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Luego de que Mina y Chaeyoung se instalaran en la cabaña, la japonesa fue a darse una ducha mientras que la contraria recorrió el lugar más a fondo.
Era una cabaña espaciosa para ser solamente para dos personas, esta contaba grandes habitaciones totalmente muy bien equipadas con televisiones planas, armarios y ventanales grandes que daban a un balcón. Las dos habitaciones poseían una cama de dos plazas y cada una tenía su propio baño privado, además del baño principal que se encontraba en la sala de estar.
La cabaña también tenía una cocina, una sala de estar, otro balcón, una habitación de lavandería y una puerta corrediza que daba al patio trasero, donde se situaba una piscina y un jacuzzi.
– Sana amaría este lugar – comentó mientras caminaba hacia adentro nuevamente hasta que se topó con una puerta que no había visto antes.
Se acercó con sigilo y la abrió, dejando ver lo que aparentemente era el dormitorio principal. Ahora entendía por qué la cabaña la cabaña era tan grande, esta no era para dos personas, sino que para una familia de cuatro integrantes.
La habitación era igual que las otras, en cuanto a equipamiento y baño, pero lo que destacaba es que justo en medio había una cama matrimonial king size. Obviamente estaba vacía y a juzgar por el hecho de que Mina no le comentó que existía, daba por sentado que la japonesa iba a seguir con eso de dormir en habitaciones separadas.
– Extraño dormir con ella – murmuró al aire.
Si bien, ambas tenían su propia habitación en su casa y usualmente dormían en cuartos separados, netamente porque a la coreana le incomodaba compartir cama con Mina, pero habían ocaciones en donde debían dormir juntas por obligación (ya sea porque había un evento, reunión o fiesta familia y necesitaban aparentar), otras veces lo hacían de manera independiente, Chaeyoung nunca supo la razón del por qué se permitía dormir con Mina, pues ahora sabe con exactitud el por qué.
– Fui tan ciega – se sentó en la cama y soltó un bufido – Quisiera dormir con ella, pero no sé cómo pedírselo.
– Tan sólo debes preguntármelo – escuchó y se sobresaltó, virando la cabeza para ver a la japonesa parada en la puerta de la habitación con sólo una toalla blanca cubriendo su cuerpo.
«Maldita sea» su mente empezó a trabajar.
No era la primera vez que Chaeyoung veía a su esposa rondar en frente de ella con sólo una toalla, era algo típico ya que vivían juntas, pero aún así la coreana nunca logró acostumbrarse del todo y cada vez que la veía, tenía la misma reacción.
– No me mires así – recriminó Mina – Estoy casi segura que estás siéndole infiel a Tzuyu en tu mente.
– Cierra la boca – dijo sonrojada.
– ¿Quieres dormir conmigo? – preguntó con una sonrisa burlona – Eso no es moralmente correcto.
– Claro que lo es, eres mi esposa – rectificó y se sintió un tanto extraña, pero a la vez libre.
