ÉL ES MI NOVIO

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Era la primera semana de septiembre cuando mi madre me dio la mala noticia. Mi padre había perdido su trabajo como empleado en una fábrica, ya que tuvieron que hacer recortes en la fábrica y tuvieron que prescindir de varios empleados, y por desgracia, uno de ellos fue mi padre, por lo que no podían seguir pagando mi universidad. No solíamos tener problema con el dinero, es por eso que asistía a una de las mejores universidades de Málaga, pero se ve que el mundo se puso en mi contra. A falta de solo un año para graduarme y terminar la carrera. No podía dejar que eso pasara. Busqué por mar y tierra cualquier universidad a mi alcance, no iba a dejar que este maldito tropiezo me quitase mis años de carrera.

Afortunadamente, tras una búsqueda intensiva por internet durante varios días, encontré una cerca de mi alcance. En Madrid. No era excesivamente cara, y disponía de una habitación sobrante, así que mamá y papá no tuvieron que mudarse y pagar un piso nuevo. Me despedí de ellos y tomé el tren que me llevaría hasta Madrid. Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Soy de esos chicos que aparentan seguridad, aunque por dentro esté cagado de miedo, y esta era la situación. No es que fuera muy bueno en cuanto a socializar, puedo hacer amigos claramente, no soy de esos que se esconden bajo las piedras, pero tampoco es que me fuera tan sencillo como a otros. Aunque cuando hago amigos, mi lado extrovertido empieza a salir y paso de ser el chico tímido a el chico que aparenta liarla en las fiestas. Tampoco es que sea así, pero creo que se me entiende. Por eso me dolió tanto despedirme de mis amigos actuales. Habíamos estado toda la vida unidos, incluso hicimos por entrar en la misma carrera todos juntos. Mi mejor amigo, Cristian, fue el que más me apoyó en mi nuevo viaje, me exigió que le llamara en cuanto llegase al campus. Cristian es casi lo contrario a mí, le gustan mucho las fiestas, es el más extrovertido del grupo y el más gracioso. Él era el extrovertido por los dos. Siempre que había una fiesta, él era el primero en saberlo, si es que no la hubiera montado él...Lo echaré tanto de menos...

Casi tres horas más tarde, el tren se paró frente a la estación. Mi destino, Madrid. El hecho de ver a tanta gente me empezaba a agobiar. Nunca antes había estado en Madrid, desde chiquito vivo en un pueblo bastante pequeño al Sur, donde todos nos conocíamos. Y ahora que estaba en Madrid y veía a tanta gente de un lado para otro, empezaba a ser abrumador, más que nada porque costaba moverse por las calles, por no mencionar el tráfico. Definitivamente había hecho bien en tomar un tren, aunque me aconsejaron ir en coche, ya que no había que conducir tanto, y era más barato que el boleto del tren, pero mereció la pena, supongo.

Estaba totalmente perdido, parecían haber calles sin fin. Sé que no era muy buena opción pues no tenía mucho dinero, pero no me quedó otra que pedir un taxi. Al cabo de un largo rato, el taxista me dejó en frente de la puerta del campus y me pasó factura. Juraría que casi me desmayo por ver semejante cifra. A regañadientes pagué el taxi y se marchó rápidamente. Si la carrera no me sale bien, no dudaré en hacerme taxista, con lo que le he tenido que pagar tiene más que suficiente para pasar más de una semana.

Dejando el tema del dolor de la cartera, llamé al timbre. Segundos más tarde, apareció un señor mayor, diría que de unos sesenta años. Vestía con una camisa a cuadros verdes, haciendo conjunto con unos pantalones beis y unas gafas extremadamente enormes, parecía tener un poco de sobrepeso. Estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y
me miró de arriba a abajo un tanto confuso.

—Buenos días. Soy Alejandro García, el chico que llamó por la plaza reciente.

—Ah, sí...Soy Miguel Caro. El director, un placer.—este me extendió la mano y yo le devolví el saludo. Abrió más la puerta y me hizo una seña para que pasara.

Yo me adentré con cuidado y seguí al hombre. Empezó a hacerme un pequeño tour por el edificio. Me dio un listado sobre mis profesores, aulas y materias, y me siguió guiando por la universidad. Me enseñó cada habitación del edificio. La verdad era muy simple, lucía bastante viejo y con un olor extraño en el ambiente. Pero mientras pueda terminar mi carrera, no me importa. Finalmente, me llevó hasta su despacho y de uno de los cajones, sacó unas llaves, las cuales llevaban una etiqueta roja con el número 206. Luego, dejó caer su cuerpo como peso muerto sobre la silla del escritorio, parecía muy cansado. Supongo que a esa edad no estaría del todo bien para ejercer su trabajo.

—Estas son las llaves de tu residencia.
—el hombre señaló por la ventana hacia un edificio prácticamente pegado a la universidad—. Más te vale no perderlas o tendrás serios problemas.—me extendió las llaves y las tomé.

—No se preocupe. Seré responsable y cuidadoso.

—Tu habitación es la 206.—Vaya, jamás pensé que sería la "206" después de ver que en la etiqueta ponía exactamente lo mismo—. Tu compañero de habitación te mostrará el resto. Si tienes alguna pregunta sobre la residencia, está Max, el encargado del edificio y de los cuartos. Lo podrás encontrar siempre en el portal.

—Está bien. Gracias.

No me era ninguna información novedosa, no era la primera vez que estaba en la universidad. Llevo ya cuatro años de carrera, creo que tengo experiencia.

—Los horarios, las normas y demás están también en el portal. Por hoy, puedes ir simplemente a dejar tus cosas y marcharte.—hizo un gesto con la mano que me daba a entender que me fuera de allí.

—Está bien.—me despedí de él y salí de su despacho.

Caminé hacia afuera, la verdad la vibra de ese edificio no era precisamente buena. No era como la universidad prestigiosa a la que asistía, pero en fin.

Miraba las llaves mientras me dirijía a mi habitación cuando de repente noté que algo, o mejor dicho, alguien chocó contra mí. Por suerte no caí, sólo me desequilibró un poco. Al abrir los ojos vi a una chica tirada por el suelo,¿Ella fue la que chocó contra mí? ¿Es que está ciega? ¿A qué velocidad iría para semejante choque? Pensaba decirle algo, cuando escuché un grito.

—¡Sofí!—se veía a un chico acercándose en mi dirección.

Volví a ver a la chica, la cuál parecía nerviosa. Se levantó rápidamente y se colocó detrás de mí,¿Qué soy, un escudo humano?

—¡Sofí!—llegó el chico y me miró extrañado—¿Este quién es?

—¿Eh?—ella se aferró a mi brazo. Realmente estaba nerviosa o asustada, o ambas—¿Él?—me señaló.

—No, mi prima,¡Claro que hablo de él!

—Pues...—ella se adelantó un poco y entrelazó su mano con la mía—. Él es mi novio.

—¿Qué?—dijimos al unísono.

Fake loveWhere stories live. Discover now