La Organización

140 15 18
                                    

Capítulo 17

Contaba con la suerte de que Mell se había encargado de que papá no llegara a la casa hasta la noche, a la misma hora que mamá debía llegar. Así que teníamos un par de horas para resolver este lío, o morir.

Siempre había que estar al tanto de todas las opciones posibles.

Y Morgan...

¿Dónde estaba Morgan?

<<No me ataquen , llevaba como diez minutos de llegar a mi casa, y no había tenido tiempo ni de enloquecer en paz por el sueño lúcido que había tenido>>

—Carajo, carajo, carajo —maldije en voz baja repetidas veces y me giré hacia Elías, que aún sujetaba a Zayn, ya un poco más calmado encima de él. Mi hermano me miró extrañado, ya que no sabía de la presencia del pelinegro debajo de nuestra ventana—. ¿Sabes dónde está Morgan?

—¿Se te olvida que estaba inconsciente?

Menuda mierda, olvídenlo. No tenía ni suerte ni buena retención de datos.

—¿Qué demonios sucede ahí abajo? —me preguntó.

Bueno, la única idea que me quedaba, era adelantar lo que tenía planeado. Aunque, no tenía idea de cómo resultaría.

—Daphnet —me llamó mi hermano.

—Káliz está aquí —le respondí mirando de reojo hacia abajo. El imbécil ni se había movido del sitio.

¿Cómo sabía dónde vivíamos?

—¿Pero qué? —levantó a Zayn con delicadeza de encima suyo y lo recostó después en la cama. Luego se paró de un salto y se asomó en la ventana. La mirada se repulsión no demoró en llegar a su rostro.

—¿Qué haces en mi casa, imbécil?

Me asomé junto a él y vi como Káliz enarcaba una ceja ante el insulto de mi hermano. El negro de sus ojos no dejaba de transmitirme una sensación de repiqueteo en las venas, no me dejaba tranquila del todo, ni aunque estuviéramos en otro tipo de situación, una mucho más normal que esta. Aunque mi normalidad no era del todo normal tampoco.

Dios, la inseguridad me carcomía, pero ese escozor que me provocaba era mucho más fuerte que yo. Los misterios de mi mente eran desconocidos incluso para mi misma.

—Estoy intentando ser razonable en estos momentos, Daphnet —respondió hacia mi, ignorando olímpicamente las maldiciones de mi hermano. El tono de su voz sonaba tan tranquilo que se me erizaron todos los vellos del cuerpo. Estaba segura que no se le había olvidado el incidente de la pistola. Seguramente lo estaba rememorando justamente en ese momento—. Hagamos bien las cosas y resolvamos esto como adultos.

Apenas me estaba volviendo adulta, ¿alguien haya arriba podría tenerme un poco de paciencia? Me habían llegado pruebas tras pruebas por mi condenada nueva "adultez" desde que me mudé a Geralds, que si pudiera eliminar esta nueva etapa de mi vida (o saltármela olímpicamente) lo hubiera hecho con los ojos cerrados. Dios, si me hubieran puesto un puto contrato delante para deshacerme de esta locura, lo hubiera firmado hasta con la lengua.

—¿Te pregunté qué haces en mi maldita casa? —Elías adoptó de repente una faceta que no veía desde hace muchísimo tiempo. La última vez que el turquesa se había opacado tanto, la sangre había bañado el interior de mi boca, y las paredes y piso de nuestra antigua habitación, en la casa donde vivíamos cuando tenía diez años. El herdor que refulgía en su tono de voz ahora podía quemar un diamante en su estado más puro. A mí no me afectaba en lo más mínimo, de hecho, me sentía más segura cuando mi hermano se volvía furioso de esa manera, pero era su hermana. Sabía que nunca me haría daño. Pero, a las personas de alrededor sí que les afectaba.

WitchbloodDär berättelser lever. Upptäck nu