Capitulo 10: Excusa

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Ese mismo jueves en la noche, la peruana leía uno de los libros que había agarrado de la biblioteca privada de Onu, todo estaba tranquilo, demasiado para ella. Nada de ruido en la sala y en la cocina, apenas podía escuchar el televisor dando las noticias, parecía que no había ni un alma en el lugar, y eso que no se encontraba sola.

El ruso, su acompañante nocturno estaba a su lado acariciando el cabello de la pelirroja, también leyendo un libro que le habían dejado como tarea en la universidad. La americana, de la misma manera que el ruso, trabajaba en un proyecto de arquitectura, el cual se trataba de hacer una maqueta a mano de una estructura capaz de soportar el cuerpo de una persona.

Su hermana guatemalteca descansaba con tranquilidad, durmiendo en el pequeño sofá mientras se arrullaba en el saco del kazajo, que acababa de hacer una presentación ese día, y estaba lo suficientemente cansado como para dormirse a los pies del sofá donde dormía la latina, ambos agarrados de la mano al dormir.

¿Su hermano chileno? Extrañamente tranquilo después de haber tenido un ataque de pánico hacía una hora atrás, había pocos momentos donde lo veía de esa forma, tan vulnerable y que sea capaz de hacerse daño a sí mismo para olvidar el dolor que sentía por un dolor físico.

Por suerte, no pasó mucho rato para que al fin se escuchase como su hermano se había quedado por completo dormido, era obvio, teniendo al alemán constantemente acariciando su cabello mientras lo calmaba terminó llevándolo a un sueño profundo.

Bien — mencionó la peruana cerrando su libro de golpe, logrando despertar solamente al kazajo, pues sus hermanos tenían el sueño pesado, sobre todo ahora con los Alphas presentes — Alemania, ahora quiero que me digas exactamente, qué le pasó a Chile

¿De- De que estás hablando? No pasó nada — respondió nervioso, si a eso le pasó al chileno, no quería ni imaginarse como se lo iba a tomar la peruana, o peor, la guatemalteca.

Bien, si no me quieres decir, adivinaré entonces... — dejó su libro a un lado levantándose de su asiento, dirigiéndose frente al pelinegro — Te encontraste con la Omega de México ¿No es así?

Silencio, todos estaban más que sorprendidos, no solo porque el mexicano tenía una omega muy aparte de sus dos esposas y esposo, sino, por la actitud de la pelirroja, ni un pequeño tono de desagrado, mucho menos dolor, tan frío como un cubo de hielo o mucho peor, un iceberg.

Tu-... ¿Lo sabes? — se sentó recto el alemán sin poder creer lo que la omega estaba diciendo, pensó que era un secreto que el mexicano tenía bien guardado.

Oh vamos, huele a ella casi todo el tiempo, no hay que ser un genio para descubrir que se acuesta con ella casi todos los días, además, es la tercera vez que nos hace esto, creí que se había terminado cuando ella se fue de América del Sur, me alegré por mudarnos a esta ciudad, muy, muy alejados de ella, pero parece que fue todo lo contrario, y por la actitud de Chile, descubrió que en realidad vinimos hasta aquí, por ella... ¿Me equivoco?

... ¿Cómo es que sabías?

Es la tercera vez que pasa lo mismo, la primera vez yo fui la más afectada porque los encontré cogiendo en nuestra cama de ese entonces, y nunca se lo perdoné, la infidelidad sí, en nuestra propia casa no. Además, que jamás volví a ser cariñosa con él, y le dije muy en claro que estábamos casados en papel, pero que jamás lo vería como una pareja después de lo que nos hizo

Guatemala... ¿Cómo se puso esa vez? — preguntó el kazajo bastante preocupado, ella tenía apego ansioso, y pudo darle varios ataques.

Se puso en mi contra, me llamó mentirosa, desgraciada, que solo quería alejarla de México inventándome tontas excusas, que ella no se iba a creer eso porque Mex siempre le decía que la amaba... Negación total — soltó un ligero bufido, sentándose nuevamente al lado del ruso, pero esta vez agarrando su mano — Chile solo quería que Mex lo negara una y otra vez... No sé qué habrá estado pasando en su cabeza para querer oírlo por casi un año

Alpha de 3 OmegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora