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El concierto en las Vegas era inminente y Jungkook saldría dos días antes que todo el grupo, tenía que grabar algo que no podía saber nadie.

—¿Crees que podrás soportar estar solo sin nosotros? —le dijo Hobi con tono burlón cuando él cogía su equipaje. Su sonrisa contagiaba a cualquiera y ellos lo querían por como sabía transmitir su alegría. Jamás se separaría de él, jamás lo dejaría irse de su lado por muchas cosas malas que ocurrieran, y eso ya se lo había demostrado en varias ocasiones. Su Hobi era especial y se acabó.

—Lo intentaré —curvó sus labios y se rascó la nuca— pero os estaré esperando así que no demoréis en llegar.

Arrastró su maleta por el pasillo y todos lo siguieron hacia la salida donde estaba el coche que lo llevaría al aeropuerto. Jon su guardaespaldas se encontraba echado en el capó esperándolo.

—No vayas a salir a escondidas y si lo haces tapa tu rostro todo lo que puedas —le decía Namjoon que era el sensato del grupo. Con un coeficiente intelectual más alto que el mayor de los rascacielos se transformó en el líder de los siete integrantes del grupo, lo respetaban sin rechistar. Bueno a veces fueron un gran dolor de cabeza para Nam, pero se lo perdonaba todo al final.

—Tú solo hazlo y no lo cuentes a nadie, diviértete cuanto puedas pero usa esa cabeza de chorlito que tienes —dijo Yoongi poniendo una sonrisa torcida que hizo que Jungkook riera. Éste integrante era el que tenía a veces el aspecto de un troll en medio de un bosque tenebroso, pero solo era una fachada ficticia que creó para que nadie viera el dolor que se escondía así mismo y al mundo entero.

—No saldré a ningún lado y solo son dos días —dijo él llevando sus maletas para dárselas a Jon.

Kookie, como a veces lo llamaban ellos, se comportaba como un niño a veces. Ese era su mejor arma para tenerlos a todos bajo sus pies.

—Te echaré de menos, ya no tendré quién me haga de comer —le dijo Tae todo tierno y moviendo su cabeza a un lado. Éste chico alto de pelo negro y revuelto, tenía una conexión especial con Jungkook. Siempre se llevaron muy bien desde que se conocieron y sus juegos tontos se hicieron un hueco importante en el grupo.

—Vete ya que estos idiotas no acaban —dijo Jin que lo abrazó. Su hyung, el mayor de todos y el que impuso su mayoría de edad para convertirlo en todo lo que ahora era. Fue su protector desde el punto y hora que entró como trainers en la compañía.

Jungkook se soltó del abrazo y miró a Jimin que estaba todo el tiempo en silencio. Tenía las manos metidas en los bolsillos y miraba atentamente todo lo que ocurría.

—¿Me acompañas al aeropuerto? Sé que lo estás deseando —su amigo asintió con una sonrisa y por un momento creyeron que iba a saltar de alegría. Se habían convertido en casi inseparables y es que Jimin era el tipo más tierno y sensible que te podías echar a la cara. Ahora eso sí, cuando subía a un escenario sabía como volver locas a sus fans, solo tenía que sacar su otro lado, el sexi, el provocador.

—No...ve tú. Yo tengo que terminar de ensayar algo que se me resiste —Jimin lo abrazó.

Cuando se soltaron,  Jungkook se subió en el coche y los despidió con la mano y con medio cuerpo fuera de la ventanilla.

—¡No tardéis en llegar! ¡No me gusta estar solo! —les gritó con el coche de l compañía ya en marcha.

Subió después de una hora al avión que lo llevaba a las Vegas, le esperaban cuatro conciertos de infarto.

Llegó a la ciudad un poco cansado, no era fácil asimilar el cambio horario. Pero como ya lo había hecho en más ocasiones, sabía que sería fácil acostumbrarse.

ME ENAMORÉ DE UNA ARMY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora