Are you for real?

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Era el día siguiente y Coriolanus había despertado con solo un tópico en su mente; Penelope Plinth.

Y aunque últimamente ella era el tema favorito de sus pensamientos, ahora mismo estos no se trataban solo sobre su cuerpo o de lo que sintiera o no por ella. Sino que su cabeza analizaba todas sus posibilidades, tratando de encontrar una manera en la que pudieran verse, ya que no quería tener que pasar mucho tiempo alejados.

Pasó varios minutos tirado en su cama, pensando y pensando. Pero ninguna de sus ideas lograba convencerle, todo era muy arriesgado.

"Esa chica debe gustarte mucho." Tigris apareció en la puerta de la habitación de Coryo, sacándolo de sus desordenados pensamientos.

Por un momento se preguntó si su prima podía leer mentes, ya que ella siempre parecía saberlo todo. "No sé de qué me hablas." Intentó mentir.

"¿No?" Dijo la rubia adentrándose al cuarto. "La próxima vez que quieras robar un ramo entero de rosas prueba ser más discreto." Coryo sintió sus mejillas calentarse. "Te cubrí con la abuelatriz. De nada, por cierto."

Él suspiró rindiéndose. "Gracias, Tigris."

"¿Ahora si me dirás quién es ella?"

¿Debería? Confiaba plenamente en Tigris y sabía que ella jamás lo juzgaría, pero admitirlo en voz alta haría todo más real y no sabía si estaba listo para eso.

"Es complicado." Se limitó a responder. "No puede suceder nada entre nosotros."

"Es la hermana de Sejanus, ¿no es así?" Preguntó ella luego de un par de segundos en silencio. Coriolanus la miró perplejo.

"¿Cómo sa..." ella lo interrumpió.

"Pasas demasiado tiempo en la mansión Plinth desde que esa chica llegó, no fue difícil deducirlo." Explicó. "Era eso o es Sejanus quien te gusta entonces."

Coryo se pasó una mano por el rostro, frustrado. "No estoy para bromas." Dijo cansado. "¿Entiendes lo difícil que es esto? Sejanus me odiará si se entera, y Strabo dejaría de pagar por el departamento, sin mencionar que ella es de los distritos y abuelatriz se pondría muy mal si..."

"Coryo." Volvió a interrumpirlo su prima. "Creo que estas haciendo esto más difícil de lo que realmente es."

"¿Acaso no me escuchaste? Es la hermana de Sejanus." Intentó enfatizar su punto.

"¿Y eso me lo dices a mi o estás diciéndotelo a ti mismo?" Preguntó. "Deberías dejar de pensar en quiénes son y enfocarte más en lo que sienten."

"No hay razón para hacer eso, lo nuestro jamás funcionaría." Ya se había enfocado mucho en lo que sentía y no creía que eso lo llevaría a nada bueno.

"Me parece que sólo estás poniendo excusas y buscando razones para que no te guste, ¿nunca antes te había gustado alguien, Coryo?"

"No." Respondió en un suspiro.

"Sé que te gusta tener el control sobre las cosas pero no puedes elegir quién te gusta. No es así como funciona, es algo que solo sucede, no lo puedes controlar."

"Te equivocas. Solo yo puedo tener el control sobre mis emociones."

Esa era su forma de pensar. Nadie más podía tener control en su propia vida más que él mismo, o bueno, así había sido durante los pasados dieciocho años.

"Ya veo lo que sucede, le tienes miedo a salir lastimado más que a lo que cualquier persona pueda pensar." Ella le sostuvo la mano, demostrándole su apoyo. "Pero si no te arriesgas nunca vas a poder ganar. Hay probabilidades de que esto salga bien y de que ella sea la indicada para ti."

"Ni siquiera sé si ella se siente igual que yo."

De cierta manera lo suponía, por la forma en la que Penelope lo miraba y siempre buscaba más de su toque. Pero temía en el fondo que todo esto fuera producto de su imaginación y que ella no sintiera nada por él realmente.

"¿Es que no se lo has dicho?" Coriolanus negó. "Que va, hombres." Bufó ella rodando los ojos.

Él esbozó una pequeña sonrisa ante su comentario. "No quería joder las cosas." Dijo sinceramente.

"Tienen que hablarlo, Coryo. Y si ella siente lo mismo que tú, no puedes dejarla ir."

Las palabras de Tigris quedaron atascadas en la mente de Coryo por los próximos dos días. Pero no había logrado armarse de valor para poder tocar el tema con Penelope. Aunque habían estado viéndose. Coriolanus estaba yendo a la mansión a escondidas por las noches, escabulléndose en la habitación de Penelope sin que nadie lo notara, y por ahora eso les estaba funcionando.

Esa era la última noche del verano. Al día siguiente las clases en La Academia comenzarían, y si bien debería estar en su casa descansando antes de iniciar su último año, lo que realmente quizo hacer fue pasar la noche con su chica. Y eso era exactamente lo que estaba haciendo. Ambos estaban acostados en la cama de ella, leyendo un libro cada uno. Penelope estaba acostada entre sus piernas con la espalda pegada al pecho de Coriolanus, bastante sumida en su lectura.

Sus pasados encuentros se resumían en ellos pasando tiempo juntos no necesariamente de una manera sexual. Y Coriolanus estaba mas que bien con eso. Podían pasar horas solo besándose, o leyendo, o charlando. Y todo se sentía muy bien.

Pero ahora mismo él no podía concentrarse en su libro del todo. Las palabras de Tigris resonaban en su cabeza, y la incertidumbre de lo que pasaría entre ellos a partir de mañana cuando empezaran las clases lo mantenía preocupado, ¿era este el fin de lo suyo?

"Penelope." La llamó. Cerrando el libro en sus manos y apartándolo.

Ella puso su libro a un lado de inmediato, girándose para que sus brillantes ojos marrones pudieran enfrentarlo. "¿Si?"

¿Y ahora qué? No estaba seguro de como continuar con esta conversación. "Hola." Dijo tontamente.

"Hola." Respondió ella riendo, para luego acercarse a él y dejar un pequeño beso en sus labios. "¿Está todo bien?"

Coriolanus suspiró. Se sintió un poco mejor luego del beso, le rodeó la cintura con sus brazos y se dispuso a hablar. "Creo que necesitamos hablar de algo."

La mirada de Penelope se oscureció ante eso, y su rostro se tornó en preocupación. "¿De qué se trata?"

"De esto. De nosotros." Explicó. "Tenemos que aclarar lo que nos sucede."

"Y-yo..." ella se veía muy nerviosa. Coriolanus la interrumpió, acariciándole el rostro, no quería que ella se sintiera de esa forma.

"Necesito saber si esto es real." Le dijo. "Si estamos arriesgando tanto, quiero saber que vale la pena... Que sientes lo mismo que yo." Coriolanus suspiró, sin poder creer que en serio estaba a punto de decirlo en voz alta. "Me gustas, Penelope. Y no tienes que decir..."

Esta vez fueron los labios de ella, atrapando los suyos en un beso, los que lo interrumpieron. "También me gustas, Snow." Dijo al separarse.

...

Holi, estoy en el trabajo y debo terminar de editar el siguiente capítulo. Maybe esta misma noche se los subo. Gracias por leer<3

Forbidden | Coriolanus Snow +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora