Capítulo 12. Planes improvisados

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—¡Venga! Los he visto más rápidos —grité a mi equipo intentando animarlos, aquel sábado tras el puente de la Constitución se nos había llenado el Restaurante. Teníamos reservas hechas, pero había hueco para ir cogiendo a gente que se pasaba a preguntar si era posible comer allí el mismo día. Le había dicho a Andrés mil veces que no era una buena forma de llevar el restaurante, que tendríamos que cerrarnos solamente a atender bajo reserva, de lo contrario no sabía cuánto género sacar o qué cantidad de personas tendríamos bajo la misma hora, tenía que organizar a mi equipo y si la gente se presentaba sin reserva, se tiraría mucha comida.

—¿Todo bien? —le pregunté a Luz, que la veía algo agobiada a los fogones. Asintió mientras servía un trozo de solomillo sobre el plato que tenía a su derecha. Estaba concentrada, y me gustaba verla así. La dejé posicionándome en el mostrador de las comandas.

¿Cómo podía ser? Había una comanda doble, de la misma mesa. ¿Quién lo había hecho? Miré el número del camarero, el tres. Joder, tenía que interactuar más con el personal de sala, no me sabía sus nombres. Miré el número de mesa y asomé la cabeza por la puerta de la cocina, la visualicé rápidamente. La camarera que servía el agua era la asignada a ellos. Cuando vi que había terminado, le hice un gesto para que viniera. Necesitaba saber qué había pasado con esas comandas y cuál era la buena, tenía a dos cocineros llevando a cabo los platos y no podíamos permitirnos perder material.

—¿Qué ha pasado con esto? —le dije cuando entró a la cocina, señalando ambas comandas. Frunció el ceño. Se asomó al mostrador dónde las disponía para verlas.

—Me he debido de equivocar de número de mesa... —admitió su error.

—Vale, ¿Y ahora cuál es cuál? —apoyé ambas manos sobre mis caderas, con los codos hacia fuera. —¿Qué imagen crees que le vamos a dar a esas personas que han pagado más de cien euros por cabeza si les vamos a preguntar qué habían pedido? —me había sentado mal. No quería enfadarme con ella, yo no era así. Pero este restaurante no podía permitirse ese tipo de errores.

—Lo siento, veré qué puedo hacer —bajó la mirada al suelo.

—No, no vas a hacer nada por hoy. Recoge tus cosas y vete a casa, mañana hablamos. —Soné mucho peor de lo que hubiera querido.

Las fechas me tenían hasta arriba. El programa vendría en unos días a grabar el especial de navidad, y todavía me quedaban algunos retoques con Luz. No me apetecía estar metida tantas horas en aquella cocina con ella, me gustaría hacer otro tipo de planes. Como ir al monte, al cine, pasear tranquilamente o simplemente volver a ver una película en mi casa. Con todo el ajetreo de estas últimas semanas, solamente habíamos compartido tiempo hasta tarde en la cocina del restaurante. Nos despedíamos con un corto beso y la llevaba al hotel.

Ví cómo los ojos de la chica comenzaban a empañarse. Asi que decidí tomarme lo ocurrido de otra manera más... humana.

—Ve a descansar y estate tranquila, ¿Vale? Mañana te espero en tu turno —lo dije de una manera conscientemente más serena. La quería al cien por cien, o incluso al doscientos. A todo mi equipo. Si alguien no estaba al trabajo, lo mejor era que se fuera a su casa.

—Vale, si. Gracias —La camarera de sala se despidió y se metió a los vestuarios. A mi espalda escuché un carraspeo.

—¿Tobo bien? —Susurró Luz a mi lado. Asentí.

—Sólo quiero que terminen estas putas fiestas —No me gustaba la navidad. No me gustaba la carga de trabajo, la gente gilipollas que se pensaba que por tener dinero tenía derecho a todo. No me gustaba la hipocresía de la gente en estas fechas y lo sola que me podía llegar a sentir. No me gustaba.

Bajo La Lluvia [Luznhoa]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon