02. Me voy

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Se maldecía internamente, a ella y a todos los miembros del Wizengamot. No había terminado de llorarle a sus seres queridos cuando un auror desconocido se presentó en el Valle de Godric para citarla personalmente ante el tribunal mágico al día siguiente por la tarde.

Heaven sabía muy bien porqué la llamaban.

Albus Dumbledore le prometió que ponerse la marca para infiltrarse a los mortífagos no le traería consecuencias ante el Ministerio, al parecer estaba equivocado. O simplemente mintió.

«¿Realmente perderán su tiempo en esto en lugar de buscar a los mortífagos que escaparon?» Se preguntaba.

Regresaron a la Madriguera y no pasó mucho tiempo antes de que el señor Weasley se pusiera en contacto con el Ministro en funciones, Kingsley Shacklebolt, quien no dudó en aparecerse unas horas más tarde.

–Heaven Potter, nuevamente es un honor, aunque las circunstancias no sean las mejores.

–Exijo saber de qué se le acusa, Kingsley, la señorita Potter está bajo protección de los Weasley y de ser necesario atestiguaremos a su favor –el patriarca tomó la palabra, pues no dejaría caer a un miembro más de su familia.

–Arthur, eso es precisamente de lo que vengo a hablar –hizo una breve pausa y se giró directamente hacia Heaven–. El tribunal del Wizengamot no te ha citado, Heaven, mucho menos han mandado a un auror en tu búsqueda. No habíamos tenido si quiera tiempo para avisarte, Heaven... hemos logrado capturar a un par de mortífagos; hablaron a cambio de ser liberados, y todos han dicho lo mismo, es a ti a quien buscan.

El lugar se quedó en completo silencio, aunque realmente solo ellos tres se encontraban ahí, cada uno en sus propios pensamientos.

Tres días. Habían pasado exactamente tres días desde la batalla de Hogwarts y al parecer la guerra, esa en la que creían haber salido vencedores, todavía no terminaba.

¿Por cuánto más tendrían que pasar? ¿Qué más tendrían que soportar?

–Estoy seguro de que esto no es lo que esperabas, pero me temo que tu mejor opción es irte a un lugar más seguro. Un lugar donde nadie te conozca, al menos en lo que terminan las capturas.

–Pero no lo entiendo, señor ministro, ¿por qué yo? –preguntó confundida. Kingsley suspiró.

–Como bien sabrás, tu hermano fue parte fundamental para el regreso de Voldemort. Ellos creen que, si te capturan, de alguna manera podrán traerlo de regreso nuevamente.

–¡Esto es absurdo! ¡Es una niña! ¿Cómo podría permitir que se fuera? ¡Aquí será protegida!

–Esto está fuera de mis manos por el momento, Arthur. Todo está hecho un caos, ¡no hemos encontrado siquiera a la mitad! Las familias exigen los cuerpos de sus difuntos... algunos siguen sin ser encontrados. Quieren justicia y no tengo el personal suficiente, estoy seguro que partidarios del señor tenebroso están infiltrados en el ministerio y eso me impide resolver todos los conflictos. Por esa razón es que he venido personalmente a informarles –volteó directamente hacia la azabache–. No queda en mi si aceptas o no, pero si decides hacerlo, Heaven, tienes que decirme para contactar a la Confederación Internacional de Magos y buscarte un lugar seguro.

–Bien, bien, gracias Kingsley, lo pensaremos...

–Lo haré –Heaven interrumpió al señor Weasley–. Agradezco que se preocupen por mí, pero no puedo ponerlos en riesgo.

–Heaven, sabes que no es problema para nosotros, bien dije que eres parte de esta familia.

–Lo sé y se lo agradezco, señor Weasley, pero no dejaré que vuelvan a arriesgarse, no cuando puedo irme. Además, será solo por un tiempo, en lo que terminan las capturas, ¿no es así, señor ministro?

–Es lo que se espera, Heaven, sí.

–Pues ahí está, no hace falta pensar nada. Me iré y ya.

Acordaron que Kingsley Shacklebolt los visitaría dentro de dos días con una respuesta por parte de la CIM, mientras tanto, ella debía preparar todas sus pertenencias.

Esa noche le diría al resto de los Weasley su decisión.

[•••]

Y tal como lo tenía planeado, los Weasley e incluso Hermione fueron informados de su decisión.

–Quisiera compartir con ustedes el motivo de la visita del ministro –todos dejaron de lado sus cubiertos para verla–. Voy a irme-

–¿Regresarás con tu padre? –Ron preguntó.

–Déjala hablar, Ronald –Hermione le dió un ligero golpe en el brazo.

–Como decía, voy a irme de Londres –tragó saliva–. En realidad, creo que voy a irme de Europa... antes de que digan algo por favor escúchenme –al ver que nadie objetaba continuó.

»Sabemos que no puedo quedarme más tiempo y ponerlos en riesgo, muchos mortífagos siguen sin ser capturados y por lo que Kingsley nos informó hoy en la tarde, todos a los que han capturado afirman que es a mí a quien buscan.

–Pero podemos protegerte –la voz de Charlie sonó firme–. Estarás a salvo con nosotros, Heaven.

–No puedo dejar que vuelvan a arriesgarse de esa manera –negó seria.

–Heaven, querida –la señora Weasley tomó la palabra–, eres parte de la familia y nosotros protegemos a la familia, sin importar el costo.

–¡No dejaré que alguien más muera!

Por un momento todos se quedaron en silencio, así que continuó.

–Todos los sacrificios que han hecho los agradezco enormemente, pero no permitiré que nadie dé su vida por mí –aclaró con voz quebrada–. Es una decisión que no va a cambiar y quiero que la respeten.

»Esto no significa que perderemos el contacto o que me iré para siempre. Lo único que quiero es la seguridad y el bienestar de todos..., solo espero que puedan comprenderme.

Las caras de disgusto eran evidentes en todos los presentes, aún así respetaron su decisión y le brindaron apoyo en lo que necesitara.

Lamentablemente, tal y como había ocurrido durante esos días, George no bajó a cenar. Así que Heaven subió para hablar con él y llevarle la cena. Al entrar en la habitación solo pudo distinguir un bulto en la cama.

–Come. Quiero hablar contigo –dejó la bandeja en la cama y abrió la ventana y cortinas para ventilar un poco el lugar.

–Déjame tranquilo, Heaven.

–Quiero que comas en este instante, George Weasley, o lo haré a mi modo.

–Solo vete, Heaven y déjame dormir –le dió la espalda escondiéndose debajo de las sábanas.

–Me voy a ir, George. Pero lo haré de verdad, en dos días –se sentó a su lado en la cama.

Se dedicó a observar la ventana, esperando que dijera algo, incluso si era para gritarle. Pero eso no sucedió, él simplemente se quedó ahí, oculto y en silencio.

–Tal vez no lo sabías porque no has salido de este lugar, pero están buscándome –«¿está ignorándome?» se preguntó–. Llevaré a Teddy conmigo, igual a mi padre... aunque no creo que Regulus quiera estar rodeado de muggles, pero me preguntaba si... si te gustaría acompañarme.

Sí, en definitiva estaba ignorándola. Se levantó de la cama, cerrando nuevamente la ventana y cortinas, estaba a punto de salir cuando tiró de su mano y la envolvió en un abrazo.

–Por favor no te vayas –susurró sobre su cabeza, ella le devolvió el abrazo–. No lo hagas Heaven, por favor.

Skyfall | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora