11 ━ 𝐀𝐠𝐮𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐢𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚 [𝐃𝐞 𝐡𝐞́𝐫𝐨𝐞 𝐚 𝐯𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐨]

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Nunca podremos imaginar a una linda oveja sacándole los colmillos al lobo, porque así no es la naturaleza.

Los papeles no se intercambian. O eso podía creer ella, al recordar con precisión el rostro sonrojado de alguien que fue su amigo.

Nadie tiene porqué ser el villano si cuentas bien la historia.


—Aún no me creo que Luka se haya dejado joder de Nathaniel —habló Lila, viendo con atención a Adrien.

—Yo tampoco —admitió —. Nathaniel siempre fue muy débil y flacucho —recordó, viéndola con atención —. Pero, bueno, eso me dijeron. —Se liberó de cargos, tomando un sorbo de su batido.

—Que mal, de verdad pensé que se llevarían bien —opinó Lila —Nathaniel era un buen chico —admitió —. Nunca pensé que sería capaz de algo así —murmuró, bajando la mirada al poco café que le quedaba.

—Bueno, uno nunca sabe... —dijo Adrien.

Lo que más quería en ese momento, era mantener el tema de conversación. No quería volver a hablar de su primo o de los problemas que tenía con Lila.

—¿Recuerdas cuando pidió que fuera su novia? Jaja, era muy tierno —recordó la castaña corta, para luego ver la ventana —. Fue tan dulce y a la vez estaba tan nervioso... —divagó, suspirando.

—Pero luego de que lo rechazaste... —siguió Adrien, haciendo a Lila rodar los ojos. Aún sentía culpa, ¿debía recordárselo? —. Él se fue con Marinette.

—Marinette... —repitió Lila —. La conoció en el club de arte, ¿no?

Adrien asintió, soltando una risilla al recordar la escena. Nathaniel se tropezó con Marinette. Para desgracia de ambos, Nathaniel llevaba consigo sus pinturas al frío, y terminaron derramadas sobre la camisa de Marinette.

Ella no se molestó, o al menos no lo demostró en ese momento. Solo soltó una risa nerviosa y su típico « Soy tan torpe ».

—Fue divertido —sinceró, soltando una risa por lo bajo —. Ese día tuve que ayudar a Marinette para limpiar su camiseta —recordó —. Aunque de todas maneras tuvo que irse a casa para cambiarse. Nathaniel no cabía en su pena —. Soltó una carcajada de solo pesarlo.

Lila solo admiró a un hombre paseando a su perro, distraídamente.

—Aún no pienso en él como alguien malo —bufó por debajo, casi como si no estuviera prestando atención.

Adrien asintió lentamente, mientras observaba como el poco café que le quedaba a Lila en su taza, se movía suavemente por los movimientos de la mesa.

—Digo lo mismo —murmuró, sin la intención de que ella lo oyera. Como una afirmación solitaria.

Nathaniel era un buen chico.





















—Oh, por Dios, ¡perdón! —se disculpó rápidamente el pelirrojo, tomando el vaso con agua pintada, tratando de secar el abrigo que estaba sobre la mesa.

Lila solo soltó un suspiro, tomando el suéter y negando suavemente.

—No importa —cortó —. Después de todo, la culpa es mía por dejar el suéter allí —. Le sonrió con amabilidad.

—Déjame, traeré un trapo para limpiar esto. —Ofreció, tomando el vaso qué ahora estaba vacío, dejándolo en otro lado —. ¡Ya vuelvo! —Exclamó, y salió corriendo a buscar el pañuelo.

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—Perdón, en serio...

—Te haz disculpado doce veces. —Se burló amistosamente la pelicastaña —. Además, ya puse a secar el suéter. No le des más importancia de la debida —. Hizo un gesto de desinterés.

—Es que yo...

—Jajaja, te he dicho que no te preocupes —. Lila lo apuntó con el dedo índice —. Mejor, dime tu nombre.

—Bueno... —. Pudo percibir un pequeño sonrojo venir de él.

—Yo me llamo Lila, un gusto —se adelantó, al ver que se cortó antes de responder la pregunta.

—Nathaniel... —se presentó —El gusto es mío —susurró, y sonrió muy levemente.

Definitivamente...

Nathaniel no tiene porqué ser un chico malo.











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Relleno en uno, dos...

Shar.

• El Reto De Los Días: FALSOWhere stories live. Discover now