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Cuando había salido de la ducha, me coloqué la pijama. Me sequé el cabello tratando de hacer el menos ruido posible. Me acobijé hasta la raíz pensando lo bien que se sentía estar abrigada, y de una manera ridícula, sentía que el edredón era mi defensor personal. Y mi almohada, la víctima de mis tristezas y desesperanzas.
Y me desperté a las siete cuando mi alarma sonó, me estiré, y, extrañamente, no me sentía mal. Dejé escapar un bostezo de mis labios para cubrirlo con mi mano, me coloqué de píe para ir directamente hacia mi armario y ponerme algo de ropa limpia. No me arreglé como diariamente lo hacia para Suga. Mis dedos se quedaron estancados en una prenda de vestir pensando... « Suga ».
No me buscó, no se apareció en mi habitación, ni si quiera trató de seguirme. A pesar de mi miserable dolor, me dije que estuvo bien hacer lo que hice ayer por la noche. Me enseñó a darme cuenta de lo muy poco que valía para él. Pero era inevitable no sentirme vacía... incompleta, melancólica, usada, decepcionada.
Una yuxtaposición de sentimientos estaban mezclados como una clase de experimento extraño y diseñado exclusivamente para herir de una manera escalofriante.
Vestida, cuando iba a abrir la puerta de mi habitación. Alguien me lo impidió, fruncí el ceño, y abrí la puerta poco a poco. Sammy estaba durmiendo en el suelo de la alfombra. Estuve pálida diciéndome que no era lo que creía que pensaba.
-¿Sammy? -susurré moviéndolo de un lado a otro. Se restregó un ojo y me miró sentándose-. Oh pero ¿Qué haces aquí mi polluelo? -lo tomé en brazos como a un bebé. Me abrazó muy fuerte.
-¡Loe! Pensé que estabas enojadita conmigo, ¿No lo estás? -susurró haciendo un puchero adorable. Traía su pijama entero que se parecía a eso de los Teletubbies.
-¿Por qué piensas eso cariño?
-Ayer tuve otra pesadilla muy fea. Y cuando quise venir a tu cuarto, no me respondiste, y estaba cerrado con llave. Pensé que habías dejado de quererme. -se le escaparon unas lágrimas que no dudé en quitar. Le besé en todos lados.
-Nunca vuelvas a decir eso. O tendré que castigarte. -le amenacé con el dedo índice besándole la frente.
-¿Me quitarás mis vídeojuegos?
-Nooop. Te dejaré sin respiración.
-¿Me matarás? -su rostro era paranoico. Me reí suave y lo lleve hacia la cama de mi habitación para hacerles muchas cosquillas. Se carcajeó sin más no poder, y yo no evité hacer lo mismo. De una manera extraña, Sammy tenía una dádiva de subirme el ánimo energéticamente. Me hacía olvidar a Suga unos segundos-. ¡Basta Loe, detente! -Me estoy haciendo mucho pipí Chloe.
-¡Aghh! Monstruito, vamos, te llevaré al baño a lavarte. ¿Qué hacen tus papis?
No quise decir «Nuestros padres» por el hecho de que aún estaba muy sentida con ellos. Bueno, con mamá no. Pero sí con papá.
-Papá duerme en el sofá, mamá lo echó de la cama.
-¿Y eso? -pregunté con el ceño fruncido quitándole el pijama y cambiando la temperatura del agua a uno cálido.
-Hablaban de unas cosas tuyas y un niño, y luego papá no sé que dijo que mamá lo echó de la habitación y le golpeó aquí. -se apuntó la nariz riendo. Me quedé pensativa, ¿Papá le habría dicho que me había prohibido juntarme con Suga? No evité sentirme tan triste. Le lavé el trasero a Sammy y lo dirigí a la habitación de mamá donde dormía plácidamente. Fruncí el ceño, ¿No tenía que trabajar?
La zarandeé de un lado a otro y ella abrió sus ojos con pereza.
-¿Qué ocurre? -se sobó un ojo y luego se sentó en la cama sobresaltada-. ¡¿Que hora es?! -chilló como si un terremoto de avecinara.
-Las siete y media.
-¡¿Qué?! -y se puso de píe inmediatamente quitándose toda la ropa para buscar algo en su armario.
-Debo irme al instituto, se me hace tarde. -le di a Sammy cambiado por otro pijama nuevo-. Adiós monstruito. Espero que en la guardería te traten bien.
Sonrió un poco nervioso, sabía lo que estaba pensando. Le susurré en el oído.
-Si te dicen algo malo lo exfoliamos.
Se rió y yo también. Le besé la mejilla y me despedí de mamá yéndome hacia la primera planta, vi a papá que estaba tomando desayuno. Ni si quiera le dije buenos días. E inquirió en mi salida.
-Cuando regreses de la escuela, quiero hablar contigo. -su voz sonaba afligida. Le hice una mueca de sonrisa y pegué un portazo para montarme en mi auto. Sentada en el asiento, apoyé mi cabeza en el volante para suspirar. Me golpeé con ésta. ¡Todo era tan desastrozo!
Fui a camino lento en el auto y escuchando música de los Beatles, tatareando suavemente la canción «Stand by me» y eso bastó para desanimarme por completo.

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now