🥀 Capítulo 6: El Milagro. 🥀

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Sentada con los pies cruzados, la pose daba a ver lo tranquila y concentrada que se sentía su mente. Un campo de fuerza en forma de círculo brillante, con un poder increíble, permanecía alrededor.

Aurora abrió de pronto los ojos, el cuerpo era liviano mientras flotaba en el aire. El campo de fuerza que la rodeaba crecía cada vez más, el suelo negro y frío se convertía en uno verde. Maticas silvestres e incluso flores brotaban de los árboles carbonados sin vida, de las ramas secas nacían hojas pequeñas.

Aquella magia se extendió por todo el Bosque del Olvido. Aurora quedó agotada tras haber usado un poder tan increíble, del cual ella misma ni noción tenía.

La Reina Suprema enseguida se dió cuenta de que un poder inmenso venía de aquel bosque, tomó a varias de sus soldados y con urgencia se dirigió a el.

El asombro inundó a la reina al ver tanta belleza salida de ese maldito bosque, era todo lo contrario a como fue antes. Una mariposa se posó en el hombro de una de las dríades, después de tres segundos de observar a aquel insecto maravilloso, este desplegó las alas y ofreció la visión de donde descansaba Aurora luego del uso de su poder. Estaba recostada sobre un árbol, miles de mariposas la tapaban por completo.

A la reina acercarse a ella estos animalitos salieron volando al alto cielo, de donde provenían los rayos de sol que daban en su rostro.

—¡Mi reina! —una voz suave y delicada se escuchó.

—Mi querida Aurora, ¿qué hiciste?

El tono de la reina denotaba preocupación, sorpresa y a la vez orgullo por el logro de la chica.

—No lo sé, pero... me siento cansada.

Su cuerpo se hallaba débil. La Gran Suprema le tocó la frente e hizo que Aurora volviera a cerrar los ojos solo con una chispa de magia.

—¡Llévenla a mis aposentos! —ordenó a sus soldados mientras que Aurora flotaba en el aire, envuelta en un campo de energía que la hacía descansar.

🥀🥀🥀

—¿Qué sucede, mi príncipe?

Una princesa afuera del Bosque Gryde le preguntó a un príncipe que se sentía solo, mientras este recordaba un bello rostro del cual no quería olvidarse.

—No puedo creer que ya hayan pasado tres años.

Dos manos abrazaron la espalda del príncipe.

—¡No pienses demasiado, mi príncipe!

El apuesto hombre tomó las manos de la chica, las quitó de su cintura y se dió vuelta. Frente a la chica dijo las siguientes palabras:

—No puedes obligarme a amarte, pues amo a otra mujer y no cambiarás nunca eso. Ya pasen tres o diez años.

🥀🥀🥀

Allí, en un cuarto adornado de rosas y una ventana cubierta de enredaderas descansaba Aurora. A su lado se encontraba la Reina Suprema, quien en persona velaba por su sueño.

Una sombra encapuchada apareció sentada en el quicio de la ventana, la Reina Suprema se inclinó ante ella.

—Mi amada diosa Artemisa, es un honor inmerecido el tenerla ante mí.

Artemisa se quitó la capucha, reveló su hermoso e inhumano rostro. Los cabellos negros e iris color miel, acentuaban la piel tersa de un matiz blanco. Traía consigo un carcaj y flechas, puesto que entre otras cosas era considerada la diosa de la caza.

—Es en verdad un milagro. Ese bosque que antaño fuese uno horroroso y maldito, ahora es tan bello o más que cualquier otro.

La Reina Suprema asintió con la cabeza, su mirada se clavó en Aurora.

—Fueron tantas las dríades que estuvieron en ese bosque, todas sucumbieron al dolor y la desesperación. Ninguna aguantó tanto tiempo allí dentro, como para lograr reunir todo ese poder.

—Ese poder acumulado por esta joven dríade, le devolvió la vida a un bosque que se creía perdido —una pequeña sonrisa trataba de sobresalir en la cara de Artemisa.

La reina volvió a asentir, Aurora podría ser joven y sin embargo había mostrado un poderío al nivel de una dríade experimentada. Su semblante mostraba una creciente preocupación, a sabiendas de que una dríade con tal poder tenía un destino trazado.

—Solo las Moiras hilan el destino al que todos nos hallamos atados. Esta pequeña dríade posee un destino que, a mi parecer, para bien o para mal traerá consigo un cambio —explicó Artemisa tras leer la mente de la reina.

—Recuerdo a la perfección las leyendas, mi diosa, aunque la mayoría no vive para contarlo —dijo la reina, con un deje de tristeza en la voz.

Artemisa la miró con fijeza, luego, su visión viajó a la joven dríade. En verdad era muy joven, una pena que en los hombros cargarse con un destino que no pidió.

—¿Qué pasaría si ella rompiese las reglas, o se enamorase de un humano?

La gran diosa no respondió la pregunta, daba a entender que era lo que le esperaría si así fuese. En cambio dijo otra cosa, una que jamás olvidaría la Reina Suprema.

—Incluso si ese destino rompiese las reglas, no podemos evitarlo. El destino puede cambiar, mas este siempre encontrará caminos para que se cumpla al pie de la letra.

Con esto dicho la diosa desapareció, dejó a la Reina Suprema, a una dríade antigua y experimentada como ella, muy preocupada. Algo en su corazón le indicaba que la diosa Artemisa decía la verdad, tarde o temprano el destino de Aurora daría paso a un cambio, si no es que ya lo hacía.

Se acercó a la gran ventana, donde antes estuvo Artemisa, y allí contempló orgullosa lo que su adorada niña había logrado. Fue capaz de erradicar la puerta de acceso al bosque, el campo de fuerza que incluso le resguardaba. El Bosque del Olvido no volvería a ser nombrado de esa manera desde ese día, no tras lo sucedido.

Fuerza de amorWhere stories live. Discover now