CAPÍTULO ESPECIAL III

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Álex

Hacía tan sólo unas semanas que volvimos a Málaga. Al estar ahora casados, me negaba a vivir en un piso, para mí era agobiante. Estuve siempre acostumbrado a vivir en una casa más espaciosa, así que los pisos pequeños me agobiaban un poco—no sé cómo Sofí pudo vivir tanto tiempo en ese diminuto apartamento—. Así que mi sueldo me pudo permitir el lujo de comprar una casa más grande y cumplí el deseo de Sofí de vivir junto al mar. Todo era demasiado bonito para ser verdad, pues pocos días después de volver Sofí estaba muy rara. La notaba más distante, más fría, más nerviosa... Intenté hablar con ella un par de veces pero siempre me evitaba. No entendía nada, ¿Acaso no estábamos bien? ¿Había hecho algo malo y no me había dado cuenta? Eso intentaba hablar pero ella decía que no era nada, pero era más que obvio que algo sí pasaba. No me digas que... No, no se habrá arrepentido de casarse, no ¿No? No. Estaba histérico pero para mi trabajo no podía permitirme estar nervioso. Rezo para que me lo cuente de una maldita vez y me quite este peso de encima.

Acababa de regresar del trabajo. Estaba realmente agotado y sólo quería darme una ducha caliente.

—¿Sofí?—dejé mi chaqueta.—¿Cariño?

No contestó... ¿Dónde demonios estaba? Intenté llamarla por teléfono pero no me lo cogía. Me estaba poniendo en lo peor y subí al cuarto. Miré si sus cosas seguían ahí para comprobar que no se fugó. Efectivamente su ropa y sus cosas seguía en su sitio, entonces, ¿Dónde mierdas está? De repente escuché las llaves de la casa. Al fin... Qué alivio. Bajé corriendo y ella estaba en la entrada, quitándose la chaqueta. Fui directo a abrazarla.

—¿Sabes el susto que me diste? ¿Dónde estabas? ¿Por qué no cogías el teléfono?

—Estaba conduciendo.

Exploté.

—Vale. Tengo que preguntartelo ya porque estoy de los nervios.—ella enarcó una ceja—. Sofí...¿Te arrepientes de esto, de haberte casado conmigo?

Ella bufó.

—¿Qué? ¿Por qué piensas eso?

—¿Cómo que por qué pienso eso? Llevas dos semanas evitándome. ¿Qué ocurre?

Ella se mordió el labio inferior y suspiró.

—Está bien...—dejo caer su chaqueta al suelo— Supongo que te enterarías antes o después.

Enarqué una ceja confuso.

—Mejor toma asiento...

No me gustó nada esa frase, se me pusieron los pelos de punta. Cuando alguien te dice que tomes asiento siempre—o casi siempre— suele ser para una mala noticia. Fuimos al salón y me senté en el sofá, sin embargo ella permaneció de pie, jugando nerviosa con sus dedos. Permaneció en silencio.

—¿Vas a decírmelo o...?

—Estoy intentando escoger las palabras adecuadas.—pasó la mano por su cuello.

—¿Tan... malo es?

—Ese es el dilema. No sé si es bueno o malo.

Enarqué una ceja.

—¿Cómo que no sabes si es bueno o malo?

Fake loveWhere stories live. Discover now