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Quita esa cara, amor— acaricie su mejilla—, haremos llamadas, nos enviaremos whats, y apenas pueda vendré a verte

Eso espero— hizo puchero—, que te vallas a Margarita me pone triste, no sabes cuanto te voy a extrañar—. Me abrazó

Bueno ya— la apartó de mí, David—, me toca— me abrazó—. Esperamos que con nosotros también estés al pendiente

Me iba, a otro lugar, con unos tíos que no veía desde hace unos años. Me iba y dejaría mi tierra, mis amigos, a mi novia y a mi padre. Ya no podría irlo a ver y eso me tenía triste.
Mi tía Carmen me había llamado y me dijo que nos fuésemos para allá. Ella tenía una hacienda en Margarita en dónde llegaban muchos turistas y a veces solían ir personas muy conocidas por el medio artístico.
Yo me negaba rotundamente a irme pero seamos realistas, yo no podía seguir aquí, la casa la habíamos perdido y vivíamos con la mamá de mi amigo Daniel. No quería seguir molestando además mi mamá no estaba bien, lo hice por ella porque así estaría con su hermana, compartirían juntas y tal vez (esperando que si) mi mamá vuelva a ser la misma de antes.

Me despedí de las mamás de mis amigos, de ellos y de mi novia. No la quería dejar, quería llevármela conmigo, después de todo lo que me costó por estar con ella ahora la dejaba y no quería hacerlo. Su mamá me prometió irnos a visitar pronto y eso nos dejó más tranquilos

Pilas pana, ya sabéis— me señaló con su dedo índice—. No es que llegando allá te vais a olvidar de uno y tal

No chico, nada de eso— le abracé a mi amigo Daniel

Él pensaba que allá iba a estar mejor que aquí cuando eso es totalmente falso.
Podría haber una isla, playa, una hacienda con muchas cosas de atracción pero nada de eso podría compararse con ellos, con mis amigos, con mi novia. Con esta tierra hermosa que conozco desde que tengo uso de razón y ahora me iría a otro lugar a empezar de cero ojalá y si nos valla bien, que mi mamá vuelva a ser la misma y todo marche bien.

(...)

Tenía unos días de haber llegado y mi tío me enseñó gran parte de la hacienda. Las caballerizas, la cancha de tenis, la playa, los animalitos que tenían, me mostró también lo hermoso que se ve todo desde gran altura y me presento con algunos de sus amigos invitados.
Él estaba encantado de tenernos en la hacienda, le hacía ilusión compartir conmigo, tal vez porque nunca pudieron tener hijos y quiere darme ese amor de padre que nunca pudo dar.
Me enseñó cómo era su trabajo, y le pedí que me asignara algo que hacer porque no estaría aquí sin hacer nada, eso a mi nunca me gustó. Me ofreció cosas pequeñas como limpiar el establo, darles de comer a los animales y cosas así que a mi parecer eran muy fácil pero cuando lo puse en práctica nada era lo que creía. Todo se me complicó mucho pero nunca me rendí, le eché todas mis ganas a esto y poco a poco lo que me parecía difícil fue convirtiéndose en la cosa más fácil y así hasta que se cumplió un año de haber llegado y un año de que mi papá nos había dejado.
Le había pedido a mi mamá que me acompañara para Maracaibo y llevarle flores a mi papá, pero ella se negó, no quería salir de aquí. Al final y con todos estos nervios decidí viajar solo hasta Maracaibo

—Te traje tus favoritas— dejé unas flores en un florero que se encontraba ahí—, bueno sé que no son tus favoritas— sonreí al sentarme para conversar con él—. La verdad es que nunca me lo dijiste pero estas que encontré son muy bonitas, espero y si te gusten. Nos fuimos a margarita con mis tíos— vi su nombre escrito en la lápida y sentí una punzada en mi pecho—. Ellos son muy buenos y... nos han ayudado mucho. Estoy yendo a clases y me inscribieron a clases de canto. Aún me cuesta cantar en público, estoy pensando en abandonar— dije cabizbajo jugando con la pajita que empezaba a aparecer al rededor de la tumba de mi padre—. Todos son muy buenos y parecen no tener este problema del pánico escénico, así me dijo la profesora que se llama a lo que me ocurre—continúe hablando por un rato más mientras limpian un poco el montesito que empezaba a salir pronto llegó Daniel

—Bicho, creo que es hora de irnos ya— me mostró la hora en su celular. Abrí mis ojos de par en par sorprendido por el tiempo que llevaba aquí sin darme cuenta que ya habían pasado unas cinco horas—. Me dio tiempo de ir y venir dos veces

—Es que me quedé limpiando esto

—Te ayudo— entre dos fue mucho más rápido de terminar. Cuando ya me iba me despedí de mi padre dejando un beso en su lápida y prometiendo regresar

Nos fuimos en una moto prestada del primo de Daniel. Llegando a casa su mamá nos recibió con pan dulce y café con leche.

—¿Cómo dejaste a la comadre?— preguntó la señora Luisa

—Ella ahí va, mejorando. Tiene días buenos y días malos pero ahí va— trate de sonar lo más normal posible para que no se me notara lo duro que esta siendo todo

—Vos no sabeis lo que se le metió a la cabeza ahora a este muchachito— dijo refiriéndose a su hijo—. Y que se va

—¿Te vas?— bebí del café con leche

—Mano aquí la vaina esta pero dura. Yo me voy, no sé cómo pero me voy

—Tu no te puedes ir así como así. Mira, allá en la hacienda están necesitando trabajadores, ¿por qué no te vienes conmigo y dejas esa locura de querer irte del país?

—¿De pana?

—Ay si, Jairo llévatelo para allá, prefiero eso a que este por ahí sin yo saber nada

—Claro mano, allá vas a este mejor y vas a poder venir cuando quieras para ver a tu mamá. La tendrás más cerca

—Si Dani, por mi no te preocupes, vos sabeis que entre la mamá de Fernanda y la mamá de David nos hacemos compañía todas. Sola no voy a quedar

Daniel al final aceptó irse conmigo lo que me precia increíble porque nos haríamos compañía y ya no me sentiría tan solo allá.
Mis amigos eran dos años más que yo y era normal que me juntara con gente más grande, nunca me gustó andar con muchachos de mi edad así que siendo Daniel mayor de edad no había problema en que viajara y trabajara para ayudar a su amor más grande. Su mamá.
Después de la cena le propuse que me acompañara a casa de Fer, quería verla ya

—¿Estás seguro?— preguntó

—Bien bueno pues, ¿vas a seguir?, claro que estoy seguro. Tengo un año sin verla, ya quiero poder abrazarla y darle todos esos besos que...

—Okay, mucha información, vamos pues

En el camino Daniel parecía no querer ir, me decía cosas para pasar el tiempo y que se hiciera más tarde pero al final no le hice caso y seguí mi camino.
No debí hacerlo, debí quedarme en casa de Daniel, debí irme sin venir a verla porque lo que yo vi esa noche termino por destrozar mi corazón. No podía creerlo

Junto a ti, siempre Where stories live. Discover now