Impulsive

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Coriolanus apretó su agarre en el cuello de Penelope, empujando sus caderas contra las de ella. Había pegado el cuerpo completamente contra el de la chica, podía sentir sus pechos a la par con su torso, acorralándola contra la pared.

Ella tembló un poco ante el movimiento de sus caderas, y entreabrió los labios en busca de aire. "No te tengo miedo, Snow." Dijo con un hilo de voz, sonriendo provocativamente.

Coriolanus sonrió ante sus palabras y bajó la mano en su cuello por su cuerpo hasta sujetarla de las caderas, erizando la piel de ella en el proceso. "Te ves más linda cuando no hablas." Susurró sobre sus labios.

"Entonces cállame." Contestó, su aliento mezclándose con el suyo.

"¿Coryo?" Se escuchó la voz de Sejanus llamarlo desde la otra sala.

Mierda.

Ambos se separaron rápidamente y fingieron que nada había sucedido. Penelope volvió a sentarse en la mesa con sus apuntes y Coriolanus se quedó parado fingiendo leer la página que le había robado anteriormente.

"¿Qué haces aquí?" Le preguntó Sejanus llegando a su lado.

Ni siquiera él mismo tenía una respuesta para eso, ¿qué acababa de pasar? Sus impulsos habían tomado lo mejor de él y debía controlarse. No sólo se trataba de Penelope, la chica insoportable de un distrito, sino que también era la hermana menor de su mejor amigo. Y si se salía de control otra vez, las cosas podían terminar muy mal.

Antes de que pudiera responder, Penelope lo hizo más rápido. "Solo estaba burlándose de mi ensayo, no pierde ninguna oportunidad para molestarme."

Coriolanus se sorprendió un poco por sus palabras, por un momento creyó que lo acusaría y todo se iría a la mierda, ¿Acaso ella lo había disfrutado? ¿Había quedado caliente también?

"Deberías escuchar sus consejos, es el mejor de la clase, te vendría bien su ayuda." Respondió Sejanus dándole una palmada en el hombro a Coryo.

Este se aclaró la garganta, casi sentía haber perdido la voz. "Eso le dije, pero es demasiado terca."

"Lárguense de aquí, no me dejan concentrarme." Dijo Penelope, sosteniendo su cabeza entre sus manos, claramente frustrada.

"Mejor ve a descansar un poco. Hablaré con nuestro padre para que te encuentre un tutor, sé lo estresante que es todo esto." Sejanus intentó tranquilizarla.

"¿Porqué no eres mi tutor tú mismo?" Le preguntó a su hermano.

Coriolanus rió. "Sejanus pasa las clases porque es mi amigo y siempre agrego su nombre a mis trabajos, de no ser por eso estaría jodido."

Ella dio un fuerte suspiro. "Vete a descansar, Pennie. Yo hablaré con padre." Contestó su hermano.

La chica desapareció por la puerta, mirando intensamente a Coriolanus. Ya no entendía si esa mirada había sido de odio o si se trataba de algo más. Se dijo a sí mismo que debía dejar de sobre pensar porque nada jamás, bajo ninguna circunstancia, podía suceder entre ellos.

"¿Porqué no eres su tutor?" Preguntó Sejanus sacándolo de sus pensamientos.

"¿Qué?" Coryo no podía pensar en una peor idea. Pasar tiempo a solas con ella ahora sería como una tortura, era tener la tentación justo en frente de él sin poder hacer nada al respecto. "Es una locura, Sejanus. Sabes que tu hermana me odia."

"Pennie es solo de carácter fuerte, estoy seguro de que cuando te conozca bien cambiará de opinión." Intentó convencerlo. "Además, ¿no dijiste que necesitabas dinero para los impuestos? Estoy seguro de que padre será muy generoso contigo, sabes que te adora."

Ese era un punto fuerte. Coriolanus y Tigris habían intentado vender sus viejas pertenencias para colectar el dinero para los impuestos, lo último que necesitaba su abuela era perder su preciado apartamento, pero lamentablemente no habían logrado recaudar ni la primera mitad y el tiempo seguía avanzando.

Coryo suspiró, rindiéndose. "Lo haré."

Faltaba poco menos de un mes para que las clases en La Academia empezaran y si Penelope quería ser aceptada debía pasar el extenso examen de admisión además de que debía entregar un ensayo bastante detallado con respecto a la historia de Panem, lo cual claramente no era para nada su tema preferido.

Strabo Plinth se había ofrecido a pagar la deuda de los Snow en gratitud a Coriolanus. No sólo había hecho a su hijo adaptarse a la vida en el Capitolio sino que también sería ahora el tutor de su hija. Para Coryo esto significa mucha presión en sus hombros, si esa niña malcriada arruinaba su examen de admisión él quedaría ante su padre como un mal tutor, y eso significaría que había fallado y que no era merecedor de su buena fé.

"Eres increíble." Escuchó la voz de Penelope aproximarse hasta él. Lucía bastante molesta.

Coriolanus se enderezó en él sofá. Estaba esperando a Sejanus para salir. "Ya lo sé, pero ¿a qué se debe tu alago?" Preguntó con una sonrisa burlona.

Ella tomó uno de los cojines en el sofá y lo golpeó con este. "No puedo creer que me hagas esto, ¿quién te crees que eres? No necesito tu maldita ayuda."

"Necesitas relajarte, cariño. Te puedo ayudar con eso también si quieres." Le dijo con doble sentido.

"¿De qué hablas?" Preguntó ella sin entender. Coryo rió ante su inocencia. "No te necesito cerca de mi."

"¿En serio? Creo que estás olvidado lo que pasó el otro día." Sacó a relucir queriendo ponerla nerviosa. "No parecías muy disgustada con mi cercanía."

Se levantó quedando cerca de ella, acariciando lentamente un mechón de su cabello. Ella se veía nerviosa pero no se alejó. Coryo lo tomó como una luz verde.

"¿En serio te molesto, Penelope?" Susurró en su oído. "¿O me deseas tanto que no puedes soportarlo?"

Estaba siendo impulsivo otra vez y no estaba seguro de poder detenerse.

Forbidden | Coriolanus Snow +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora