Capítulo 3. La Chef

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—Buenas tardes —le dije mientras la chica se alejaba y nos dejaba a las dos. La mujer dejó la libreta y tras frotarse el puente de la nariz me miró. No sé como expresar la sensación que me causo ese escaneo de arriba a abajo. Hizo que me removiera y recolocará de nuevo el bolso y la gabardina. 

—Así que eres tú —fruncí el ceño ¿Cómo que yo? Extendió su mano a modo de saludo —Soy Ainhoa Arminza, chef del Alluitz.

—So..Soy Luz Romaña —respondí al saludo, algo parecido a una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Ya sé quién eres, una Lasierra —cruzó los brazos sobre su pecho —Pepe me llamó hace un par de días para hablarme de tí, lo que no teníamos muy claro era si ibas a terminar apareciendo por aquí... Contando con las otras dos ofertas.

—Si bueno... Han sido varios factores lo que me han traído aquí. Por cierto, ten —metí la mano en el bolso y saqué el nombre con la carta —No sé por qué te la doy, si ya ha hablado Pepe contigo, pero bueno —cogió el sobre y lo abrió delante mío. Fué un poco violento, pensaba dárselo y marcharme, no que se pusiera a leerlo en mi presencia. Tragué saliva. Sabía de sobra que Pepe no escribiría nada que me pusiera en jaque, pero igualmente el no saber qué era lo que le decía a la chef de mí, me dejaba fuera de juego.

—Bueno, pues según esto —dijo plegando la carta y guardándola en el bolsillo de su chaquetilla —Deberías estar más que preparada para un sitio como este ¿Por qué quieres aprender sobre esta gastronomía? —se sentó en el taburete en el que la había encontrado. Me encogí de hombros, jugando con las mangas de la chaqueta.

—No sé —error Luz, no dudes —Bueno si, me parece una cocina que no se ha dejado influir por las modernidades Europeas, sigue teniendo su toque conservador y casero, como el de toda la vida. Y funciona, sigue funcionando, y a pesar de que pasan los años y las décadas, a la gente parece que le vuelven loca los mismos platos de toda la vida. Como la tortilla de patata que me acabo de comer —solté sin preocuparme lo que fuera a pensar —Es la mejor que me he comido en cualquier sitio, en serio —la chef dejó asomar una mueca de satisfacción.

—¿En el bar que tenemos en frente? —no entendía muy bien que importancia tenía eso, pero asentí. —Julio trabajó aquí durante años, pero al final decidió que lo suyo era la hostelería —me aportó esa información.

—Pues es muy bueno —se levantó de la silla.

—Entonces te llama la atención la cocina tradicional —volvía a asentir, con lo que era yo, parecía que se me cobraban las palabras con esa mujer. No debía ser mucho más mayor que yo, y era Chef de un restaurante con estrella michelín. Se me escapaba completamente de las manos. No sabía si le tenía miedo o admiración, eso tendría que descubrirlo.

—Si, pero bueno, he estado echando un vistazo a vuestra carta y demás, y veo que son platos tradicionales pero con un toque... Especial. Lo que pasa es que es algo diferente a lo que hacíamos en la cocina del Lasierra. 

—Si fuera lo mismo, no estarías aquí —sonrió de forma amable. 

—Efectivamente —me iba relajando, no parecía tan estricta como las expectativas que me había hecho sobre ella, aunque pronto me indicaría de todo lo contrario. —Entonces, ¿Cómo hacemos?

—¿Cómo hacemos el qué? —alzó una ceja, volviendo a cruzar los brazos sobre su pecho mientras me miraba fijamente.

—Pues... —Volvían los nervios —El trabajar aquí, aprender. A lo que he venido.

—Yo no te he dicho que estuvieras dentro —me quedé blanca. Si pudiera sacar una nueva tonalidad Pantone de blanco, sería el de mi cara en ese momento. —Aquí todo el que entra, ya sea con carta de recomendación —tocó el bolsillo de la chaquetilla donde había guardado la carta de Pepe —o no, debe pasar por unas pruebas.

Bajo La Lluvia [Luznhoa]Where stories live. Discover now