Capítulo 47: Caer

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Abrió la puerta con suavidad y la imagen frente a sus ojos le dio tranquilidad, le dio alegría, es alegría que había perdido hace dos meses.

Volvió a cerrar la puerta de la habitación de sus hijos y fue hacia aquel cuarto.

Un nudo se formó en su garganta. No había entrado a esa habitación desde el del entierro, desde el día que había asesinado a esa mujer. Suspiro antes de adentrarse a la habitación, cuando entró su corazón se encogió y peor aún se hizo añicos.

La habitación estaba pintada de blanco, nubes, lunas, estrellas, todas aquellas cosas estaban dibujadas en aquella pared. Muebles cubiertos de ropa, de toda la ropa de bebé que uno podría imaginarse. Cientos de muebles llenos de peluches y juguetes.

Pero lo que más le dolió, fue ver aquella cuna, intacta, y vacía.

Sus ojos se llenaron de lágrimas ante eso. Ahora mismo su bebé tendría dos meses, ahora mismo su niña estaría ocupando esa cuna, tal vez hasta usando uno de los hermosos peluches.

Jayden camino con cierta dificultad hacia aquella cuna y tomó entre sus manos aquella manta. Soltó un sollozo al pensar en el simple hecho de que hubiese sucedido si no hubiese permitido que Verónica entrara a la mansión.

Camino hacia uno de los sillones de la habitación y tomó asiento, aferrándose a aquella manta y soltando leves sollozos.

— Te estás haciendo daño — Jayden levantó su mirada y miro hacia la puerta.

Aleksander estaba apoyado en el marco de la puerta, mirándolo finamente, pero a través de esa fachada de fuerza, su tristeza era obvia.

— No creo que haya más daño del que ya me han hecho— responde abrazando aquella manta.

— ¿A qué te refieres con eso? — Jayden lo mira con lágrimas en sus ojos.

Aleksander se adentró por completo en la habitación, y negó. No, él conocía esa mirada, conocía esos sentimientos.

— ¿Crees que fue mi culpa? — murmura — ¿Me crees culpable? — pregunta con incredulidad

— ¿Debería?

— Jayden...

— Odio esto, Aleksander. Odio este mundo de porquería en el que vivimos, lo odio. Pero me odio más a mí, soy débil e ingenuo hasta incluso estúpido, no fui capaz de evitar que esa mujer, que una maldita informante de Victoria, entrara en nuestra casa, y que por culpa de eso, por culpa de mi maldita estupidez, perdí a mi bebe. Si tan solo no hubiese... — sus palabras se atoraron en su garganta formándose un nudo en esta.

El alfa suelta una risa cargada de sarcasmo, pero también llena de dolor y amargura.

— Si tan solo no te hubieses casado conmigo, ¿es eso lo que quisiste decir? — Jayden guardo silencio, y aquello fue la respuesta que necesito. — ¿Crees que yo quería casarme contigo? Era yo o mi hermana Jayden, mi hermana. ¿Crees que lo quería? ¡Responde!

— ¡No! — exclama elevando la voz — Yo tampoco lo quería. Solo tenía dieciséis años. Sé que desde que me case contigo los problemas llegaron a nosotros, llegaron a ti, a tu familia. Sé que no fui tu primera opción, sé que amabas a Lianna, pero llegue yo, y eche todos tus planes por la borda.

El alfa intentó acercarse, pero el omega negó.

— Incluso sé... que te forzaste a amarme. — su voz se rompió.

— Jayden...

— Cuando me entere de que estaba en cinta por segunda vez, tenía tantas esperanzas de decírtelo. Pero cuando esa mujer llego, y dijo que estaba embarazada de ti, sentí que mi corazón se hacía añicos, lo peor fue me culpe a mí mismo, me culpe de no ser suficiente para ti.—sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.— Pase los siete meses de mi embarazo aterrado, angustiado, y con el corazón destrozado, y eso me dolió. ¿Pero sabes que me dolió más? Que desde lo más profundo de mi corazón, el día que esa perra me empujo por las escaleras, y estaba perdiendo a mi bebe, tenía la esperanza de que entraras a la habitación, estuvieras conmigo, y me digirieras que todo estaría bien.

Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora