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El cenizo bajó de su auto apurado, entregando las llaves al valet parking para luego ingresar a aquel imponente edificio, donde saludó brevemente a las personas que se encontraban de camino a su oficina.

—¡Licenciado Lange!—Lo llamó uno de los empleados del lugar.— La presidenta lo requiere en la junta de esta tarde.

—Gracias por el aviso Charlie.— Antes de ingresar a su oficina miro por última vez al castaño.— ¿Te puedo encargar que me pases mi café? No debe tardar en venir el repartidor.

—Por su puesto señor.

El cenizo con rapidez desbloqueo la computadora de su oficina y se puso a revisar distintos documentos y contestar diversos correos.

Minutos después escuchó un par de golpes en la puerta para luego ser abierta por el mismo empleado de antes.

—Su café señor.

—¿Y el croissant?— Cellbit apartó algunas pilas de papeles para darle espacio a su preciado americano.

—¿Encargo uno?

—No, pero siempre me mandaban uno de regalo por ser cliente habitual...

—Si gusta puedo pedir uno o ir a la tienda de al lado.-Se ofreció veloz.

—No, así está bien Charlie, muchas gracias.— Sonrió brevemente para regresar su mirada a la computadora.

—No es nada señor.— Apresurado salió de la oficina cerrando la puerta tras de él.

Cellbit ahora más tranquilo tomó su café para darle un buen sorbo, realmente lo necesitaba; Sin embargo, con el ceño fruncido prestó especial atención al sabor.

Ese no era su café.

O al menos, sabía diferente, no le desagradaba pero consideraba que no era ni la mitad de bueno de costumbre.

Sintió una ola de estrés acumularse en la nuca y con exasperación se tronó los dedos.

"Hoy sin café y croissant tendrá que ser."

Fue lo primero que se le pasó por la mente, sin saber que en realidad aquella situación se repetiría hasta el fin de semana.

—Mouse, el día de hoy solo estaré en la oficina hasta las 2 pm, espero llegar temprano pero te aviso cualquier inconveniente

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—Mouse, el día de hoy solo estaré en la oficina hasta las 2 pm, espero llegar temprano pero te aviso cualquier inconveniente.

—¡Claro Sr. Lange!— La chica asintió encantada.— Un placer como siempre cuidar de su hijo.

—Gracias, entonces nos vemos más tarde.

Salió de su casa y una vez en el auto suspiró cansado, la semana estaba siendo muy pesada para él, pues la carga de trabajo aumentó junto con su puesto.

La mañana en la oficina procedió como siempre, exceptuando por la llegada adorada de su café matutino, aunque por fortuna eso no duraría mucho.

Su jornada se vio interrumpida por un par de golpes en la puerta, recibiendo al ya conocido castaño, esta vez con un vaso de café y croissant entre las manos.

Coffee and Sweets | GuapoduoWhere stories live. Discover now