O6 ━ ¿𝐋𝐢𝐥𝐚? [𝐑𝐮𝐩𝐭𝐮𝐫𝐚]

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Superar. ¿Que es eso? ¿Es cuando dejamos atrás una historia inconclusa?

No. No lo es. Pero ella seguía creyendo fielmente que era eso. Que debía enterrar cada parte de esa antigua historia, sin darle un final. Sin buscar un cierre.

Porque para ella era mejor intentar olvidar un recuerdo latiente, a buscar respuestas en la mirada perdida de alguien que creyó no volvería a ver.

Solo se hacía más daño, siendo capaz de arreglarlo, dejando atrás el miedo.

—¿Lila?

De manera incomoda, la castaña dirigió su mirada a la mirada turquesa de él. Estaba un poco avergonzada de que su ex novio, la viera al lado de ese chico que conocía de hace menos de un mes. ¿Como decirle que estaba comprometida?

Su mente se revolvió. Ahora solo quedaba una Lila sonrosada y vuelta piedra. No podía articular una palabra coherente en esos momentos. ¿Que cara tenía para hablar?

—¿Pasa algo? —Preguntó Félix, viendo hipócritamente a Lila.

Esta lo fulminó con la mirada, y luego negó con una amarga sonrisa que él captó de inmediato.

—Bueno, estuviste desaparecida mucho tiempo —habló el pelinegro, haciendo a la castaña bajar la mirada, con la vergüenza carcomiendo cada uno de sus pensamientos —Lamento lo de... Tu madre.

Ella asintió, turbada. Angustiada. Ni siquiera sabía porqué estaba en esa situación en realidad.

—Oye, sabes que...

—No importa —cortó ella de inmediato. Sabía que seguir en esa conversación tensa no ayudaría en nada. Hizo un ademán de restarle importancia. —Creo que... —Balbuceó, viendo de reojo a, su ahora, prometido —Deberíamos irnos —murmuró, sin saber si su cerebro podría seguir formulando palabras coherentes.

Felix rió con arrogancia. ¿Ahora sí necesitaba de su ayuda?

Lila se había comportado de manera horrible, lo había menospreciado a pesar de todo y se negó a cualquier contacto físico con él.

Ahora se mostraba tan débil, tan frágil y suave. Parecía estar hecha puré delante de ese guitarrista.

No pudo burlarse de eso para sus adentros. Verla en esa situación era verdaderamente gracioso, incluso le daba algo de lástima.

Buen momento para aprovecharse, seguramente.

—¿Y este quién es? —Preguntó, sonriendo ampliamente como si fuera dulce.

Lila tragó saliva, dirigiendo su mirada a la de Félix, casi rogándole.

—No importa, ¿nos vamos?

—¿Por qué te quieres ir, amor?

Lila se enfrió. De pies a cabeza. Sus dedos se entumecieron, y sus labios se secaron de repente.

¿Amor? ¿Desde cuándo él la llamada así?

Lo hacía para molestarla, de seguro. Ya que seguramente se notaba la palidez de su frente, o los torpes y nerviosos movimientos de sus manos.

El nudo de su garganta engulló sus palabras, y su voz se calló dentro de su pecho.

Sus ojos se dirigieron al rostro implacable de Luka. Él no movía su expresión sonriente, como si fuera un muñeco.

—Vaya, Lila —. Soltó una risa —Es realmente sanador saber que tú también haz conseguido a alguien más.

¿... También?

—¿Qué? —Preguntó, luchando para no tartamudear —¿Tú...?

—Cierto, no te la he presentado —habló, mientras Lila temblaba por dentro, sacó su celular se su bolsillo. Sin buscar mucho, solo lo encendió y le mostró la foto de fondo a Lila.

—Marinette —respondió, con la voz más seca que pudo.

Luka sintió, y guardó su teléfono en el bolsillo de su sudadera.

El mundo de Lila pudo romperse en pedazos. Pero, ella decidió ser fuerte. No caer y pedir perdón.

No, eso no lo haría Lila. Ella no iba a derrumbarse por algo que ya había pasado. A pesar de que la herida ardía como nunca antes.

—Bueno —cortó de repente, y sonrió con amabilidad fingida —, me alegra por ti. Pero —. Tomó la mano de Félix y la apretó, casi como pidiendo ayuda —, debemos irnos —dijo —. ¿Verdad, amor? —Preguntó, viendo con malicia a Félix.

Él apretó cómplice, y sonrió de la misma manera.

—Sí —contestó. —Debemos irnos.























—¿Que fué todo eso? —Preguntó Félix, riendo por lo bajo.

Lila dejó su bolso en un mueble, viendo hacia el piso con una mirada vacía, una mirada triste y desolada.

Habían roto hace tiempo, no debería dolerle. Ella ya lo había superado, o eso creía. Eso creyó por dos años. Dos largos años, en los cuales se la pasó convenciéndose de que nada pasó, de que no ardía ese sentimiento roto dentro de ella.

—Hey, Lila —Llamó Félix, tocándole el hombro.

Ella revivió su mirada, levantándola y analizando la mirada confundida de Félix.

Ella no quería eso, él tampoco. Aún así, estaban allí. En la casa que compartían, a punto de casarse, obligados a convivir por parte de sus padres.

¿Era necesario sufrir tanto en esta vida?

—¿Qué te pasa?

Lila sólo sonrió de lado, con ojos de tragedia. No habían lágrimas, no había llanto. Pero la tristeza se notaba a leguas.

Y, con esa mirada, le proporcionó un pequeño beso en la mejilla.

Un beso de buenas noches.

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A su mecha Marimar

— Shar

• El Reto De Los Días: FALSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora