🥀 Capítulo 25: Ansiada boda 🥀

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Edward se hallaba sentado en su trono a espera de Lady Margery, sumido en sus pensamientos. No obstante, el aviso de uno de los guardias sobre la llegada de su hermana Emily lo trajo a la realidad.

—Hermano mío, llevo un tiempo queriendo deciros algo —Emily hizo una reverencia y solo se acercó tras una orden de Edward —He escuchado rumores dentro del castillo, dicen que si no aparece una nueva candidata para el príncipe de Essex, el rey pedirá mi mano para su hijo. Me veré obligada a tal acción y, disculpad mis palabras, pero casarme no está en mis planes futuros.

—Emily —Edward se levantó del trono, le tomó de las manos cuando llegó hasta ella —No es cuestión de querer, así es cómo funcionan las cosas. La mayoría de los matrimonios, se llevan a cabo por la unión de fuerzas y tierras. ¿Crees que me case con Stephanie por amor?

Emily suspiró hondo, aunque sabía que tales palabras eran ciertas, no podía evitar molestarse.

—Hermano mío, no es la búsqueda de amor lo que me mueve a deciros tales palabras. En realidad…

Emily fue interrumpida por la llegada de lord Herbert y lady Margery, la cual fue avisada por los caballeros apostados ante la puerta. Edward alzó su mano, para que le diesen unos segundos más con su hermana.

—Hermana mía, no tenéis que preocuparos por los deseos del reino de Essex. Para cumplir con tales exigencias, he recibido la ayuda del reino de Wessex —Emily le miró sorprendida —No obstante, eso no significa que no tengáis que casaros. Ya sea con alguien de Wessex, para saldar la deuda que nos ha unido siempre, o de cualquier otro reino.

—Comprendo, hermano mío.

Emily se mordió la lengua para no decir ni una palabra más sobre el tema. Edward le acarició la mejilla y le besó en la frente.

—Ahora, debéis retirarnos, he de atender a los invitados.

La princesa Emily hizo una leve reverencia antes de salir. Apretó los puños debido a la rabia, solo cuando estuvo fuera de la vista de su hermano.

Mientras tanto, en el salón del trono, el rey hizo pasar a los invitados. Les dio la espalda unos instantes para sentarse y entonces, aspiró cierta fragancia floral. Era la que siempre traía Aurora impregnada en los cabellos. La nostalgia se apoderó de él, los momentos juntos le vinieron a la mente.

—Acercaos, lady Margery —el corazón del rey Edward latió de manera desbocada, el rostro de la señorita resultó ser el de Aurora.

Los pasos de los tacones que ella llevaba puestos le resultaban extraños, estaba acostumbrado a los pies descalzos de Aurora. Al sonido que hacía tras pisar las hojas secas del suelo, cuando ella iba a su encuentro. Notó que el vestido no era como los que usara en el bosque. Sin embargo, este se parecía a aquel de rosas y hojas que llevó esa noche.

—Mi rey, me siento honrada de que requiráis mi presencia —La sonrisa que ostentó Aurora tras la reverencia, resultó ser un rayo de sol en medio de aquel salón.

Edward deseaba preguntarle qué hacía fuera del bosque, por qué vestía como una noble humana. Sabía que ambos se debían explicaciones, pero, no podían hablar con libertad delante de su Mano. A este le extrañarían tales preguntas, se suponía que no conocía a lady Margery.

Edward se alzó del trono, ordenó a lord Herbert que avisase a los guardias de su paseo con lady Margery. Pidió además que le escoltaran, solo hasta la entrada del pequeño jardín ubicado entre la capilla de Beyorn y el claustro de la Santa Iglesia.

—Milady, ¿me ofreceríais vuestra mano?

—Vuestros deseos son órdenes, mi rey.

Cuando Aurora ofreció la delicada mano, Edward depositó un beso en esta y notó de reojo que ella se ruborizó. Salieron juntos del salón, guiados por un grupo de guardias hasta el jardín del que hablase antes.

Fuerza de amorWhere stories live. Discover now