20. La verdad

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Decir que Regulus estaba preocupado era poco; en el momento que seis vampiros se presentaron en su casa junto a Hermione y Draco, supo que algo andaba mal. Verlos llegar sin Heaven le puso los pelos de punta y no dejó de caminar por toda la sala principal, la ansiedad recorriendo su cuerpo.

–Repite lo que sucedió, Draco –demandó.

–Estábamos en el campo cuando llegaron tres vampiros... iban acompañados de Augustus Rookwood –carraspeó–. Nosotros estábamos bajo la Capa de Invisibilidad, no sé cómo pudo darse cuenta de que estábamos ahí. Mencionó a Weasley... Heaven salió corriendo tras de él.

–Y ustedes la perdieron –gruñó.

–No fue su culpa –Emmett lo defendió–. De ninguno de ellos.

–No debí dejarlos ir –dijo arrepentido–. No debimos salir de Londres. Tendremos que irnos.

–No pueden irse –una preocupada Esme negó.

–Esta es mi familia, señora Cullen. Mantenerlos a salvo es mi prioridad y en Forks ya no estamos seguros.

El llanto de Teddy comenzó a escucharse en la segunda planta y Black fue por él, en un intento por tranquilizarse. Regresó a la sala principal y a la rubia se le iluminaron los ojos apenas vio el bulto en sus brazos.

–Tío –lo llamó Draco–, ¿dejarías que Rosalie cargue a Teddy? –ella le sonrió nerviosa.

–Puede acercarse, señorita Hale –el mayor aceptó.

Una vez que estuvo a su lado, Regulus le entregó a Teddy. Lo sostuvo en sus brazos con extrema delicadeza, una sonrisa se apoderó de sus labios y rio suavemente cuando una de sus manitas le tocó la mejilla.

Emmett la observaba con una gran sonrisa y ojos llorosos, él más que nadie sabía lo mucho que su chica deseaba ser madre, cosa que jamás podría ser.

Los seis vampiros ahogaron un grito cuando vieron como el cabello del bebé pasaba de castaño a negro y sus ojos de cafés a verdes.

–É-él... él, ¿cómo? –preguntó la vidente.

Draco tomó a Teddy al ver que Rosalie no reaccionaba. –Rose, ¿estás bien?

–¿Cómo hizo eso? ¿Qué es? –finalmente vocalizó.

–Es un bebé –le respondió el patriarca.

–Cambió su apariencia –el cobrizo habló.

–No entiendo de qué habla, siempre ha sido así.

Antes de que pudiera replicar, el característico aroma de Carlisle llegó a los vampiros, quienes se apresuraron a salir. No supieron cómo sentirse cuando vieron a Heaven en los brazos de su padre... saltarían de felicidad si no fuera por el aspecto de la azabache.

–¡Heaven! –su padre corrió hacia ella–. Doctor Cullen, por favor entre –el rubio lo hizo, dejando con cuidado a su compañera en el sofá.

Hermione y Edward fueron los únicos en notar al Mortífago amarrado y desmayado, todos se concentraron en Heaven. Draco subió con rapidez a la habitación de Teddy, dejándolo al cuidado de Kreacher.

–Hija, ¿estás bien? –el mayor tomó su rostro entre sus manos al verla con la mirada perdida–. Cariño, mírame –apenas los ojos verdes chocaron con los grises, gruesas lágrimas comenzaron a salir.

Regulus la abrazó con fuerza y ella lloró entre sus brazos. Todo el dolor que estuvo guardando salió con fuertes sollozos. El dolor en ella era completamente visible.

Carlisle le hizo una seña a su familia, susurrando muy suavemente que los dejaran a solas. Draco los guió a todos a la biblioteca, mientras Hermione y Esme iban a la cocina para preparar un poco de té.

Skyfall | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora