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☾ Capítulo 17☽

"Sin miedo"

Último día de clases para mí. Aunque en dos semanas tenía mis exámenes con tribunales.

A parte de eso, fue una semana bastante difícil. Mi madre cada vez estaba más enferma y mi padre estaba rebelde y depresivo. Su tristeza era por ver a la mujer que más amaba yéndose de esta vida poco a poco y su rebeldía se debía a que quería ir al casino a apostar para distraer su mente.

Aquella noche que se escapó tuvo mucha suerte. Fue bendecido y ganó demasiado. Su dinero le alcanzaba para comprarse un pequeño departamento. Él creía que volvería a ganar más si regresaba al casino, pero le prohibí por su salud. Además, le quité su dinero premiado y lo guardé por miedo a que se metiera en problemas.

Aquel día cuando supe de su ausencia fui con Gero a buscarlo, gracias al cielo mi padre se hallaba solo y no en manos del señor Mendoza. Ese día tuve que abandonar mi trabajo por él. Lloré, grité, discutí con mi padre y al final del día me enfermé con un gran dolor de cabeza el cual no me permitió asistir a clases. Al otro día él se apareció en la mansión para disculparse. Parecía muy arrepentido de sus acciones. Pero hubo una persona que me dijo que, por más que fuera mi padre, no podía dejar que hiciera lo que quisiera conmigo cuando estaba dando de todo de mí para cuidarlo. Esa persona fue Dam.

No regresé más a casa desde entonces, mi padre no se había vuelto a escapar ni tampoco tuve malas noticias de mi madre. Durante la semana pude trabajar tranquila, aunque todas las mañanas hacía videollamada con ellos para asegurarme de que todo estuviera en orden.

Eran las siete y veinte de la mañana, había dejado a los niños desayunando mientras que yo hablaba por videollamada con mi madre en la sala principal. Tenía unos minutos para luego llevarlos a la escuela y después ocuparme de Mika.

Mamá se veía más pálida que antes, sus ojeras eran muy pronunciadas y sus labios secos y quebradizos. Había días donde se la veía fatal, ya ni siquiera se levantaba de su cama por falta de fuerzas. Todos los días la extrañaba y me sentía triste por no poder estar con ella más días, pero me sentía un poco tranquila al saber que estaba bien cuidada gracias a los enfermeros y su médico.

Los primeros minutos hablamos solo de ella, papá no estaba a su lado lo cual me parecía muy extraño y a la vez preocupante, pero le di un voto de confianza.

—¿Y papá?

—Está mirando noticias en la tele y comentando lo que ve con mi enfermero.

—¿No se escapó más? —pregunté. Mamá por amor iba a cubrirlo, pero a estas alturas ya no. Por lo que sabía que contaba con su verdad.

—No, hija. Durmió toda la noche por suerte. Más tarde tiene terapia y Gero se ofreció en acompañarlo.

—Sí, me dijo que nos daría una mano.

Sonreí. Estaba demasiado agradecida con él por el favor que nos hacía.

—Ese amigo tuyo es un ángel. Es la única visita que tenemos todas las semanas, es un amor de persona.

Fruncí el ceño.

—¿Todas las semanas?

—¿Qué? ¿Acaso no sabías que Gero nos suele visitar casi siempre? De hecho, suele ayudarnos con el aseo de nuestra casita.

Quedé pasmada. Realmente no tenía idea de que Gero ayudaba a mi familia siempre. Nunca me lo comentó, se guardó para él ese gran detalle.

—No... No lo sabía.

Cuando la noche sea eternaWhere stories live. Discover now