21 | «Nosotros somos familia»

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Mientras un chico maquilla a Mike, él me mira de reojo como si estuviera pidiendo ayuda. Empire decidió que hoy no pisaríamos el estudio y, por el contrario, pasaríamos el día entero tomándonos fotos para la portada del álbum. Primero bajamos a la playa y ahí nos tomaron suficientes fotografías como para rellenar un álbum escolar. A Britanny, la fotógrafa, le pareció buena idea hacer una sesión en medio de la calle y entonces estuvimos casi que dos horas aprovechando cada luz roja en los semáforos para correr entre los autos y ella posicionarse para tomarnos las fotos; John propuso pedir que cortaran una calle o, en su defecto, encontrar una que estuviera menos transitada que la Ocean Ave, pero no, a Brithany le atraía la adrenalina de las bocinas e insultos que nos soltaban los conductores.

Ahora, mientras íbamos camino a nuestra tercera locación, hicimos una parada en un parque que suponía ser breve, pero terminó convirtiéndose en el lugar donde haremos la siguiente sesión fotográfica solo porque a Britanny le gustó un maldito lago.

—No necesito tanto maquillaje —dice Mike alargando las palabras—. Creo que así está bien.

El chico asiente sonriendo y luego se dispone a guardar sus brochas y paletas de maquillaje en una pequeña maleta.

—No debería decirte esto —Cuando el chico comienza a hablar lo miro de reojo y luego recaigo en Mike que lo contempla sin entender absolutamente nada—. Ni siquiera lo tengo permitido, pero igual voy a decirlo porque creo que eres de los míos.

Mike se queda tieso mientras él se acerca a su oído y, tras decirle algo, se aparta sonriendo. Toma su maleta y camina hacia mí para comenzar a maquillarme. Conmigo no hay secretos ni sonrisas coquetas, nada más retoca el maquillaje en mí por novena vez y se marcha a hacer lo mismo con Phebe.

Mike me mira otra vez de reojo y yo frunzo el ceño. Viene hacia donde estoy, pero no me mira a mí, sus ojos están fijos en el chico que comienza a maquillar a Phebe a algunos metros de distancia de nosotros.

—Me dijo su número de habitación y que dejaría la puerta abierta entre las once y las doce de la noche por si quiero pasarme por ahí —Las aletas de su nariz se abren acompañando su mueca—. Voy a decirle a Abraham y necesito hablar con Giulia

Ambos lo miramos y volvemos a vernos entre nosotros al notar que el chico ahora está hablándole en el oído a él.

—¿Para qué necesitas hablar con Giuli? —Sus palabras regresan a mi mente y hacen que mi ceño vuelva a fruncirse.

—No me va esto de que me inviten a habitaciones y estupideces —rueda los ojos—. Voy a decir que estoy en una relación y espero que así bajen las propuestas sexuales.

—¿Te llegan muchas? —pregunto cortando un croissant al medio y llevándomelo a la boca.

—Sí, pero no te desilusiones si a ti no —me da unas palmaditas en la espalda a modo de consuelo—. Es porque yo estoy más expuesto, hablo más con la gente y doy vibras de querer estar soltero hasta la tumba. Que te crean inalcanzable hace que ni siquiera intenten acercarte a ti.

—Entonces supongo que tengo suerte —me encojo de hombros—. Y de todas formas, al único alcance que quiero estar es al de mi novia.

—No sé cómo pude haber olvidado que Melody y tú están de regreso —rueda sus ojos— Ah, cierto, no lo olvidé porque es de lo único que hablas.

La fotógrafa vuelve a llamarnos y los cinco dejamos de hacer lo que estemos haciendo para alcanzarla en su camino hacia el pequeño muelle junto al lago.

—Quiero que miren el lago —dice ella señalando el lugar con su brazo extendido—. Quiero que me den la espalda porque yo soy su pasado y el lago es su futuro, un futuro fresco y lleno de vida.

Las canciones que quiero dedicarte [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora