Ｓｉｇｎｏｓ (𝕐𝕦𝕄𝕒𝕣𝕜)

♡Adoración♡

No soy un experto en el amor, pero incluso sé que amar se siente diferente en cada ocasión. Amar a mi mamá es inefable y gentil. Es despertar con las sábanas oliendo extrañamente a cítricos y depender de ella en cualquier cosa. Amar a mi padre es silencioso y profundo, compartir experiencias el uno con el otro. Amar a mi hermana es simple y divertido, reírnos de cosas estúpidas y poder hablar y llorar de las más difíciles. Amar a mis amigos es estar por todos lados y prestar atención a sus gestos, confiar en su palabra y adivinar los pensamientos detrás de sus ojos turbios.

Recuerdo cómo era amar a ellos. Mi primer novio, Taeyong, que aceleraba mi corazón y dejaba suspiros pesados recorriendo mi pecho entero, a Mina, nuestro romance siendo efímero y pasional pero él más dulce de todos y a Lisa que era familiar pero inesperado, cómo si la conociera tanto pero a la vez no.

Sabes cómo todo es parecido en una relación y después de varios años es inevitable comparar una cosa con la otra, pero con él me prometí no hacerlo. Quiero que todo nazca como si fuera la primera vez y dejarme sorprender por los pequeños detalles encontrados en las cosas más mínimas.

Una tarde pasamos recostados en su cama, los rayos del sol se filtraban por su ventanal y dejaban la piel de sus manos delicada y casi blanca, como si pudiera ver a través de ella. Las uñas son largas y níveas, con pequeñas manchas.

El arco de cupido de sus labios es fino y blanco. Encontré un pequeño lunar bronce en su mejilla derecha, justo en el medio. En la parte baja de su nuca, en su yugular y otro en su cuello justo antes de llegar a su clavícula e imagino que hay muchos más regados por todo su cuerpo, me gustaría poder contarlos todos uno a uno.

Sus cejas son delgadas pero de alguna forma están dispersas por toda la zona de su frente y el tinte azul que lleva su cabello nunca alcanza a colorear las raíces por las que estas conservan el color café original. Me gusta pensar que así es cómo luce más joven e ingenuo. Sus hombros son suaves y hay un leve bronceado que separa la tonalidad tostada de sus brazos hacia dónde comienza su espalda.

Es entrañable pasar momentos con él, porque me siento agudo e ingenioso y a la vez en una calma inigualable. Realmente se ha esforzado por qué podamos conversar y todas las tardes me pide que le enseñe cada vez más y más.

Es curioso, que nunca le encuentro ni una pizca de cansancio al término de nuestras veladas. Parece esperar mucho de mí. Hay una aflicción inesperada que a veces descubro en sus miradas melancólicas, pero tan pronto se percata de esta me regala una sonrisa y niega con despreocupación. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Le encanta cantar para mí y siempre lo hace en el calor del momento.

Su mandíbula tiembla cuando le beso.

Y estoy casi seguro de que sus ojos me ven con la misma adoración que yo siento hacia él.

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