustaba. Aunque al menos esos días podía estar distanciada de Suga y el plan tendría más eficacia y se me haría mucho menos complicado ignorarlo. Aunque aún me preguntaba, ¿Cómo lo haría el resto del tiempo? Una parte de mí, sabía que volvería a caer frente a él, y no sería tanto tiempo.
Fue un viernes lleno de exámenes, radiografías y constantes instrucciones del médico. Sammy me visitó por la tarde junto a nuestros padres y jugó conmigo al monopolio para matar al aburrimiento, como decía él. Lo que me sorprendió fue que Sky me visitó también, junto con ocho osos de peluches en las manos y globos gigantes con corazones, como esos que siempre veía los catorce de febrero.
-¿Y todo eso? -aseveré. Traía una mirada apenada y los dejó todo en un sofá beige.
-Los envían los chicos del instituto, la mayoría son de los mariscales y el quaterback. -sonrió de lado.
-Qué bien. -fue todo lo que dije.
-¿Permanecerás enfadada el resto de tu vida, no es así?
-Lo pensaré. Aunque ahora no tengo ganas de hacerlo, me duele mucho la cabeza. Y estoy muy cansada.
-Sé que eso es una indirecta muy directa para que me marche. Yo...
Arqueé ambas cejas para que hablara, me miró a mí, luego miró los regalos. Se mordió el interior de la mejilla y se mantuvo quieta.
-Te quiero mucho.
No respondí a eso y simplemente se marchó. Esa fue toda nuestra conversación. La verdad es que ahora mismo no quería hacer nada, ni si quiera sentía la necesidad de perdonarla. Todo era muy extraño, sentía que no me importaba nada. Sólo dormí, hasta el día siguiente cuando el doctor me dio de alta y mamá firmó los papeles, papá no estaba porque estaba ocupado.
El resto del camino en el auto era silencioso, fue extraño. Porque siempre hablábamos de cualquier tema que surgía, pero las veces que ella me hablaba sólo sonreía de lado, o asentía como si realmente la estuviese escuchando. Y en realidad era lo contrario, estaba tan obstruida en mi propio mundo que ni si quiera la escuchaba parlotear.
Al llegar a casa, mamá me ayudó a subir a mi habitación diciéndome que Sammy estaba en la guardería porque se marcharía nuevamente al trabajo porque tenía planes de arquitectura con una señora. Estaban construyendo el diseño de una casa, o al menos eso me dijo.
Y estuve todo el día en la cama viendo televisión, hasta que papá regresó del trabajo y subió a mi habitación a preguntarme cómo estaba. Le asentí sin hablarle.
-¿Aún estás enojada?
Le miré de reojo, clavando mis ojos rabiosos hacia él. Estuvo muy sorprendido, ya que yo nunca había demostrado odio a ninguna persona. Y menos en este caso que era papá.
-Estoy muy contenta, papá. -mi comentario era cáustico. Fue todo lo que hablamos porque entonces luego de un incómodo silencio, se marchó hacia la comisaria. Y me quedé sola. ¿Ni si quiera se pensaban quedar a cuidarme al menos?
Últimamente todo se estaba basando en trabajo para ellos. Y extrañaba a Sammy, y a Suga. Pensé en cómo me miraba con un odio tan escalofriante que hasta yo misma me quería retractar, pero, ¿Qué podía hacer? Nada, estaba contra la espada y la pared. Si estaba con Suga, papá lo metería detrás de las rejas, y si no estaba con él, al menos Suga estaría libre de un lugar terrorífico y completamente catastrófico. Prefería muchas veces que él estuviera a salvo antes que yo misma. Pero lo extrañaba mucho, extrañaba sus besos. Extrañaba cuando me hacía el amor. Pensé en Elizabeth, en su preocupación. Pensé en Jimin, y su homosexualidad. Pensé en Sky, en sus ilógicos celos y desespero por perder su virginidad. En sus disculpas y en su «Te quiero mucho» Pensé en papá y en su maldito empeño por alejarme de Suga, pensé en mamá, y en su sonrisa jocosa y sus quejas. Pensé en Sammy, y en su inseguridad, su ternura e inocencia. Pensé en tantas cosas que la cabeza me estaba por explotar.
Y nuevamente pensé en Suga.
Y me pregunté si algún día podríamos estar juntos. Me imaginé a él diciéndome «Te quiero», me imaginé yo y él besándonos bajo el muérdago cuando nos peleáramos. Me imaginé a él y yo riéndonos de estupideces, me imaginé yo y él en su casa, hablando con su madre sobre Suga.
Enseguida me dije que eso no ocurriría nunca, era algo tan inconcebible para creer.

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now