09

31 23 0
                                    

—Tú tío ya viene fue por...

—Tia, ¿sabe cuando me darán el alta?— negó con la cabeza—. Necesito salir de aquí, no quiero faltar a la visita de mi mamá

En mi mamá era en lo único que pensaba desde que me dieron la noticia de mi estado de salud. No quería faltar y que se preocupara por mi

—Pero hijo...

—Tía lo único que me importa ahora es eso, salir de aquí para ir a ver a mi mamá

—Hablaré con el doctor

—Gracias— intento sonreír pero no podía mentirme. Sabía que estaba preocupada por mi, al igual que mi tío Marcos. Salió de la habitación dejándome solo con mis pensamientos

—Mi mamá y tu, Lisandro— hablé conmigo mismo—. Son lo único que me importa ahora

No sabía nada de él, solo que ya había reaccionado pero nada más.

—Ojalá que estés bien pero nada te salvará de mi regaño. ¡Eres un idiota!

—¿Quién es un idiota?— levante la mirada encontrándome con Lisandro sentado en una silla de rueda y una intravenosa por donde le pasaban líquido

—Lisandro— sonreí de lado—. ¿Como te sientes?— con dificultad me senté en la camilla y él se acercó

—Bien... ¿como te sientes tú?

—Bien, estoy aquí porque ayer tuve una baja de tensión— fue lo único que se me ocurrió—. Tuve muchas emociones que no supe como manejar y terminé aquí pero ya estoy bien

Había hablado con mis tíos, les pedí que por favor por nada en el mundo dijeran algo de lo que me está pasando. No quiero preocupar a nadie, no quiero tener la lastima de nadie, no quiero que.. que me vean como me ven mis tíos.

—Perdón— pidió—. Ayer tampoco supe como manejar todo y mi primera opción fue...— vio sus muñecas vendadas—. Perdón— pidió de nuevo

—No hay nada que perdonar pero una cosa nada más— asintió esperando lo que yo le diría—, eso que hiciste... yo me asusté, me preocupe mucho por ti, no quería que te pasara nada—tomé su mano y me sentí extraño. No sabía que me estaba pasando, últimamente todo me afecta y me siento muy sentimental— y... el idiota eres tu— Lisandro sonrió sonrojado y eso me pareció lindo como esos hoyuelos en sus mejillas—. Eres un completo idiota, un imbecil que no sabe lo que piensa y en lo que hace. ¡Eso que hiciste tu...!

—¡Jairo!— Lisandro acunó mi rostro. Se había puesto de pie y no me di cuenta—. Se que soy un idiota, un imbecil y todo lo que quieras, ¿si?. Yo lo sé— vi sus ojos cafés cristalizados y fruncí el ceño porque sentí que mi corazón se estrujó pero no de dolor, esto era diferente, algo nuevo—. Soy todo eso y...

—Tus ojos son cafés— frunzo el ceño y luego sonrió—. No son verdes

—Me descubriste— se sentó pero está vez en la camilla en frente de mi—. Este es mi verdadero color de ojos, el verde son lentes de contacto

—El color café se te...— aclaré la garganta y sacudí mis estúpidos pensamientos para dejar de hablar y él sonrió—. ¿Cuando te vas?

—Estoy esperando el alta del médico para irme, ¿y tú?

—También— mentí. Ni siquiera sabía cuándo saldré de aquí

Lisandro tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Acción que me sorprendió y caí en cuenta que nos habíamos acercado tanto estos últimos días, me la pasaba más con él que con Daniel y solo pensaba en él.
Creo que lo mejor será alejarme un poco no quiero que se malinterprete todo y luego nuestra amistad se valla al coño.

—Me siento muy culpable de que estés aquí—menciono sin verme—. Todo esto fue por mi culpa

—No, Lisandro...

—Si, yo te llamé, yo me hice esto— mostró sus muñecas—, y tú te preocupaste tanto que terminaste aquí

—Li...— levantó la mirada—. Tu no tienes culpa de nada— se acercó para darme un abrazo

—¿Te confieso algo?— dijo aún en el abrazo. Asentí—. Me gusta cuando me llamas, Li—término con el abrazo pero no se alejó—. Se te escucha muy lindo— se acercó y dejó un beso en mi mejilla. Pasé saliva y luego sobresaltamos cuando la puerta se abrió dejando ver a mi tia

Obviamente nos pusimos nerviosos. Ella pensará algo que no es

—No sabía que estabas aquí— sonrió pero nos observó con curiosidad—, ¿como te sientes?— le preguntó a Lisandro

—Ya estoy mejor, me siento muy bien. Bueno yo debo regresar porque me le escapé a la enfermera— se puso de pie y tomó asiento en la silla de ruedas—. Nos vemos cuando salgamos de aquí

—Claro— apenas salió le pregunté a mi tía cómo le había ido con el doctor y por suerte en un par de horas ya podré irme pero tendré que estar viniendo a mis consultas médicas para saber cómo voy. Si estoy mejorando o no.
Me colocaron muchos medicamentos y vitaminas para mantenerme estable y bueno, el doctor también nos dijo que debía dejar de hacer esfuerzos, como ejercicios, como cargar peso. Tampoco debo tener emociones fuertes porque todo eso puede afectarme y tendría una recaída y cada recaída iba a ser peor que la anterior.

Mi vida una vez más iba a cambiar.
Odiaba los cambios, no me gustaban para nada.
Había dejado mi vida a un lado cuando mi papá murió y había tomado una vida de adulto, me tocó madurar muy rápido y hacerme cargo de cosas que no me correspondían.
Ahora debía cambiar mi vida de nuevo.
Debía cuidarme en cuanto a mis alimentos. Debía estar al pendiente de mis tratamientos y estudios médicos. Debía dejar de un lado el querer esforzarme y optar por una actitud más tranquila y relajada.
También tenía que seguir fingiendo ante todos para que no supieran lo que me estaba pasando porque no quería preocupar a nadie. En eso si soy bueno. En fingir

Junto a ti, siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora