Siete

10 5 0
                                    

'Inesperado tacto'

En el transcurso me tendió un casco del mismo color que la motocicleta que hasta el instante en el que me subí no me había dado cuenta que estaba suspendida en el aire, por eso es fácil manejarla en esta calle tan dispareja. Miré mi antebrazo varias veces para fijarme que tan cerca estoy de Bon pero deje de hacerlo al notar que estamos cerca de ese puente bueno ahora si creo que podría ser un viaducto, estamos en el inicio pero no veo el final.

—¿A dónde te diriges? —escuché la pregunta dentro del caso.

—Al centro de la ciudad —respondí con seguridad. —¿Tú?

—Vamos al mismo lugar ¿estás de pelea?

—No.

—Bien, si hacen preguntas te callas y solo me dejas hablar a mi.

Y no pude preguntarle y reclamarle algo más a este sujeto sobre lo que dijo porque antes de llegar al largo puente nos detuvieron. Son hombres con vestimenta pesada y algún tipo de arma cargada guardada en un estuche y fijada en los cinturones.

—Muestren su rostro —exigió uno de ellos con tono mandón, solo se les veían los ojos y los de él son marrón.

—Soy 11-36 estoy autorizado por el gobernador Lithy a salir y entrar de los suburbios cuando se me de la gana y ella es mi acompañante de hoy.

—Confirma la información —le pidió al otro ¿guardia? Parecen guardias.

El otro saco un aparato rectangular con el cual le examino el dorso de la mano a el conductor.

—Confirmado, es 11-36.

—Tú —me señalaron y el que primero hablo me tomo del brazo haciéndome bajar de la motocicleta a la fuerza. —Serás registrada y mostrarás tu cara.

—No —solté con firmeza, no puedo dejar que me vean.

Tal vez no me conozcan pero si por alguna razón dan con mi chip de Vila podrán llamar a papá y al saber quién es él sacaran ventaja y me meteré en muchos problemas.

Papá nos ha hablado, a Bon y a mi, sobre los guardias, sobre lo descarados que pueden llegar a hacer y como se inclinan hacia la balanza que tiene más duls pesados. Y según mi conocimiento ellos pueden ser unos de esos.

—No te estoy preguntando y es una orden directa, no vaya a ser que tu acompañante resulte ser una indigente que después se escape para no volver a ese cuchitril.

—O cooperas o volverás al tiradero del que piensas salir —habló el de ojos negros separando mis piernas para revisar desde mis pies hasta mi cabeza pero no lo permitiré.

Cuando veo que acerca sus manos a mi tobillo con las intenciones de tocarme e ir ascendiendo lentamente decido hablar antes de que haga algo más.

—Tocame y te mato —son las palabras que sueltan mi boca con decisión, haciendo que ese guardia levante las manos y se enderece.

—Tocala y te mato —la voz profunda del que según es mi acompañante sonó con fuerza.

Giré mi cabeza hacia él y ya no tiene el casco cubriendo su cabeza. Es atractivo, no lo negaré, tiene rasgos duros, ojos color azul, como el agua cristalina de los ríos que veo por las imágenes que muestra Sora y una mirada penetrante, su cabello color azabache brilla y tiene un corte que le favorece, largo pero no tanto.

Vaya, la belleza masculina siempre es un acertijo. Tengo que ver que tan predecible resulta ser esta.

—Nos están retrasando y mi compañera de pelea no suele ser muy tolerante en estas situaciones, menos el gobernador Lithy.

El defectoWhere stories live. Discover now