Capítulo 3: Los jardines de Paradise.

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–¡¡Roe!! ¡¡Despierta!! ¡¡Se te hará tarde!!

Escuche despertándome confundido, el sueño me había desorientado, ni siquiera estaba seguro si era solo un sueño, muchas dudas surgieron en mi cabeza, cientos de preguntas sin respuestas llegaron a mi cabeza. Intente recomponerme recordar lo importante, realmente era la primera vez que me sentía tan desorientado.

–Maldición me quede dormido.

Me levante de inmediato mirando hacia los lados queriendo encontrar el reloj de mi habitación, al mismo tiempo que me quitaba mi ropa, debía estar en los jardines a las cuatro de la tarde.

–Son las tres y media.

Escuche reconociendo la voz de Mary, era un problema, ni siquiera había almorzado.

– ¡Es muy tarde!

Exclame corriendo hacia uno de los armarios, abriéndolo y encontrándome con una armadura roja brillante, sus decoraciones doradas le daban una apariencia más noble, aquellas decoraciones eran parecidas a garras y plumas, notaba de primera mano que no era para combatir, pues una espada no podría deslizarse sobre la superficie de esta. Suspire empezando a vestirme con una camisa manga corta negra de mitril que me permitiría protegerme, así como unos pantalones del mismo material, para después colocar mi armadura sobre aquellas ropas, lo hice lo más rápido que pude para al final tomar el casco, el cual parecía la cabeza de un águila con sus plumas forjadas en metal, suspire colocándome el casco antes de salir

De inmediato fui hacia la puerta, tome mi espada de siempre colocándola en mi cintura antes de salir, Mary me esperaba justo frente a la puerta.

–Buenas tardes joven Roe, listo para su graduación.

–Claro, aunque ya se me hizo tarde, andando.

Mary me saludo con algo de nerviosismo siendo más formal que de costumbre, la mire de pies a cabeza, fijándome en su rostro algo apenado, sus ropas no eran su típico uniforme de sirvienta, en su lugar lucía un vestido de verano blanco de una sola pieza haciéndola lucir muy hermosa, resaltaba mucho su figura, no parecía ser la sirvienta de siempre, era más parecida a alguna joven acaudalada.

–L-la señora Mónica me pidió que viniera a despertarte, ya que no bajaste para la cena... digo almuerzo.

Hablo mientras daba un cuarto de vuelta caminando mientras yo la seguía no tenía palabras, mi propia forma de actuar la puso nerviosa al instante, por lo que procedí a dedicarle algunas palabras.

–Es la primera vez que te veo con una ropa así, realmente te queda muy bien.

Mary se sonrojo por un instante haciendo que sintiera un poco más pesado mis hombros.

–Fue un regalo del duque, me dijo que lo usara hoy... tendría mucho calor si pasaba todo el día vestida de sirvienta.

Llevo sus manos hacia su pecho tomando aire e intentando tranquilizarse, entonces tomo valor colocándose frente a mí deteniéndome.

– Roe ¿puedes arrodillarte un poco?

Me pregunto en un leve tono de orden, no entendí lo que ella quería decir, pero le obedecí arrodillándome como lo haría cualquier caballero, entonces retiro mi casco de mi cabeza dejándolo sobre una mesa de madera, procedió a peinar mi cabello con un peine de madera desenredándolo y dejando que callera parte de este a ambos lados de mi cara, mientras la parte trasera lo peino hacia atrás formando una cola de caballo la cual ato con una cuerda roja de lino trenzado.

–Sabía que se te olvidaría arreglarte.

Me dijo mostrándome una sonrisa mientras tomaba mis mejillas con sus manos.

Alma de Fuego: Arco de Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora