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☾ Capítulo 15☽

"Evitar un sufrimiento"

En un viernes por la noche literalmente Bren y Gero me arrastraron de la salida de la universidad a Solar para ir a cenar y beber. Sabían que yo no contaba con dinero para darme esos lujos, por lo que insistieron en invitarme para "darle un mimo a su amiga". De toda forma, estaba en deuda con ellos como siempre, por lo que invitarles para la próxima estaba en mis planes.

Cuando entramos a Solar me sentí incómoda al no estar vestida para la ocasión como todos los demás. Sin embargo, Gero me decía una y otra vez que debía ignorar ese detalle insignificante o más bien lucir mi chaqueta de estudiante de enfermería con orgullo como lo hacía él.

Nos sentamos en nuestra mesa de siempre (Gero a mi lado y Bren en frente de mí) y lo primero que hicimos fue elegir nuestros platos y bebidas, y pedirle a la mesera que le gustaba a Bren. Ambas se echaron una mirada bastante fuerte que me hizo sentir que Gero y yo estábamos interrumpiendo algo. La chica garabateo en su libreta y antes de marcharse le regaló una sonrisa a mi mejor amiga.

Brenda quedó flotando en una nube en forma de corazón, quedó hechizada y totalmente perdida hasta que su mellizo tuvo que ponerle sus pies en el suelo otra vez. Supuse que eso sucedería varias veces, pues conociéndola no le quitaría los ojos encima a la mesera durante toda la noche.

—Este es tu dinero del domingo —comunicó Gero, sacando de su mochila un sobre. Era el dinero de la venta de la feria del domingo que no pude ir por estar llorando por mi madre.

Prometió alcanzarme el dinero en la semana, pero faltó cuatro días a clases para cuidar de su abuela que estaba muy enferma. Estos días fueron aburridos sin él, incluso lo necesité mucho para entender algunos temas (los cuales al final de clases logré por mí misma) o para charlar en los minutos libres. Lo extrañé realmente.

Tomé el sobre con el dinero y lo guardé dentro de mi mochila.

—Les agradezco por ese enorme favor —le dije a mis dos héroes, me ayudaron demasiado en mi ausencia—. Es que ese día no tuve ánimo ni para existir.

—Somos amigos, Ara de mi vida. —Brenda alcanzó mi mano por encima de la mesa y le dio un cálido apretón—. Para eso estamos.

—¿Qué tal todo? —consultó sutilmente Gero—. Digo, sé la pesadilla por la cual estás atravesando junto a tus padres, pero... ¿Hay alguna novedad?

—Lo único bueno es que desde el lunes hay dos enfermeros que cuidan de mi madre y un médico que la visita diariamente. Todo eso es gracias a Dam.

—¿Dam? —preguntaron al unísono, atónitos.

—Lo sé, también me resultó difícil creer que tiene corazón y no cables como un robot.

—¿Él paga todo? —cuestionó Gero con una ceja enarcada.

—Sí —contesté con una sonrisa difícil de ocultar al recordar semejante detalle de su parte—. Algún día le devolveré ese favor. Por ahora solo pienso que mamá está bien cuidada y eso es lo importante.

—Ara, cuentas con nosotros en lo que necesites, cielo —habló Brenda.

—Si necesitas cuidar de tu madre los fines de semanas, quédate. Bren y yo podemos ir a la feria y realizar las ventas.

—Verás que ganaremos mucho sin nuestra jefa presente. —La rubia me guiñó el ojo.

¿Cuidar a mi madre los fines de semana? Aquella frase corrompió mi mente porque no había analizado mi tiempo con ella y su enfermedad a futuro. Apenas estaba cayendo en cuentas de que desde ahora en adelante todo sería más difícil que antes. Mamá no mejoraría ni tampoco se curaría, era un hecho (aunque una parte de mí no dejaba de creer que un milagro pudiera ocurrir en su vida), por lo que tendría que ver cómo seguiría con la venta de mis productos si necesitaba cuidar de su salud.

Cuando la noche sea eternaWhere stories live. Discover now