—Richas.—El pequeño aparto la mirada del televisor para prestarle atención.— ¿Qué pensarías si tu papá tiene un novio?
—¿Qué es un novio?
—Es alguien a quien quieres mucho.— Se quedó pensando por unos instantes, nunca se había imaginado tener esa conversación tan pronto.— Pero los niños no pueden tener novio ni novia.
—¿Por qué no?
—Mmmm, es una cosa de gente grande.— En ese momento se arrepintió un poco de comenzar con aquella conversación.— Oh, por ejemplo, tu papá Felps y mamá eran novios porque se querían muchísimo.
—¿Entonces mi papá quiere mucho a alguien? ¡¿Quién es?!
Cellbit se acercó con cautela exagerada al pequeño y luego susurró con una gran sonrisa:
—Es Spiderman.
Richarlyson abrió los ojos con sorpresa y luego se arrojó a sus brazos con emoción.
—¡¿Qué?!
—Pero por el bien de la humanidad hay que llamarlo Roier ¿si?
—¡Pai pai! lleva a Roier a mi partido del sábado.— Richas se revolvió entre sus brazos contento.— Por favoooor.
—Le preguntaré si puede ¿bien?— Depositó un beso cariñoso en la mejilla de su hijo.
—Si pai, gracias.
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En cuanto Cellbit cruzó la puerta del local fue bienvenido por la enorme sonrisa de Roier.
—Gatinho, hola.
—Guapito.— Observó como el castaño cruzaba la compuerta del mostrador para acercarse y darle un beso en la mejilla.— ¿Estás listo?
Cellbit tomó a Roier suavemente de la cintura para atraerlo en un beso corto, el cual hizo sonreír al menor.
—Vámonos.
Ambos subieron a la camioneta después de despedirse brevemente de Tina, el plan era sencillo: un almuerzo en la terraza de un restaurante.
—¿Crees que voy vestido para la ocasión?— Preguntó esta vez Roier viendo que se adentraban al centro de la ciudad.
—Roier, podrías estar vestido con un trozo de cartón y te seguirías viendo precioso.
—Eso no es lo que te pregunte eh.— Por quinta ocasión se miró a sí mismo en el espejo de la guantera, no llevaba traje como Cellbit pero si un pantalón de vestir y una camisa de cuello de tortuga negra, peino su cabello un poco hacia atrás con nervios.
—Guapito, te miras divino.— Al fin se estacionó frente a un gran edificio, bajando primero para abrirle la puerta al menor y luego entregar las llaves al Valet Parking.
El lugar sin dudas era lujoso, y no era para menos, pues Cellbit duró horas investigando aquel sitio, miró brevemente como Roier respiraba profundamente al ver la fachada del hotel y luego tomaba su mano entre la suya, con cariño guio al chico por la recepción y luego hasta el elevador que le habían señalado una de las secretarías del hotel.
