Aemond I

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Aemond se miraba al espejo, se estaba probando por primera vez la armadura de la Guardia de la Ciudad. Era una armadura gris oscura, con un patrón que parecía los bloques de un castillo, un casco del mismo color que protegía la cabeza y la nariz, y la famosa capa dorada, otorgada por Daemon. Ya que ahora su tío era el Príncipe Consorte, Rhaenyra, la nueva Reina, lo había asignado a él como nuevo Comandante de la Guardia de la Ciudad, con su hermano como su Mayor.

— Se ve bien mi Príncipe. — Dijo una voz que Aemond reconocía.

Volteó y atrás estaba una bella mujer de brazos cruzados, recostada en el marco de la puerta. Su cabello negro ligeramente ondulado caía un poco más por debajo de los brazos y tenía unos bellos ojos azules. La dama se acercó. Se trataba de Ellyn Baratheon, su prometida.

— ¿En serio?

— Así es, mi Príncipe. Es más, si me permite, diría que se ve mucho mejor que su tío. — Dijo Ellyn con una sonrisa.

Teniéndola tan cerca se notaba la altura de Ellyn, que le llegaba a media cabeza. Ellyn le agarró las manos y lo miró.

— Buena fortuna en tu primer día. Sé que lo harás bien, sin importar lo que nadie diga. — Dijo la chica sonriendo.

— Me conoce bien, mi Lady. No me gusta fallar.

Esa era la primera responsabilidad que Aemond tenía como príncipe y pensaba dar la talla. Además, no quería darle la satisfacción a su tío Daemon de ver su fracaso. En ese momento, alguien tocó la puerta.

— Adelante.

Su hermano Daeron, vestido con la misma armadura que él, entró a la habitación, acompañado de Lady Patricia Redwyne, su prometida.

— Saludos hermano, mi Lady.

Patricia hizo una reverencia.

— Buenos días, mi príncipe. Es un gusto verla también Lady Ellyn.

— Buenos días a usted también, mi príncipe, Lady Patricia. — Dijo Ellyn haciendo una reverencia hacia Daeron.

Patricia tenía la típica apariencia Redwyne. Su rostro estaba llenos de pecas, tenía cabello rizado de color rojo que le caía a la altura de la espalda, y los ojos verdes. Era mucho más baja que todos los presentes.

— Felicidades a ambos por su nuevos roles, mis Príncipes. Estar a cargo de un grupo tan prestigioso es un gran honor. — Dijo Patricia.

Si Aemond era honesto, hubiera preferido un rol en el Consejo Privado, pero el rol no estaba mal.

— Aprecio sus felicitaciones, mi Lady.

— Yo también mi Lady. — Intervino Daeron.

Daeron lo miró.

— Creo que es hora de que empecemos a trabajar y nos presentemos a la Guardia de la Ciudad, Aemond.

— Ellos saben que somos hermanos de la Reina, pero eso no bastará para ganarnos su respeto.

— La Guardia de la Ciudad respeta la capacidad, la valentía y la decisión. Si ustedes demuestran esas cualidades, ellos los respetarán. — Intervino Ellyn. — Pero traten de no abusar su poder.

— Por favor Ellyn, algunos criminales realmente merecen un castigo. Es justicia. — Dijo Patricia.

— Una cosa es impartir y otra abusar de ella. Si son muy crueles, pueden que sean comparados con el Príncipe Canalla, lo cual no sería bueno. — Discutió Ellyn.

— Supongo, que tengo que darte la razón esta vez.

— Gracias por la recomendación, mi Lady. — Dijo Aemond.

Danza de Azul y Negro (HOTD)Onde histórias criam vida. Descubra agora