Desire

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Tres días habían pasado desde esa mañana que se despertó con un brazo rodeando el cuerpo de Penelope.

Tres días después de aquella noche que habían pasado besándose hasta el cansancio, Coriolanus había despertado confundido, no se dio cuenta en que momento se quedaron dormidos pero allí estaba, abrazando a Penelope desde la espalda y sosteniéndola contra su cuerpo. En aquel momento no supo que hacer y su primera reacción fue huir de la escena. Se levantó de la cama mientras ella dormía y se fue sin que lo notara.

Coriolanus salió de la habitación agitado y con la cabeza hecha un desastre. Fue a visitarla esa noche con la intención de finalmente poder acostarse con ella y nada había sido como lo esperado.

Para nada le había molestado compartir ese momento intimo con ella, de hecho incluso había empatizado un poco con su situación. Y ese era el mayor problema, que se había preocupado por ella. No se suponía que eso pasara, no debía sentirse así. Solamente estaban pasando un buen rato juntos y nada más, los momentos de debilidad como ese no debían volver a repetirse.

Lo de ellos era mutuo deseo y eso era todo. O eso se repetía Coriolanus en su cabeza constantemente.

Temió que los siguientes días Penelope estuviera molesta con él por no encontrarlo al despertar o que hubiera confundido las cosas entre ellos, pero ella estaba actuando como si nada hubiera sucedido y eso lo tranquilizó un poco.

Esos días habían estado pasando tiempo juntos luego de las tutorías, besándose y ayudándose mutuamente. Coriolanus no había tenido tiempo suficiente como para poder hacerla suya completamente y eso lo estaba volviendo loco. Creería que al estar tocándola saciaría un poco las ganas de estar con ella pero su deseo solo aumentaba más y más.

La forma en la que sus labios rodeaban su longitud y como lo miraba mientras metía su polla en lo más profundo de su garganta. Como seguía sus ordenes sin cuestionarlo y la forma en que su lengua jugaba con la de él. Todas esas imágenes de lo que ya habían hecho y lo que quería hacerle lo perseguían en sus sueños, ya creía estar enloqueciendo.

Y es que últimamente sus pensamientos solo se resumían en Penelope.

Empezó a abotonar los botones de su camisa. Ese día Ma Plinth lo había invitado a cenar con la familia en la noche, Coriolanus por supuesto aceptó y ahora mismo estaba vistiéndose para dirigirse a la mansión.

"¿A dónde vas tan arreglado?" Preguntó Tigris sacándolo de sus pensamientos.

"Solo voy a cenar en casa de Sejanus." Respondió él, volteando para mirarla. "¿Cómo me veo?"

"Muy bien." Respondió Tigris acercándose para acomodarle el cuello de la camisa. "Estoy segura de que a ella le va a encantar."

Coriolanus la miró sin entender a que se refería. "¿De qué estás hablando?"

"De la chica que te dejó esa marca en el cuello." Respondió sonriendo. Coriolanus rápidamente se alejó subiendo el cuello de su camisa. "¿Vas a una cita con ella?"

"Ya te dije que voy a cenar con la familia de Sejanus." Respondió sintiendo la sangre subir a sus mejillas.

"En ese caso dile a Sejanus que sea más cuidadoso donde te deja las marcas." Dijo ella para salir de la habitación riendo.

Soltó un suspiro decidiendo ignorar su comentario pues sabía que a su prima le encantaba fastidiarlo, y simplemente se dio una última mirada a si mismo en el espejo, complacido con su imagen salió en rumbo a la cena.

No es como si estuviera arreglándose de más, ¿o si? A Coriolanus siempre le había gustado lucir bien. No había nada diferente con él.

Al llegar a la mansión Sejanus lo recibió. "Hola, Coryo." Lo saludó. "Ma dijo que vayamos todos a la mesa, la comida esta casi lista creo."

Entrando al comedor se topó con Penelope y Strabo Plinth. Coriolanus se sentó quedando con ella a su derecha y Sejanus a su izquierda. "Buenas noches, señor." Saludó.

Strabo Plinth no tardó en entablar una charla con Coriolanus sobre sus planes al salir de La Academia, ambos se llevaban muy bien pues tenían visiones e intereses similares, la verdad era que los señores Plinth lo veían como un tercer hijo.

Por otro lado Penelope parecía distraída en sus pensamientos, Coriolanus la observó disimuladamente mientras todos conversaban, ella no parecía estar escuchando.

Con disimulo, llevó una de sus manos al muslo de ella bajo la mesa, acariciándola. Ella posó su mirada en él rápidamente mientras lo sentía subir la mano por su pierna descubierta, pero Coriolanus siguió hablando como si nada pasara. Pudo notarla un poco nerviosa pero no hizo nada para alejar su mano.

Coriolanus usó su mano para hacerla separar más las piernas dirigiéndose lentamente hacia su centro. Sintiendo como su toque le erizaba la piel. Empezó a tocarla sobre la tela de su ropa interior y la vio tomar un trago de su bebida, tensándose.

"Penelope, ¿sientes que estás lista para tu prueba la próxima semana?" Le preguntó Ma.

Ella se aclaró la garganta antes de hablar a lo que Coriolanus aumentó la velocidad de sus dedos, frotándolos rápido contra ella, queriendo cobrar venganza por la marca en su cuello. "S-si, Ma." Respondió agitada.

Todos la miraron extrañados y Coriolanus tuvo que contener su sonrisa. Apartó la prenda que la cubría con sus dedos para tener acceso completo a su sexo, teniendo contacto directo con su humedad, frotando sus dedos con su punto más sensible.

"No suenas muy segura para mi." Dijo Strabo.

"He estudiado mucho padre." Dijo ella en un suspiro. "Estaré bien." Tenía las mejillas enrojecidas.

Luego de eso la conversación volvió a cambiar y Coriolanus pudo verla escondiendo el rostro con su cabello y tapando su boca con su mano discretamente, estaba perdiendo el control. Antes de que ella pudiera correrse apartó la mano de su cuerpo, ganándose una mala mirada de Penelope.

Él limpió sus dedos con una servilleta y fingió que nada había ocurrido hasta sentir una mano apretarse contra su entrepierna. Casi se ahogó con su bebida pero pudo mantener la compostura, tomando la mano de ella para evitarle continuar. Él era quien tenía el control.

Al acabar la comida fue a sentarse con Sejanus en la sala, simplemente estaban pasando el rato como lo hacían usualmente. Mantenían una conversación hasta que Coriolanus vio a Penelope caminar por el pasillo. "Iré al baño un momento, ya vuelvo." Le dijo a Sejanus para luego irse tras ella.

Se aseguró que nadie más estuviera cerca y la jaló a su cuerpo besándola fuertemente, ella le correspondió el beso pasando las manos sobre sus hombros.

"Espérame en tu habitación." Susurró sobre los labios de Penelope.

"No tardes." Le dijo ella en voz baja para luego voltearse y seguir su camino.

Coriolanus le dio una suave nalgada antes de que pudiera irse, ganándose una mala mirada por parte de ella, lo que lo hizo sonreír. Estaba ansioso, esa noche quizás haría lo que por tanto tiempo había estado deseando.

Forbidden | Coriolanus Snow +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora