CAPÍTULO ESPECIAL V

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Emma

—¡PARA! Detente, no muevas ni un solo múscu...—Intenté alejarlo todo lo que pude pero el muy maldito gateó de nuevo hasta a mí.

«Para tener unos meses es bien rápido el canijo.»

—Ah—se aferró a mi pierna.

Sí. Os presento al Diablo de Tasmania de la casa. Jack. Mi hermano. Recuerdo que papá estaba MUY en contra de ese nombre. Mamá solo quería llamarlo así porque era uno de sus personajes ficticios favoritos que le encantaba o algo así. Pero papá debe querer demasiado a mamá porque al final dejó que ella hiciera lo que le dio la gana.

Este canijo de aquí, es clavado a papá. Sobretodo en sus ojos... Al contrario que yo, como dice papá que soy y cito palabras textuales «100% de mamá.» tanto en pelo como en los ojos. No me disgusta pero honestamente amo los ojos de papá y envidio al canijo.

Aún recuerdo el día que me dijeron que ya no sería hija única...

Hace un año...

Me encontraba en el salón, pintando uno de mis dibujos cuando mamá y papá entraron en el salón. Parecían emocionados, ¿Nos iremos de viaje otra vez? Quiero volver a visitar Canarias. Papá sujetaba a mamá de la cintura y se acercaron a mí.

Oh oh. ¿Habrán descubierto que fui yo la que pintó las paredes del baño? En mi defensa, cuando me pongo artística no hay quien me pare, y tampoco es culpa mía que justo me pillase en el baño.

—Emma, tenemos que contarte una pequeña cosita—se acercó papá.

Mamá se adelantó y me tomó en brazos para llevarme al sofá—es increíble que aún pueda conmigo—y me sentó en su regazo.

—Emma...—Hizo una pausa, como si escogiera las palabras adecuadas—¿No te aburres estando sola cuando mamá y papá no están o estamos ocupados?—Mamá me acariciaba la mejilla.

—Un poco... Pero me pongo a dibujar y ya está.

—Bueno... Quizá eso cambie—intervino papá y se sentó al lado de mamá.

Ladeé la cabeza. Al ver mi cara de confusión, mamá suspiró, miró a papá y luego a mí.

—Emma, ¡Vas a tener un hermanito!

—O hermanita—remarcó papá.

—¿Eh?

¿Cómo? ¿Hermano? ¿Qué me perdí? ¿Qué está pasando aquí?

En el presente.

Por aquel entonces me hacía mucha ilusión. Pensaba que tendría una hermana a la que pueda enseñarle a dibujar, jugar juntas... Pero en su lugar la «cigüeña» me trajo a este pequeño ser que ahora mismo me está clavando sus encías en mi tobillo.

Es adorable, no lo voy a negar, y odio que me quite esa atención de mamá y papá. Vaaale. Es infantil por mi parte—aunque en mi defensa tengo diez años, ¿No debería ser infantil?—.

El pequeño diablo me miraba como... ¿Expectante? ¿Espera que haga algo?

—¿Qué quieres? ¿Esperas que haga algún truco de magia o algo así?—Enarqué una ceja y lo tomé, mirándolo con «curiosidad».

Fake loveWhere stories live. Discover now