₀₃. excepción a la regla

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CAPÍTULO TRES

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CAPÍTULO TRES

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KAZ BREKKER NO NECESITABA UNA RAZÓN. Esas fueron las palabras susurradas en las calles de Ketterdam. No necesitaba una razón más de lo que necesitaba permiso. Por supuesto, estaban equivocados. Cada cosa que hizo Kaz fue deliberada, pensó en cada escenario. Tenía cuerdas por todas partes en la ciudad, tenía razones para cada una de ellas.

Todos menos uno: el Susurrador.

Kira apareció, ofreciéndole un diamante que valía más que su mente (que era decir mucho) solo pidiendo protección a cambio. No por su supervivencia, sino por su vida. Ella le pidió una vida libre de algunas de las cargas de sobrevivir. Y Kaz no la rechazó.

No por el diamante, o incluso por el hecho de que ganó una cantidad surrealista de oro esa noche, o incluso por su habilidad para robar botones de sus abrigos en medio de la calle.

Él no la rechazó por una sola razón exasperante: su sonrisa.

Una sonrisa tan pura que era como si hubiera borrado todos los cadáveres que le quedaban para que se pudrieran, todos los hombres a los que manipuló para que cumplieran sus órdenes, todos los hilos que tiraba de una manera que haría que los santos se erizaran.

No miento Es la única forma en que puedo mantener mi alma intacta. Esas fueron las palabras que ella había dicho y Kaz no se había dado cuenta de cuán ciertas eran en ese momento.

Kaz siempre tenía una razón para todo lo que hacía, pero confiar en el Susurrador del Barril, confiar en Kira, lo hacía a ciegas.

No tenía idea de por qué, por qué su sonrisa agitó al niño en él que había muerto con Jordie en la Barcaza de la Parca. Sin embargo, con todo su odio por la razón de que ella estuviera allí, Kaz no se arrepintió de haberla dejado entrar. Era tan útil como una Mortificadora, tenía un don para los secretos y, mejor aún, una mente inteligente, a veces más rápida que la suya (al menos cuando se trataba de personas).

Por otro lado, ella lo irritó muchísimo, pero sabía que podía, y él sabía que simplemente la dejaría.

La peor parte: la historia de fondo de Kira tenía tantos agujeros como la pared que Jesper usaba para desahogarse. Y Kaz no pudo encontrar ni una sola pista en su vida pasada. Ni uno. Sin embargo, su historia era simple: la niña Ravkan, una sobreviviente de la Sombra, llegó joven a Ketterdam.

—¿De dónde vienes? —Kaz le había preguntado, siendo cuidadoso con sus palabras ya que había aprendido cómo era capaz de torcerlas todas.

Ese era otro talento suyo. En su afirmación de que no mentía, él había aprendido que ella era mucho mejor dando vueltas alrededor de la verdad, dejando que la dirección equivocada y el engaño lideraran el baile y Kaz casi nunca podía obtener una respuesta directa de sus labios.

✓SANTOS -kaz brekker¹Where stories live. Discover now