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☾ Capítulo 18☽

"Una noche para dos"

Tan solo faltaba media hora para acabar con mi última clase. De hecho, solo faltaba treinta minutos para terminar el ciclo universitario, aunque todavía faltaban los exámenes con tribunales y ya por fin estaría libre por al menos tres meses. Descansaría mentalmente de las teorías y prácticas, pero seguiría trabajando día y noche, aunque menos agotada.

Para esta clase cada alumno tuvo que exponer una teoría con el fin de dar sus propias conclusiones, la primera que pasó al frente fui yo y mis nervios me jugaron en contra, aunque casi al final la remonté como una campeona. La licenciada me felicitó, pero también me dio algunos consejos para vencer mi miedo a la hora de exponer las cuales tomaría en práctica para los futuros exámenes. Y el último alumno fue Gero, quien hizo una síntesis de todos los ejes. Admiraba su inteligencia, quería ser como él.

Prestando atención a lo que explicaba, sentí una caricia en mi brazo. Asustada, miré a mi costado rápidamente y me estremecí al ver a Dam a mi lado. Al inicio parpadeé varias veces creyendo que se trataba de una fantasía producto de mi perturbada mente, pero era real. Muy real. Estaba sentado en la silla de Gero, garabateando palabras sin sentidos en un papel mientras sonreía, travieso.

—¿Y tú qué haces aquí? —susurré, temerosa. Si la licenciada lo veía (lo cual era muy seguro) iba a denunciarlo con los directivos y se metería en grandes problemas.

—No sé de qué hablas. Soy un estudiante más del montón. ¿Entiendes esta clase? Porque yo no, así que necesitaré de tus tutorías más tarde.

Me cubrí los labios con mis manos con disimulo, trataba de no reírme para no delatarlo ni para meterme en problemas por su culpa. Lo miré de reojo y no pude evitar sonreír. Llevaba una gorra negra, la visera le hacía sombra a sus ojos los cuales le hacían ver más misterioso que siempre, lo peor era que su gorra no pegaba con la pinta que llevaba. Tenía una camisa negra con dibujos diminutos de rosas blancas, un pantalón negro de vestir y unos relucientes zapatos oscuros. Se veía demasiado guapo. De hecho, con solo contemplar su belleza me mordí el interior de mis labios.

Me acerqué a él y mientras escribía algunas palabras claves de lo que decía Gero, le susurré:

—Si descubren que no eres alumno, vas a meterte en grandes problemas.

Se inclinó hacia mí, y dijo en voz baja:

—Entonces no me provoques porque voy a arrastrarte conmigo.

—Sigues sin decirme qué haces aquí —demandé.

—Ya te dije que soy un estudiante más del...

—Por favor, necesito silencio y que presten atención a su compañero —pidió la licenciada, clavando sus ojos a nosotros—. Es un tema muy importante.

—Lo siento —dije, tragando saliva porque la licenciada no apartaba sus acusadora mirada de Dam.

Observé a Gero, él de inmediato lo reconoció. Le pedí con la mirada que no dijera nada, más por mí que por Dam. No quería que me metiera en problemas por aquella locura sin sentido dentro de mi universidad. Ni siquiera entendía por qué lo hacía.

—¿Podría quitarse el gorro, joven?

Dam, dudoso, se quitó el gorro. Todos los ojos de mis compañeros estaban en él. Pude ver las sonrisas de algunas chicas cuando contemplaron la belleza del misterioso chico que tenía a mi lado.

—Disculpe, pero no ubico su cara —habló la licenciada—. ¿Podría decirme su nombre, por favor?

—Disculpe, señora...

Cuando la noche sea eternaWhere stories live. Discover now