Capitulo 6: Temblores

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No sabía que hora era, habían pasado horas desde que había despertado, todo el ambiente era oscuro ¿Siquiera era martes? Todo estaba en completa oscuridad, veía borroso, hacía DEMASIADO calor, y ya no sabía que más que hacer. 

Sus feromonas estaban demasiado alborotadas, ya ni siquiera podía consigo misma, nunca le había dado tan fuerte su celo como en ese momento, tenía que tomar aire, y mucho.

Miró la hora con cuidado, 3 de la mañana, su celo estaba rompiendose a las 3 de la mañana y ya no sabía que hacer, no quería ir con México, a esas alturas de su celo, no quería estar con él en ese momento.

Mientras caminaba lentamente, un fuerte aroma invadió sus fosas nazales ¿Café? ¿Alguien estaba preparando cafe? Amaba tanto el café, que en ese momento tomaría una jarra completa de expresso puro.

Mientras seguía aquel dulce aroma por los pasillos del segundo piso, se chocó contra una puerta, la cual al instante comenzó a tocar, tenía ganas de un café, un buen cargado café sin azucar pero extra espumoso, tenía gustos exactos.

Cuando la puerta se abrió, rápidamente el ruso la agarró del brazo jalándola hacia adentro y cerrando la puerta con seguro. No sabía que demonios sucedía, pero de algo estaba más que seguro, ella solo olía a feromonas y celo, con sabor a chocolate.

¿Perú? ¿Por qué estás aquí? — tragó saliva bastante nervioso, estaba en ropa interior, solo ropa interior, nada más, y la peruana no dejaba de verlo directamente, ojos dilatados, fuertes feromonas, hasta babeaba ligeramente, sus labios rojos, todo en ella era tan sexual y quería darle de todo en ese momento — ¿Pe- Perú...?

Me~... — soltó en un ligero gemido mientras se acercaba al ruso, nunca se había sentido tan bien cerca de un alpha como ahora — Me... ¿Me... acaricias...? —

¿Qué? ¿Acariciarte? — preguntó confundido mientras retrocedía lentamente en aquella cama, hasta sentarse en ella, viendo en cada momento todo lo que pasaba con ella — Quieres... ¿Que te acaricie...? ¿Donde...? — alzó su mano derecha mirando cada pequeña parte de su cuerpo, su ropa interior, sus muslos, su figura entera y su cintura, su muy suave y delgada cintura que, sin dudar mucho, la acarició lentamente hasta escuchar un leve gemido por su parte — Con que... ¿Te acaricio ahí~? — no podía evitarlo, el contacto directo con aquellas dulces feromonas lo embriagaban como él nunca se imaginó, su Alpha interior rogaba desesperado por cogerse a esa omega.

Levantó sus dos manos para acariciar de sus muslos hasta sus caderas, sintiendo como en cada momento como su piel reaccionaba a cada toque que hacía, era tan suave, sus feromonas tan dulces y el olor a mocca en el lugar aumentaba.

Tocarla, acariciarla, besar y lamer sus muslos... ¿En qué momento ella quedó debajo de él, jadeando y gimiendo en cada momento? Cuando se alejó de ella, pudo observar de la mejor manera como su omega babeaba y gemía por él.

Alpha~ — se redujo a gemir sacando su lengua, no podía evitarlo, ver al ruso sudando y gimiendo por solo sentir su aroma, era un deleite que le encantaría sentir toda la vida. Había visto al mexicano en celo antes, y no era nada comparado con aquel Alpha que alocaba sus feromonas.

Tu, Mi Omega, eres tan excitante~ — relamió sus labios antes de acercarse a ella, lamiendo con suavidad su cuello, repartiendo besos por este mientras subía lentamente hasta sus labios — ¿Puedo~?

Por favor si~ — soltó en un gemido antes de acercarse a su Alpha, impregnándose con su aroma, arrullándose en su pecho, sorprendiendo al mayor — ¿Alpha está feliz? — alzó su mirada encontrándose con la del mayor, antes de sonreír dulcemente.

Alpha está muy feliz~ — susurró el mayor antes de darle un beso en la mejilla, arrullándose en la cama con ella — Siento que si hago algo ahora, va a terminar peor de lo que quisiera... Dime algo ¿Te hicieron algún daño? ¿Puedo saber?

Mh... ¿Puedo no...?

Claro que puedes no decirme, eres Mi Omega, no importa si la vida misma está en nuestra contra, no me importa si tengo que matar a la misma muerte para estar contigo... Eres todo para mí ahora~ — ronroneó el mayor acomodando a su pequeña en el pecho, sintiendo más fuerte sus feromonas, no solamente de celo, sino también cariño y amor puro, feromonas que a su vez, él tambien soltaba, envolviéndola por completo con su propio aroma — Creo que... México se va a enojar —

¿Mex...? Él no importa — agachó un poco su mirada, arrullándose nuevamente en el pecho del Alpha, no podía evitarlo, su omega había tomado el control, y se notaba que el Alpha también — Quiero estar contigo, anhelo estar contigo~ —

Yo también quiero que te quedes conmigo~ — besó su frente acomodándola mejor en la cama — ¿Qué tal si te quedas esta noche? ¿Y arreglo tu problema de celo~? —

¿Alpha lo hará con Omega?

Alpha hará muchísimo más que eso, estoy seguro que mi dulce Omega nunca ha sentido placer ¿Verdad? —

¿Placer? —

Descuida, te haré más que feliz~ — se colocó encima de ella acariciando con suavidad su mejillas, verla de esa manera, tan amorosa como nunca lo había imaginado, era alguien que él apenas conocía, y su Alpha ya amaba con locura, hasta podría jurar, que era su destinada — Haré que mi Omega quiera sentir toda la madre rusa por toda su vida~ —



.   .   .


Era bastante tarde, casi las cuatro de la mañana cuando el mexicano regresaba a escondidas a la mansión, Onu se encontraba de viaje por algunos negocios, así que era mucho más sencillo entrar al lugar a escondidas.

Subiendo las escaleras con cuidado, se sorprendió un poco al oler un suave olor a Mocca, que se intensificaba cada vez que subía hasta el segundo piso. Le gustaba mucho esa bebida, pero ¿Quién lo preparaba a las 4  de la mañana? Mientras seguía el olor, escuchaba pequeños y leves golpes los cuáles no podía entender del todo.

Al acercarse mejor, se topó con la puerta del ruso, lo sabía porque tenía su nombre en ella. Al acercar su oído, pudo escuchar perfectamente el gemido de una mujer, uno dulce que no podía dejar de escuchar, no sabía que el ruso tenía ese tipo de acompañantes, aparte de que fuera de su habitación, podía persibir las feromonas de celo en el ambiente, parecía que los dos se divertían.

Al acercarse mejor, pudo abrir ligeramente la puerta para ver si sus sospechas eran ciertas, ese olor intenso a chocolate podría percibirlo en cualquier lugar, y esperaba, ansiaba que no sea la peruana.

Cuando miró por una pequeña abertura, escuchó al instante como aquellos gemidos se intensificaban, viendo como el ruso, su compañero de universidad, se estaba cogiendo a la peruana en la cama de este.

Los gemidos y las suplicas por pedir más de él era de su omega, su esposa, que solo pedía más atención por parte del eslavo, cosa que él terminó por correrse dentro de ella, nuevamente en aquella noche, y no parecía que iban a detenerse pronto. Parecía que los dos lo disfrutaban.

Hasta parecía que los dos se amaban... Y eso no soportaba el mexicano.

Hijo de perra... — susurró el mexicano antes de alejarse del lugar, realmente enfadado, nadie pordía tocar a su pequeña.


¡Y fin!! 

Esto se pone de mal en peor, y a Per le dieron como cajón que no cierra toda la noche.

Bye!!!

Alpha de 3 OmegasWhere stories live. Discover now