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Me monté en el autobús antes de pasar mis valijas a la maestra Kamil que ahora tenía una sonrisa demasiado simpática en su rostro que nos dirigía a todos. Cuando comencé a caminar a rastras enseguida todos me observaron como si fuese el peor fenómeno del mundo y comenzaron a murmurar entre sí procurando que yo no los escuchaba.
-Perra. -gruñeron seguidamente por una falsa tos. Miré a todos que se reían de mí, no evité sentirme tan humillada, pero decidí no hacerles caso y con la cabeza en alto me dirigí al último asiento. Esperando a que Suga llegase, claro, la mayoría de las chicas estábamos en sus buces porque primero las damas, luego los varones. Como dijo el maestro de gimnasia. Me dejé caer en el asiento enseguida mirando por la ventana. Oh demonios, todas estaban tan ardidas conmigo. Apoyé mi cabeza en la ventana tocando el tornillo que sobresalía del asiento delante de mí donde se dejaba a ver su marca. Decidí que no me desanimaría, no tenía porqué hacerlo. Yo era la chica más feliz del mundo entero. Pero estaba tan mareada, quería vomitar.
-¿Te sientes bien? -dejó preguntar Suga sentándose a mi lado. Le miré sonriente antes de tomar su mano, él me dedicó una mirada severa.
-Lo lamento. -quité mi mano, pero él volvió a tomarla.
-No me refería a eso. Si no que estás pálida. ¿Tienes hambre?
-En lo absoluto, si comimos en la madrugada.
Juro que sentí que vomitaría encima de Suga. Entrecerré mis ojos.
-Seguro te enfermas.
-Apuesto a que sí. Por tu culpa.
-¿Por mí culpa? ¿Y por qué yo? -frunció el ceño haciéndose el inocente. Hice una mueca sarcástica antes de arquear ambas cejas.
-Oh vamos, me has lanzado dos veces al lago. Uno de noche, y otro de día. ¿No te parece suficiente para agarrar un resfriado? -contraataqué. Giró los ojos en señal de enfado y yo dejé que un suspiro se escapara de mi boca antes de mirar por la ventana. Al menos se me había pasado un poco las ganas de vomitar, pero aún sentía un mareo sobre mi nuca, y una pesadez en mis hombros. El bus marchó y ninguno dijo nada en todo el camino-. ¿Qué pasará cuando regresemos nuevamente a casa, Suga? -dejé preguntar, sin saber el por qué. Ni si quiera supe porque lo pregunté, fue sin consciencia.
-¿A qué te refieres? -su tono de voz era curioso. Me encogí de hombro, es que ni yo misma lo sabía. Pero, tenía miedo de que cuando regresáramos nuevamente a nuestras rutinas diarias algo pudiera cambiar. Suga con sus misterios, yo enfadándome porque no me los revela, Suga de antipático, Suga ignorándome en la escuela, aunque, ¿Por qué debería hacerlo? A fin y a cabo todos se enterarían. Y no era exactamente por mi culpa.
-No lo sé... ignórame. -resté importancia con los ojos lagrimosos. ¿Por qué andaba tan sensible últimamente?
-Hey... -tomó mi barbilla para que lo mirase, y así lo hice. Y me perdí nuevamente en sus ojos, tan centelleantes como las estrellas-. Deja de estar tan preocupada. Duerme, es lo que te hace falta. -dejó escapar una sonrisa soberbia antes de darme un corto beso en los labios, suave y embriagador. Cuando se separó de mí lo volví a tomar de las mejillas y profundicé nuestro beso haciendo rozar nuestras lenguas y juntando nuestras narices. Se separó mirándome severamente y dijo:
-No empieces. Tu misma prohibiste el sexo público Chloe Gilbert. -replicó con el ceño fruncido. Me reí suave antes de encogerme de hombros.
-Yo no he hecho nada.
-Sabes que cuando empiezas a besarme de ese modo no me freno. Así que compórtate.
-Vale. Señor gruñón. -hablé divertida antes de volverme hacia la ventana y sacar mi celular para escuchar música, enseguida él me quitó un auricular para ponérselo.
-Que mierdas cursis. Cámbiala. -siseó, yo le miré indignada.
-¿Cursi? ¡Cómo te atreves! No es cursi .
-Pero esa canción sí.
No sabía cuál era el problema
-Estás loco. -dije.
-Dame eso. -me quitó el teléfono de las manos y puso una canción de Crush Sofa-. Mucho mejor. -acomodó su cabeza en el respaldar del asiento y cerró los ojos.
-Con eso nos quedaremos dormidos.
-Ese es el propósito tonta. -canturreó. Giré mis ojos pegándole un manotazo en el pecho. Se rio y yo no evité hacer lo mismo. Entonces el resto del camino me fui observándolo con amor. Entonces mi corazón comenzaba a bombear con mucha fuerza, y temía a que él mismo pudiese escucharlo. Temía a perderlo, a que se fuera de mi lado, a no ver esa sonrisa en mucho más tiempo. Si se iba, no sé si podría soportarlo, y lo dudaba. Porque en los dos días que desapareció no hice más que extrañarlo. Y entonces recordé a Barry, el maldito monótono que quería ser un adulto. Me pregunté si realmente lo amaba, o quizá sólo era admiración u obsesión. Admiración a una persona tan independiente como él. Y obsesión a su singular belleza. Pero comparé a Barry con Suga, entonces ahí supe que estaba realmente enamorada. Enamorada de verdad, de ese amor tan insoportable y tan vital. Y sentía mucho miedo. Porque entonces si él algún día se llegara a alejar de mí no sabía si pudiera soportarlo.
Cerré los ojos y me paré pasando sobre las piernas de Suga para dirigirme a la cabina que era un baño, y vomité hincándome sobre el retrete. Y lo seguí haciendo durante cinco minutos más. Estaba mal. No paraba de llorar, ni de vomitar.
-Chloe, ¿Estás bien? -preguntó Suga tocando la puerta a un nivel de voz considerado. Yo no pude hacer nada más que seguir vomitando y a la vez sollozando. No sabía que me pasaba. La voz de Suga eran como susurros lejanos, y no sentía que fuese a desmayarme. Me senté sobre el retrete una vez que acabé y simplemente me quedé allí, sentada, pálida, desorbitada y con mareos. Lo peor es que aún escuchaba la voz de Suga detrás de la puerta, y cada vez se hacía más incesante. Llamándome innumerables de veces pero yo no reaccionaba. Estaba estática-. Derrumbaré esa puerta ahora. -gritó, y al segundo estaba dentro con la puerta sobre el suelo. Corrió hacia mí y me tomó de las mejillas-. Dime algo Chloe, dime algo... -susurró zarandeándome por los hombros. Le miré y las lágrimas no paraban de caer.
-Oh demonios... -susurró-. Dime que te pasa, por favor, dime... -exigió con la voz alarmada. Oh Jesús, ¿Qué estaba ocurriéndome? ¿Por qué no podía siquiera moverme? Sólo las lágrimas descendían sobre las manos de Suga y mi regazo.
-¿Qué le sucede? -preguntó la maestra Kamil dirigiéndose hacia mí para inspeccionarme.
-¡No lo sé! -gritó Suga -. ¿No hay nadie que pueda ayudarla?
-No... ¡Tranquilo muchacho! -pidió. Se acercó a mí exasperada y asustada. Al igual que yo, estaba muy asustada porque no sabía lo que me ocurría. Y porque no podía hacer nada más que lloriquear-. Tranquila, tranquila... -reiteró-. ¡Relájate muchacho! La estás asustando más.
Suga se hincó frente a mí prácticamente votando a la maestra hacia un lado y me tomó de las mejillas.
-Mírame Chloe, mírame... -le miré a los ojos tratando de buscar respuestas a lo que me ocurría-. Todo estará bien, sólo respira... cierra los ojos, inhala, y vuelve a exhalar, ¿Está bien, linda?
Algo pareció funcionar bien dentro de mí, no sé que pasó que entonces le miré conmocionada, feliz y sorprendida de que me haya llamado de una manera tan sutil y cariñosa. Me besó en los labios y perdí cordura desmayándome. Todo se tornó absolutamente negro.
Y cuando volví a despertar, estaba meciéndome de un lado a otro sobre alguien. Abrí mis ojos con pereza, sentía algo húmedo en mi frente y algo caliente sobre mis manos. Alcé la vista y me encontré a Suga mirándome con inquietud.
-¿Qué pasa? -vociferé con un tono ronco que efectivamente no era el mío. Me sonrió ligeramente.
-Estamos en el bus, te desmallaste, apenas lleguemos a Fort Worth iremos directamente hacia el hospital. Ahora duérmete. -su sonrisa desapareció y estaba serio. Tenía una mano sobre la mía y la otra apoyando un trapo mojadizo sobre la frente. Sólo asentí y no faltó mucho para volver a sumergirme a un sueño devastador.
Cuando desperté, estaba en una camilla y viendo al techo blanco. Algo estaba enredado en mi muñeca, y sentía un malestar sobre mi nuca. Como si hubiese estado millones de años acostada.
-¿Chloe? -preguntó una voz insegura. Y no faltó mucho para reconocerla, era la de Suga. Enseguida me senté ignorando el dolor que se proporcionaba en mis cienes. Él me miraba de una manera expectante.
-¿Qué sucede? -pregunté con un mal presentimiento.
-No es nada, ¿Te sientes bien? -preguntó acariciándome una mejilla. Sonreí aliviada, y otra voz se escuchó que no era la de nosotros.
-¡Despertó! -exclamó el doctor y se dirigió a Suga en una mueca de disculpas-. Muchacho, ¿Podrías dejarnos a solas un momento con tu novia?
Yo sentí el calor intensificándose en mis mejillas que suponía que estaban al vivo color fluorescente. Suga asintió y no pareció incomodarse con su pregunta, y entonces me pregunté si realmente éramos novios como el decía, pero no. Era una relación extraña.
-¿Qué me sucedió?
-Tuviste una crisis de pánico, y leves mareos debido al viaje.
-¿Leves? -contesté yo cáustica. Él ladeó la cabeza.
-Está bien, tuviste serios problemas...
-¿Fue por una crisis?
-En parte... -sentenció unos segundos y luego me miró-. Disculpe, señorita, mi intención no es incumbir a su vida pero ¿Usted ha estado manteniendo relaciones sexuales sin protección?
Yo abrí mucho mis ojos y el color nuevamente se apoderó de los píes a cabeza. Me coloqué nerviosa al instante.
-Pues... no... tomo la píldora... -mi voz se desvaneció poco a poco, recordando cuando fue el último día que la había tomado y una escena se pasó por mi mente «No me he tomado la píldora, Suga »
Le miré boquiabierta al borde de largarme a llorar-. ¿No me diga que estoy embarazada, verdad? -dije en un hilo de voz. Me miró infalible.
-Dígame cuando fue la última vez que la tomó. -ordenó.
-¿Estoy embarazada? -volví a reiterar la pregunta sollozando.

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now