🎭🩰 Una Vista Hermosa 🌌

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»»--> Yuta


El camino fue largo y confuso, entre las calles angostas y el viento en nuestro rostro, Mark me veía con picardía, sus cabellos revoloteando en el aire y ajustando los lentes que llevaba. Había una clase de paz innombrable entre los dos.

Cuando finalmente llegamos a nuestro objetivo el cielo era de color celeste oscuro, las nubes dibujandose hermosamente encima. Estábamos en la entrada de un teatro, era pequeño pero elegante ya que las columnas tenían un orden corintio, y había fuentes de agua con esculturas de mujeres posando con belleza.

Mark llevaba un traje negro y corbata roja. Con señas es que me explicó que me quedara oculto detrás de los arbustos. Dijo: "Cuando llegue, sales de tu escondite". Se dirigió a una puerta bronce pesada que fue abierta por un par de mujeres, con peinado alto y vestidas igual que él. Ambas sonrieron y le extendieron un gafete que él colocó alrededor de su cuello. Y tan pronto como llegó, entró y no lo ví de nuevo.

Afuera cada vez más vehículos iban acercándose y gente bien estilizada se adentraba a las instalaciones, mujeres en tacones y hombres llevando saco. De repente la horrible idea de que Mark me abandonó en la adversidad cruzó mi cabeza, pero me repetí que algo así sería muy improbable.

Pasaron otros diez minutos, cuando sentí un toque en mi hombro. Voltee y era él. Me ojeo con precaución, apoyando mi mejilla en su palma. Me alarmó tanto su aparición repentina, cuando me dí cuenta de la pequeña puerta a sus espaldas. Era negra y en el frente un letrero señalando 'Solo Personal Autorizado'.

A pequeños jalones me llevó a ella, y en el umbral nos paramos nerviosos. Volteó a verme con atención. Había una fina capa de delineador rojo bajo su párpado y sus labios estaban suaves y brillosos, como barnizados con cera.

"¿Estás seguro?" Él lo entendió, lo entendía todo.

"¿Confías en mí?" Solté una exhalación fácil y asentí con seriedad. De verdad lo hacía, así que tomó mi mano con fuerza y abrió la puerta. Me condujo furtivamente entre pasillos oscuros con iluminación tenuemente dorada hasta que llegamos a un palco oculto en la parte superior del escenario.

"Espera aquí, ahora vengo".

Mis nervios se atoraban en la garganta y las palmas sudaban, pero de alguna manera era como hacer un voto de fé entre los dos. Pasé minutos escondido entre las telas de las cortinas y los escalones alfombrados, una, dos, tres llamadas sonaron en las bocinas del lugar cuando tan pronto como salió, volvió a surgir de la oscuridad. Es entonces que acompañándome abrió otra puerta, la última. Era la que nos dejaba vista hacia el espectáculo, y no podía ser más hermoso, porque velas regadas en el suelo alumbraban a una orquesta, y encima se encontraba el suave piso de madera.

Del telón salieron dos personas. La tela que cubría su cuerpo lo hacía como si fuera su propia piel, excepto que habían pequeños diamantes incrustados a está. Los dos comenzaron a bailar con delicadeza. Era como si solo fueran un cuerpo que se fundía en una danza lenta, como si sus extremidades tenían el único propósito de rodear al otro y atraerlo con más fuerza, para convertirse en uno.

Había tanta delicadeza encubierta entre piel y piel y sus melenas que caían hacía atrás como cascadas. Era como observar el enamoramiento entre dos almas, que querían compartir todo.

Y sentí un apretón en la mano. Las luces en nuestro lugar eran pocas, pero con suavidad él soltó mi mano y las movió con lentitud, y mi entera atención sobre él.

"Creí que te gustaría. Cada vez que estoy aquí pienso en tí, quiero que tengamos esto".

Un dolor agudo se instaló en mi pecho, extrañamente me hacía sentir orgulloso. Oh Mark, ¿cuándo es que te hiciste tan bueno con las señas? A este pasó dirás lo que tengo en mente usando tus manos que ocultas entre las mías.

"Lo estoy amando".

Su sonrisa era bella, como el atardecer y el espectáculo que surgía frente a nosotros, era como un recordatorio de lo viejo y lo nuevo, y el paso de los segundos que hacían a mi piel estremecerse.

Hay momentos que son perfectos porque son silenciosos, y este fue uno de ellos. La danza y aquel con el que la compartía valían más que mil noches ruidosas. Y cuando él se giró hacía mí es que pude respirar pesadamente con dicha.

Las mismas manos que usaba para conversar conmigo sostuvieron mi rostro con ternura y me envolvieron en un cálido beso que sabía a familiaridad, un sentimiento que me recordaba a casa, la tenue luz dorada a nuestras espaldas acompañando nuestra pasión fulgurante y un claro que cubría la noche silenciosa.








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El amar con reciprocidad
Como una danza lenta y dulce
Hermosa en la intimidad del tiempo

Signos (𝕐𝕦𝕄𝕒𝕣𝕜) Where stories live. Discover now