10

35 24 2
                                    

Habían pasado un par de semanas. Había hablado con mi tía respecto a Sebastián y lo que había ocurrido. Mi tía junto a mi tío hablaron con los de seguridad y lo sacaron de la hacienda prohibiéndole el paso. Eso tenía a Lisandro más tranquilo.
Con respecto a mi. Nadie sospechaba nada, o eso creía yo.
Mis tíos no dejaban de preocuparse por mi y en todo momento estaban preguntándome como me estaba sintiendo y también se encargaban de darme mis medicamentos a la hora indicada. Eso no me molestaba, hacía mucho que no sentía este calor de familia y hacía mucho que nadie se preocupaba tanto por mi.

Hoy mi tía fue la encargada de traernos a mis amigos y a mi fuera de la hacienda para conocer un poco más de Margarita. Sus calles, su gente y cultura. Desde que había llegado aquí no había tenido la oportunidad de conocer hasta ahora.
Después de esta salida iría a ver a mi madre.

Mi tía nos había traído a la plaza Bolívar de la Asunción. Es una plaza verdaderamente hermosa y muy bien cuidada por las mismas personas que recurren con frecuencia. Tiene un hermoso jardín y está rodeada de valiosas piezas arquitectónicas. Además de ser un excelente lugar para degustar la exquisita gastronomía de la isla y del país. Aquí se puede pasar un rato agradable con amigos, pareja o, familia.
Me dice mi tía que está plaza posee una de las edificaciones más antiguas del país: La cátedra "Nuestra señora de la Asunción"  construida en el año 1571 y terminada en 1621

¿No es increíble todo esto?.
No sé si estoy siendo el único que se maravilla por este lugar, por la historia, por todo. Pero es que de verdad me parece algo increíble y el lugar, hermoso.

Cuando dimos un par de vueltas por la plaza para conocerla más de cerca nos dispusimos a tomar asiento para pedir algo de comer.
Ordenamos unas empanadas de carne esmachada y otras de pollo, también unos tequeños y unas arepas para todos y, claro la guasacaca no podía faltar como tampoco la salsa de ajo. Después de esto me tocaba masticar chicles de mentas para quitar un poco el aliento a ajo pero esto lo valía.

—¿No quieres?— preguntó Daniel viendo que mis empanadas seguían ahí

—No, él se tiene que comer todo eso— dijo Lisandro—. No te puedes quedar sin comer nada

Mi tía me observó y trato de ocultar su preocupación. Sabía la razón pero mis amigos no y aún así ellos se preocupaban por mi.
Yo quería poder comer, aunque sea darle un mordisco a esta empanada que me dicen que sabe muy bien pero el apetito lo había perdido, no podía.

—Si no comes Daniel lo hará por ti— dijo Ceci señalando al antes mencionado mientras que este solo estaba ahí, devorando su comida.

—Hijo, come ¿si?— su voz derramaba preocupación por mi

Lo intenté y solo le di como tres mordisco a mi comida y ya no pude más. A escondidas de mis amigos mi tía me dio la pastilla que me tocaba y luego volvimos con ellos

—¿Listos?— preguntó acercándose—. Ya debemos irnos

—Tía, denos unos segunditos que estamos tomando unas fotos— le dijo Daniel junto a su novia y a Lisandro—. Vengan ustedes también— nos llamó a mi tía y a mi

—No me gustan las fotos, yo se la tomo— dijo ella. Daniel le entregó el teléfono y nosotros nos acomodamos.
Daniel salía del lado derecho abrazando a su novia y besando su mejilla, ella salía cerrando sus ojos y con boca de pato, junto a Ceci se encontraba Lisandro abrazándonos a ella y a mi y con una sonrisa enorme y hermosa mostrando sus dientes y dibujándose sus dos hoyuelos en las mejillas, ¿y como salí yo? ¡Bah! Salí viendo a Lisandro con una cara de bobo. No me dio tiempo de ver a la cámara y aunque pedí borrarla todos se negaron diciendo que esa era perfecta así que la terminaron subiendo a sus redes sociales.

Junto a ti, siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora