5

103 19 51
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La combinación del dolor de cabeza y los brillantes rayos de sol de la mañana de Los Ángeles me saca de golpe de los profundos brazos del sueño, haciéndome cerrar los ojos con más fuerza de forma involuntaria para tratar de bloquear el brillo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La combinación del dolor de cabeza y los brillantes rayos de sol de la mañana de Los Ángeles me saca de golpe de los profundos brazos del sueño, haciéndome cerrar los ojos con más fuerza de forma involuntaria para tratar de bloquear el brillo. No tengo ni idea de qué hora es, pero a juzgar por la luminosidad que me llega incluso a través de los ojos cerrados, debe de ser bien entrada la mañana. No sé por qué Olivia no me ha despertado para empezar con el itinerario de persecución antes de marcharnos por la tarde, y tampoco recuerdo absolutamente nada de lo que ocurrió ayer por la noche. A juzgar por lo raro que siento el cuerpo y mi dolor de cabeza, probablemente me emborraché, aunque dudo que sucediera eso porque rara vez bebo alcohol. Es más, si no fuese porque Olivia quería perseguir a Axel hasta ese club tan famoso, no hubiera accedido a salir de...

¡Eso! Ayer hubo una fiesta..., ¿no?

Bueno, según el plan de Olivia, teníamos pensado asistir a ese club para perseguir al rubito, ¿pero por qué no recuerdo las luces, ni la música, ni la gente...? Lo último que tengo en la cabeza es la habitación del hotel, a Olivia vistiéndose y luego el mundo a mi alrededor dando vueltas...

El esfuerzo por tratar de rescatar los recuerdos de mi mente solo provoca que me duela la cabeza todavía más, en un intento de decirme que no escarbe más en la neblina que fue el día de ayer. Siento un pinchazo particularmente fuerte en mi cabeza que me hace soltar un quejido de dolor. El sonido que llega a mis oídos es grave y áspero, y abro los ojos de sopetón.

¿Eso ha salido de mi garganta?

La habitación que me recibe al abrir los ojos no es el cuartucho cubierto de papel pintado con horrendas volutas naranjas donde están apretadas las dos camas en las que dormimos Olivia y yo, sino más bien lo opuesto.

Me encuentro tumbada en una enorme cama tapada por las sábanas más suaves que he tocado nunca. La pared de mi izquierda ha sido sustituida completamente por cristal a través del cual tengo las mejores vistas de Los Ángeles. El dormitorio no parece un dormitorio en absoluto, sino más bien un apartamento sin paredes. La cama se encuentra sobre una elevación a la que se llega subiendo por dos escalones. Frente a mí, hay una enorme pantalla plana colgada del techo y más allá puedo distinguir un sofá, sillones, una enorme cómoda de madera oscura y dos puertas, sin contar la que lleva al balcón que domina el lado izquierdo del exterior de la sala. Podría apostar todo lo que tengo a que tan solo lo que veo, es más grande que mi apartamento.

¡Devuélveme mi cuerpo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora