XVI. MONTAÑA

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Hermione había pasado ansiosa prácticamente toda la semana, algo que se había ido incrementado conforme se acercaba el viernes. Draco no había dejado claro si llegaría a Inglaterra el viernes por la noche o sería hasta el sábado, lo que la mantenía en la incertidumbre de cuándo se verían.

Ron había notado su inusual distracción cuando el viernes al medio día había pasado a su lado y no lo había saludado; preocupado, la había hostigado con que le contara si tenía algún problema. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para convencerlo de que todo estaba perfectamente. Por esa razón, había tenido que tomar una poción calmante para poder dormir el viernes cuando ya entrada la noche descartó la idea de que Draco le escribiera y así también pudiera estar tranquila para su desayuno semanal con Harry la mañana siguiente.

Ese sábado, intentando no sentirse triste por no haber tenido noticias de Draco, había practicado un poco de yoga a media tarde y después estaba haciendo un esfuerzo por concentrarse leyendo una novela de misterio cuando llegó el búho real de Draco. Su emoción llegó al tope puesto que ya había dado por sentado que ese fin de semana él no escribiría.

Después de haber respondido y enviado la carta, miles de dudas empezaron a atormentarla. Se preguntó si no había sido demasiado atrevido de su parte invitarlo a la casa, o demasiado pronto, pues apenas sería su primera cita oficial, o más bien la segunda si contaban la de Theo... En fin, no sabía si lo del viernes anterior se podía catalogar como tal, y de pronto sintió que debió dejar pasar más tiempo antes de invitarlo a su casa. Sin embargo, había esperado tanto tiempo, y eso sumado a la emoción del momento, pues se había dejado llevar por sus pensamientos sin primero analizarlos. En esas divagaciones la había vuelto a encontrar el búho y la respuesta de Draco la emocionó.

Inmediatamente empezó en los preparativos de la cena. Puso música de Enya en el reproductor de discos compactos y buscó Caribbean blue, su favorita, luego siguió Less Than a Pearl y sucesivamente hasta que todo quedó preparado después de hora y media. Esto le dejaba una hora para arreglarse, algo que nuevamente la puso nerviosa. ¿Qué podía ponerse que la hiciera sentir cómoda pero atractiva a la vez? Luego de una ducha rápida, aplicó un poco de crema corporal y producto para el cabello, el cual había secado rápidamente con la varita y analizó su guardarropa. Descartó todo lo elegante ya que era una cena casual, además, ¿tacones en casa? ¡Definitivamente no! Luego de pensarlo unos minutos, se decidió por sus jeans favoritos, una blusa manga tres cuartos color fucsia, se colocó un poco de rubor en las mejillas, máscara de pestañas y un labial color nude con un poco de brillo; unos aretes en forma de perla, una fina pulsera y unos zapatos bajos color café oscuro complementaron todo el conjunto. Se observó en el espejo, pasó los dedos por entre su largo cabello suelto que llegaba a la cintura y deseó haber tenido un espejo parlante similar al de los Weasley que le decía que se arreglara o si estaba hermosa así. Se sentía satisfecha con el resultado, y esperaba que a Draco también le gustara.

Estaba colocando una botella de vino en la cubitera cuando escuchó unos golpecitos en la puerta principal. Se preguntó si sería la primera vez que él llegaba a una casa de esa forma y sonrió. Bajó el volumen de la música ambiental y conjurando un espejo de mano, se dio una rápida mirada de evaluación, lo desapareció y una vez en la puerta, contó hasta tres antes de abrirla.

Hermione siempre había visto a Draco vestido de la forma en que lo estaba esa noche, pero en esa ocasión, prácticamente la había dejado sin respiración. El mago, gallardo e impecable como siempre, estaba esbozando una pequeña sonrisa y llevaba en una mano un bonito florero de cristal con cinco bulbos floreados de tulipanes color rosado, y en la otra, una botella de vino de elfo.

—Hola —saludó ella deseando que no se notara su turbación. Haciéndose a un lado, murmuró—: pasa adelante, por favor.

—No sabía qué traer... —respondió señalando el vino.

Dulce sufrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora