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Yo estaba soñando entonces con vacas voladoras, que se enamoraban de ángeles, entonces Dios castigó a todos los ángeles por enamorarse de vacas y los convirtió en fenómenos durante toda su vida. Como esa historia del Trauco, la verdad no sé porque soñaba eso, probablemente era porque el maestro de gimnasia nos lo había contado antes de ''Irnos a dormir'' Y justo cuando venía esa parte en que los ángeles se colaban por su ventana, un estrepitoso sonido me hizo incorporarme en mi saco de dormir. Y otra vez el mismo sonido, era como un portavoz invocando a todos los zombies y personas subnormales del mundo.
-¡Ahora mismo todos de píe! ¡Vamos, vamos!
La maestra Kamil nos bajó el cierre de nuestra tienda para anunciar por el megáfono un «¡A levantarse holgazanes!»
Me tallé los ojos con los nudillos de los dedos.
-¿Pero qué carajo? ¿Si quiera sabe qué hora es? -preguntó la voz chillona y ronca de Connie.
-Por supuesto. Las seis y media de la mañana, y hay que levantarse para llevar a cabo las actividades.
Oh no. No podía ser posible. Estaba con una resaca que probablemente me duraría hasta por la tarde, y necesitaba beber una taza de café. ¿Pero adivinen qué? ¡No había café en un bosque! La maestra se marchó para gritarle a otra tienda. Todos estábamos refunfuñando y estupefactas de la sorpresa, y de rabia. Es más, Candy quería ponerse a llorar ahí mismo. No sabía si por la rabia o por el esfuerzo de levantarse. Probablemente hasta algunos acababan de llegar. Yo estaba con un humor horrible, odiaba que me despertaran cuando no me sentía preparada o no dormía lo suficiente. Lo encontraba desubicado. Y por eso ni mamá, ni papá, ni Sam me molestaban temprano los fines de semana a menos que yo quisiera.
Me levanté con pereza, supuestamente traíamos el pijama puesto. Y yo lo traía puesto, la verdad es que no recuerdo muy bien si me lo puse o yo, o si lo hizo Suga. Me sonrojé al recordar la noche anterior, demonios, era una muy buena zorra. Merecía un Óscar.
Salí de la tienda a regañadientes quitando a todos de mi camino, todos estaban parados en el círculo que nos vinculaba con los maestros con el mismo rostro que yo. Miré a Sky que apenas si podía sostenerse de sus propios talones. Esperaba a que ningún maestro se les ocurriera por olfatearnos el aliento, probablemente hasta ellos mismos se emborracharían. O yo al menos era más pasable ya que dejé de beber en mi sexta cerveza. Me pregunté si hubiese parado de hacerlo si no hubiese sido por Suga, que me la arrebató de las manos. Me llevé las manos al rostro pensando en las ridiculeces que le había dicho. Oh infiernos, ¡No podría mirarle a la cara! Claro que no. Ni siquiera lo busqué a mí alrededor, y eso sí que era un milagro. Debía de estar muy avergonzada.
-De acuerdo, ya que todos estamos acá. avisaré a todos que haremos ejercicio matutino. Flexionarán las piernas y correrán detrás de mí y la maestra para no perderlos de vista. Para ejercer el cuerpo. ¿No es genial?
Sí, tan genial que quería vomitar. (Y hablaba enserio).
Todos abuchearon en gesto de contradicción. La maestra Kamil arrugó la nariz como si estuviese oliendo algo, todos enseguida cerraron el pico.
-¿No huelen como a alcohol? ¿A peste?
Todos se quedaron tiesos como goma. Sin saber que hacer, todos comenzaron a reír estrepitosamente. Como si lo que acabase de decir fuese lo más idiota.
-¡Le hace falta alcohol maestra! -exclamó un alumno. La maestra alzó el dedo como regañándolo.
-Respeto, jovencito.
-¡Mis nalgas! ¿Quiere respeto cuando nos pone a hacer ejercicio a las seis y media de la mañana? ¿Pero qué coño es esto? ¿Un entrenamiento para militares?
Los maestros estaba exasperados por hacerlos callar a todos. Hasta yo misma me desesperé.
-¿¡Por qué mejor en vez de contraatacar, se disponen a hacerlo?! -gritó el maestro-. ¡Al próximo que proteste le envío directo a su casa solo en el autobús y encima de todo con una anotación en el libro escolar por atrevimiento!
Y ahora todo estuvo en silencio.
-Ahora obedecerán mis reglas, porque el viaje lo propuse yo como acto de pasar más tiempo juntos. Así que dejen sus protestas y me prosiguen. ¡Vayan a ponerse algo decente para trotar! Y el que objete juro que no respondo.
Como si fuesen marionetas todos se dieron media vuelta para regresar a sus carpas. Y ni siquiera quise mirar a nadie, ni a Suga, ni a Sky con sus nuevas amigas. Ni si quiera objeté, ni dije alguna palabra. Me mantuve callada hasta que volví a salir de la carpa, con unos pantalones cortos y una blusa negra. Me hice un moño desordenado, y me dije si realmente estaba tan horrible. Pues todos me miraban. Pero pronto descubrí que no era porque estaba fea, si no porque Suga estaba a mi lado.
Le miré avergonzada, apartando la mirada enseguida. Pero él estaba asequible.
-¿Y cómo amaneciste?
A pesar de que su tono era extrañamente jovial, detrás de sus palabras había algo extraño. Sobre todo porque él nunca me preguntaba cosas así, le miré como si tuviera tres cabezas.
-¿Te importa realmente? -fruncí el ceño mirando la niebla que se colaba por los cerros a lo muy lejano.
-Pues claro. ¿Por qué no debería importarme luego de haber pasado... lo de anoche? -su tono cambió a uno pícaro. Yo le miré con los ojos muy abiertos.
-¿Que ocurrió anoche? -me hice la desentendida. Lo negaría todo, a cualquier cargo excusaría al alcohol. Él se rio sarcástico.
-Oh vamos, no te hagas la inculta pequeña. Apuesto a que lo recuerdas todo a la perfección.
Me tomó el flequillo que caía por mi frente para añadirlo al tumulto de cabello.
-En lo absoluto... -dije en un tono de voz bastante lejano. No le mire, solo me dediqué a mirar mis zapatos con bochorno. Oí su risa estremecedora sobre mis oídos, logrando que la piel se me pusiera de gallina.
-¿Te comenté que te vez adorable cuando te sonrojas? Porque se te forma un puchero y los pómulos se ablandan demasiado.
Alcé mi vista sorprendida, ¿Pero qué le ocurría?
-¿Realmente eres tú?
-Claro que sí. No tengo gemelo. Siempre repito. -me pellizcó una mejilla con dedo corazón e índice, y vi que por el rabillo de su ojo miraba hacia atrás, como viendo la reacción de una persona. Me volteé, y me quedé boquiabierta al saber que KatheWills se estaba disolviendo en celos y cólera. Le miré con una ceja sarcástica mientras que una parte de mi dolía, ¿Acaso estaba haciendo eso para ponerla celosa? ¿Acaso le gustaba a Kathe? ¡No podía creerlo! Nunca en mi vida me había sentido tan utilizada, ya se me hacía extraño que estuviese tan empalagoso conmigo.
-Idiota... -susurré yéndome de su lado para quedar al lado de Cinthia. Que me sonrió sin ganas.
-¡Chloe! -le eché una última mirada a Suga que estaba de píe en el mismo sitio con una mirada satisfecha.

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now