Capítulo XIV

11 3 0
                                    

La penumbra de la noche se cierne sobre Oskandor. William camina entre los callejones de los sectores más pobres de la ciudad. El agua de las alcantarillas inundadas corre por las calles, haciendo un fuerte contraste con las calles pulcras de la vía principal.

Percibió una presencia detrás suyo, que aunque era muy discreta nada podía esconderse ante sus sentidos.

—¿Qué haces aquí Elric? —cuestionó sin dejar de caminar.

Elric salió de su escondite para nada asombrado.

—Se que quieres saber cómo entrar a Shadowvale y no voy a dejar que vayas solo —dijo este siguiendo su paso.

—Aww que bonito. No sabía que fuera tan importante para ti —soltó con sorna.

—No seas idiota. Sabes perfectamente que no confío en que puedas traer sano y salvo a Kye —su semblante impasible no cambió ni un instante.

—¿No confías en mis habilidades acaso? Me has visto en acción —contestó molesto el pelinegro.

—No confío en tus habilidades desde que dejaste que se lo llevasen —espetó el moreno.

—¡Tú también estabas ahí! —le reprendió.

Elric solo le ignoró y siguió caminando. Internamente también se culpaba a si mismo, pero era más fácil depositar la culpa en alguien más.

—Espérame aquí fuera. No entres por ningún motivo —ordenó.

William abre las puertas de una taberna, El Viejo Paul se hace llamar. Su dueño, posee el mismo nombre que el del local. Camina entre las mesas llenas de borrachos.

—¿Qué tal William? —saludó una de las meseras del lugar —. Hace mucho que no pasabas por la taberna —inquirió coqueta la pelirroja de exhuberantes curvas que sostenía un par de jarras de cerveza.

—Estoy de paso, ya nos veremos —William le sonrió y le guiñó un ojo con coquetería.

Accedió a la trastienda a través de una cortina. Allí detrás se encontraba una sección algo comprometedora para una taberna. Allí se podían ver algunos de los peores pecados capitales. Los hombres que se encontraban allí en la mesa bebían mientras jugaban una partida de póker con mujeres en sus piernas.

—Paul, necesito hablar contigo —señaló con la cabeza la entrada trasera.

El viejo se levantó de su asiento fumándose un puro y acompañó al pelinegro hasta la puerta.

—¡Eh, William! Hace tiempo que no se te veía por aquí —ambos estrecharon las manos —. ¿Te traen por aquí asuntos oficiales o por placer? —rió de una forma asquerosa.

—Lamentablemente ninguna de las dos. Necesito que me digas cómo entrar a Shadowvale —la sonrisa de Paul decayó en un instante.

—¿Para qué necesitas ir allí? —cuestionó cruzándose de brazos

—No es asunto tuyo. Solo necesito que me des la información —exigió.

—Sabes que todo conlleva un precio, ¿verdad? Y esta en específico uno muy gordo —sonrió Paul estirando la mano.

William puso los ojos en blanco y sacó del bolsillo de su gabardina un par de billetes.

—Un placer hacer negocios contigo —se guardó los billetes en el bolsillo —. Para poder entrar, por supuesto, que no lo harás por la puerta principal. Shadowvale es impenetrable, pero como todo tiene pequeñas grietas por las cuales acceder. Para acceder a la más grande tienes que atravesar el bosque, al oeste de aquí. Ojo, no podrás entrar sin un hechicero y si vas a hacerlo tiene que ser lo más rápido posible. Cómo bien sabes el lugar es infranqueable, en cuanto sientan una anomalía en la barrera estarán allí en un par de minutos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre el Deber Y el Corazón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora