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☾ Capítulo 14☽

"Familia funcional y disfuncional"

Lunes otra vez.

Odiaba los lunes.

¿Quién podía amar los lunes?

Por lo menos la primera hora de trabajo pasó muy rápido. Los niños estaban listos para ir a la escuela, tenían veinte minutos de sobra por lo que decidieron invertirlos acompañando a su madre quien se preparaba en su habitación para una conferencia virtual muy importante.

En tanto, yo estaba ayudando al Señor Monopoly lavando los platos y tazas que se utilizaron en el desayuno. Mantenía ocupada mi mente de ese modo, aunque no al cien por cien como deseaba, pues la enfermedad de mi madre ni siquiera me dejó dormir bien. De hecho, hasta pesadillas tuve por lo que me trajo grandes ojeras.

Secando el último utensilio, mi teléfono comenzó a sonar. Corrí unos cuantos pasos cuando vi la fotografía de mi madre en la pantalla, no tenía palabras para expresar los miles de pensamientos malos que surgieron por mi cabeza creyendo que se trataba de una emergencia por su problema de salud. Deslicé mi dedo en el aparato y la videollamada comenzó.

Su rostro pálido, pero con una gigantesca sonrisa, apareció en el primer segundo.

—¿Ara, cariño?

—Mamá, ¿estás bien? ¿Ocurre algo? ¿Necesitas que vaya?

Ella se rio.

—Tranquila, cariño. Estoy con uno de los chicos que cuidas. Dice que su nombre es Mikael.

¿Había escuchado bien? ¿Mi madre mencionó a Mika o yo seguía dormida?

—¿Mika? ¿Qué hace él allí? ¿Cómo consiguió saber dónde...?

Fruncí el ceño cuando apareció Mika al lado de mi madre comiendo un rollito dulce que ella solía preparar para el desayuno de mi padre.

—Ara, Mika aquí. Tu madre prepara mejor desayuno que lo que tú haces.

—¡Ey! —me quejé.

—Estoy aquí por parte de Dam. No te enojes ni con él ni conmigo, ¿de acuerdo? Lo hacemos de corazón.

No entendía nada. Mi mente continuaba procesando cada una de las palabras que Mika emitía.

—¿Hicieron qué? —pregunté.

De pronto, a través de la pantalla vi que detrás de mí apareció Dam. Di un pequeño salto por el susto que me dio y rápidamente escondí mi teléfono detrás de mí por miedo a que estuviera de un humor terrible como la mayoría de las mañanas y me regañara por estar en llamada y no trabajando. Dam era una caja de sorpresa y era mejor no toparse con él en horas tempranas.

Sin embargo, me relajé cuando lo vi sonreír, la misma sonrisa que me mostró en varias ocasiones cuando compartió momentos lindos conmigo. Fue entonces cuando mi corazón de nuevo latió con normalidad. En su semblante alegre, dijo:

—He contratado un médico y dos enfermeros para que cuiden de tu madre mientras estás aquí. Si bien la leucemia de tu madre ha dejado de responder a ciertos tratamientos, hay otros que le darán fuerza y le ayudarán a tener una vida medianamente estable.

Tragué saliva. Difícilmente podía procesar y guardar todas y cada una de sus palabras. No sabía bien si era por el asombro o porque no había dormido bien en toda la noche. Mi cabeza repitió lo que Dam dijo, seguía sin comprender nada. Arrugué mi frente y lo miré, atenta, tratando de buscar una explicación.

Cuando la noche sea eternaWhere stories live. Discover now