Una chica nueva llega al mistorioso pueblo de Alivil, Vermont tras ser adoptada por su madrina. Ramona Wang se instalará en lo que sera su nueva vida lejos de su lugar de origen. A pesar de ser introvertida y un poco torpe no se le hace díficil hace...
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22 de Octubre, 1996
Estaba iniciando el otoño y las hojas estaban cayendo de los árboles, secas y amarillas por la ausencia de vida. Amaba esa época del año, el clima era perfecto. El pequeño niño veía el camino de árboles mientras pasaban por las calles en Alivil en su coche... Habría sido un viaje hermoso de no ser porque su madre no paraba de llorar.
Le molestaba un poco que su llanto estropeara la imagen hermosa.
—¿Qué te pasa, mamá?—preguntó Damian haciendo que la mujer reaccionara y se limpiara las lágrimas.
—Nada cariño. Tu tranquilo...—le dice sonriendo para verlo en el retrovisor.
—¿Por qué lloras entonces?—pregunta el niño frunciendo el ceño.
—Vamos a ir a ver al abuelo—le dice ignorando la pregunta de su hijo. —Pasaremos un buen fin de semana y...
—¿A dónde vamos a ir si la casa se quemó?—preguntó Damian volviendo a ver a la ventana y volvió a escuchar los sollozos de su madre.
Era verdad, no sabía porque lloraba tanto, ni siquiera él lloraba a pesar de que se había quemado la espalda en el incendio en donde, lamentablemente, murió su padre. Su madre le grito mucho después de eso, doctoras y doctores fueron a hablar con él en el hospital, pero no pensaba hablar con nadie, lo trataban como un estúpido...
Los árboles comenzaron a convertirse en pinos altos, estaban llegando a la casa del abuelo. Estaba lejos, en la zona montañosa de Alivil. Solo había ido a donde estaba el abuelo una sola vez, a su mamá no le gustaba que se llevarán... era un anciano que le gustaba el café y la carne bien cocida, incluso una vez lo vio tejer ¿Por qué no le gustaba que pasara tiempo con él?
El coche se detuvo en una zona plana, después de apagar el motor voltea a ver a Damian con una sonrisa, aunque seguía con ojos rojos por llorar todo el camino.
—¿Listo?
—¿Para qué, mamá?—preguntó Damian confundido.
—Ya te lo diré, pero ahora vas a tener que prometerme que te portarás bien con el abuelo.
—Si mamá—dice asintiendo. Después de eso, su madre solo puede dar un gran suspiro lleno de pesadez y angustia antes de quitarse el cinturón de seguridad y salir finalmente del coche.
Damian se quitó el cinturón también para seguir a su madre. Antes de seguir el camino, su madre va a la cajuela del coche rojo, saca una maleta verde militar y la otra amarilla.
Los escalones para llegar a la casa del abuelo eran largos, un camino con ausencia de césped por las veces que se pasaba por ahí. El bosque era demasiado silencioso y solitario que a pesar de ser plena mañana se veía oscuro. El niño no recordaba ese ambiente, era muy pequeño desde la última vez que estuvo ahí.
