CAPÍTULO V

322 79 19
                                    

Había pasado la primavera sin ver a Bo Gum ni a su padre, los escasos mensajes que enviaban tardaban semanas en esquivar a los rebeldes de Yoon Gi, mientras el castillo y el pueblo a las afueras de la muralla recibían a miembros del clan desplazados por la guerra: niños, mujeres y parientes, que encontraron alojamiento en el pueblo. Supo de la victoria de Bo Gum en la Batalla de Geumgwan en donde casi había acabado con Min Yoon Gi y su ejército. En un breve mensaje le había enviado un broche, el emblema de Yoon Gi que había arrancado de su capa antes de derribarlo, tan cerca había estado su hermano de la victoria a pocas millas de ellos, mientras los días pasaban lentos y llenos de desasosiego por él y por su padre. Sus primos en la contienda, todos tan jóvenes y llenos de vida, recordó las risas y los bailes de antes de la guerra, el viaje a Gyodong-do y todos aquellos rostros que ahora estarían en el campo de batalla. Cuando aquellos pensamientos lo dominaban solo había un lugar en el que podía refugiarse. Jimin subió a las almenas, la claridad del sol despuntaba sobre las montañas, el viento trajo el rumor del mar y los chillidos de las gaviotas y, procedente del bosque, algo más. Los guardias de las torres comenzaron a señalar el horizonte y gritar, entonces fue cuando Jimin lo vio, un ejército salió de entre los lejanos árboles, apenas cien hombres, algunos a caballo, otros a pie. Lo que tanto había temido se hacía realidad, Yangsan estaba siendo atacado.

—¿Son amigos? —preguntó a Moon Bin, el jefe de la guardia que acudió junto a él en las almenas. Su hermano lo había dejado a cargo de la defensa del castillo con apenas veinte hombres, Jimin confiaría a él su vida y quizá eso era lo que iba a ocurrir.

—¡Mirad su estandarte! Señor, llevan una capa púrpura y sus escudos... son Jeon.

Jimin entrecerró los ojos mientras el pequeño ejército se acercaba como si tuvieran todo el tiempo del mundo, sofocó un gemido cuando comenzó a distinguir sus rostros, Moon Bin dio la orden a los arqueros que comenzaron a lanzar flechas en cuanto estuvieron a su alcance para disuadirlos de seguir.

—Señor, deberíais ir a refugiaros en el salón, aquí podrían heriros.

Jimin se negaba a esconderse mientras sus hombres debían enfrentarse al enemigo, ¡Jisoo y Somin, sus hermanas, debían estar aterradas!, bajó las escaleras a toda prisa para encontrarse a las dos y a su prima Suzy junto a otras mujeres y los niños del castillo. Abrazadas, el pelo rubio de sus hermanas se mezclaba con el moreno de Suzy. Al verlo sus ojos se abrieron de alivio.

—¿Qué ocurre, Jimin? ¿Nos atacan? —Jisoo fue hasta el con el miedo dibujado en sus ojos—. No podrán entrar, ¿verdad?

Jimin intentó tranquilizarse, aparentar sosiego cuando lo único que deseaba era sentarse con ellas en el salón hasta que todo pasara. Miró las puertas abiertas, seguían llegando miembros del clan, todos pendientes de las palabras de Jisoo y de las que el diría. Una cosa era ocuparse de mantenerlos alimentados, seguros, imponer normas para que nadie saliera solo del castillo, mediar en alguna disputa y otra muy diferente era defenderlo, enfrentarse quizá a un ataque. Arriba se oía el estruendo de los barriles de aceite moviéndose, eso significaba que los Jeon estaban muy cerca, ganarían la muralla muy pronto, al igual que el oía los gritos de la preparación de la batalla, los que estaban en el salón, también. Su padre lo había dejado a cargo del castillo, confiaba en él. ¡Eres un Park, muchacho! ¡Levanta la barbilla! Eso es justamente lo que él habría dicho.

—Haremos todo lo posible para que no entren, todo aquel que pueda que se una a nuestros soldados arriba, os necesito, a todos los Park.

Jisoo, perpleja, tomó su brazo con fuerza.

—¿Estás loco, Jimin? ¿No vas a rendirte?

—¿Crees que padre lo haría? ¡No me quedaré de brazos cruzados mientras entran en nuestro hogar y destruyen todo! ¿Qué crees, Jisoo, que hace Yoon Gi con los castillos que conquista? Los quema, no queda nada de ellos. Yangsan no correrá la misma suerte.

Mi clan o mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora