1

2.4K 146 96
                                    

☾ Capítulo 1 ☽

"Bienvenida, Chiara"

Todo era más fácil cuando era niña, no tenía responsabilidades ni obligaciones; mi único deber era preocuparme si mis padres me iban a dejar salir a jugar con mis amigos o realizar las tareas escolares. Extrañaba esa época de oro. Con mis dieciocho años debía de ocuparme de llevar comida a la casa, de estudiar y sacarme buenas calificaciones para tener mi título de enfermería sin tardanza, cuidar de mi madre enferma de leucemia y vigilar que mi padre asistiera a su terapia semanal para luchar contra su ludopatía. Todavía no entendía cómo el estrés no me consumía por completo a tan corta edad, a lo mejor era muy fuerte. Sin embargo, había algo que me tenía bastante mal: el hecho de haber perdido mi trabajo hace un día, es decir, el único ingreso para la casa. Todavía me quedaba algo de mis ahorros que guardaba para mis vacaciones de tres días que quería realizar dentro de unos meses, pero lamentablemente la trasladaría para el siguiente año.

Pensativa o, mejor dicho, desganada, fui quitando las últimas guirnaldas de luces para dejar el salón impecable como se prestó. Habíamos festejado el cumpleaños número diecinueve de mi mejor amiga, Brenda. Estaba esperando a que su fiesta acabara para contarle mi reciente problema, pues conociéndola sabía que se amargaría y aquello sería un pésimo regalo de cumpleaños. Ambas llevamos las bolsas de basuras al bote de la calle y finalmente cerramos la puerta del salón. El suspiro que soltamos fue excesivo, las dos agotadas después de una gran noche.

—¡Esta fiesta fue asombrosa! —chilló, dando un brinco y aplaudiendo—. La mejor manera de empezar esta primavera calurosa: beber hasta vomitar y ver al chico que te gusta encuerado.

Me reí. Entrelacé mi brazo con el de ella y fuimos caminando por aquellas calles ruidosas que hacían doler nuestras cabezas llenas de resacas.

—Yo tengo otras expectativas, pero cada quién con las suyas —respondí.

—¿Quieres decir que es válida?

—Eh... Digamos que sí.

—¿Y cuál es tu expectativa? —preguntó, alzando su delgada ceja rubia.

—Conseguir un trabajo nuevo por el momento. Uno que pague muy bien.

—Ya trabajas en la cafetería —habló, confundida. A eso quería llegar, íbamos a tener la charla que tanto pospuse—. Lo que tú necesitas conseguir es una gran polla que haga gritar el nombre del dueño una y otra vez hasta perder la conciencia.

Otra vez solté una risa a su ocurrencia. Brenda se destacaba por ser una boca suelta sin importar de quién se tratase, ella decía que no era un defecto, sino una muy bella virtud.

—No te proyectes en mí, ¿va?

—Hablo en serio... Necesitas novio, Ara.

—¿Por qué eso sería prioridad en mi vida cuando hay cosas más importantes en las que pensar?

—No lo sé... —Movió sus hombros—. Los novios sirven para el sexo y el sexo quita el estrés que generan las cosas importantes de las que sueles pensar.

Buen punto... Pero para ella, no para mí. Ojalá hubiera sido el tipo de chica que solo podía pensar en muchachos y las miles de forma de ligar con uno; sin embargo, lamentablemente en mi cabeza pasaban otras ideas más importantes como, por ejemplo, sobrevivir el día a día.

A diferencia de mí, Brenda tenía la vida bien hecha al tener una familia muy adinerada. Ella no tenía por qué preocuparse en conseguir trabajo cuando sus padres le daban mesadas semanales, su única responsabilidad era estudiar y recibirse cuanto antes de la carrera de Licenciatura en Derecho. Por esa razón, ambas solíamos tener pensamientos diferentes con respecto a la vida; ella podía conseguir cualquier cosa con un chasquido de dedos, y yo esforzarme una y otra vez después de tantas caídas. Por supuesto, contaba con su apoyo, jamás fue el tipo de persona que hacía vista gorda para ignorar los problemas ajenos, de hecho, era muy solidaria en todo sentido, solo que a veces no me gustaba que quisiera darme dinero para solucionar mis dramas cotidianos, me daba vergüenza y ella lo respetaba.

Cuando la noche sea eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora