Viva el intercambio cultural

53 4 0
                                    

Capítulo 20

Antes de darme cuenta de mis acciones, me encontré empujándolo lejos de mí. Esa cercanía. Juraba que cualquiera a mi alrededor podía escuchar como el corazón golpeaba mi pecho arrítmicamente. Tenía una puta orquesta robándome el aliento. Y rezaba por todo lo conocido y desconocido que ese ardor en mis mejillas fuera una intoxicación y no un sonrojo.

Y además, ¿porqué demonios siempre olía tan intensamente? Estaba comenzando a dudar de que fuera su olor natural. Incluso se me pasó por la cabeza preguntarle qué perfume usaba. ¿Quién sabía si a lo mejor era que su marca era buena y no era yo el problema?

Káliz me sonrió con aquel aire endulgente y provocativo que hacía a mi estómago rugir y no de hambre. Bueno, si hambre pero, un hambre que solo yo entendía. O eso creía. La manera en que parecía atraerme con una fuerza superior a mi, solo con verme a los ojos me secaba la garganta.

Juraba que ya había superado esto.

—No vuelvas a acercarte así, ¿sabes lo que es el espacio personal?

—Lo que no sabía es que un vampiro podía sufrir ataques de pánico —cruzó los brazos y me analizó un poco con la mirada.

No me gustaba que intentaran analizarme. Aunque, mirando un poco hacia atrás en nuestros anteriores encuentros, diría que el karma estaba siendo una perra malparida conmigo en estos instantes.

—Eso no es de tu incumbencia —insistí.

Pisoteé el suelo internamente. Otro maldito deja vú.

La chica de la espada salió detrás de Káliz y se me quedó mirando de una manera algo inquietante, aunque no me parecía extraño, había armado un show digno de Caso Cerrado delante de aquellas personas. Solo faltaba el martillo, para poder estampárselo en la cabeza al cazador.

—Traer un vampiro a la sede no hará que la líder te perdone, Káliz. Digo, si lo que quieres es seguir con tu cabeza pegada al cuerpo —me miró con desdén mientras hablaba con Káliz. No parecía cómoda con mi presencia en aquel lugar.

Otra traumada con los vampiros. Solo esperaba que no fuera tan exasperante como Káliz.

—¿Cuánto tiempo estuviste fuera esta vez? —se dirigió hacia ella con confianza. Al parecer se conocían.

—El suficiente como para notar lo jodida que se ha vuelto la situación.

Kalis resopló. No parecía compartir la misma opinión que ella, lo notaba algo inquieto.

—Mi abuela exagera mucho.

—No lo hace y lo sabes —insistió y después me miró—. Nuestro trabajo es eliminar problemas, y tú estás trayéndolos a nuestro lugar de trabajo. Estás llendo en contra de todo lo que nos enseñaron. ¿Qué clase de ejemplo estás dando cuando eres el nieto de la líder? Das vergüenza, cualquiera haría un trabajo mucho mejor estando en tu lugar.

—Y con cualquiera te refieres a ti , por supuesto —le sonrió socarronamente—. No creas que no me he dado cuenta de lo mucho que intentas agradarle a mi abuela. Ya sabes, haciéndole la pelota cada vez que tenemos las reuniones mensuales, o adulando su nuevo corte de pelo. Patético.

Ella no se notó afectada por sus palabras. Al contrario. Alzó el mentón desafiante y sonrió.

—No es mi culpa que Carlotta confíe más en una desconocida que en su propio nieto.

—¿Pretendes que me heche a llorar?

—La única razón por la que estás aquí hoy es por qué heredaste su condición.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 25 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

WitchbloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora